Cientos de mascaritas, incluidas unas cholas gigantes de playa, se echaron ayer a la calle para participar en la Gran Cabalgata, que desde la plaza de La Feria hasta la de Manuel Becerra paralizó la ciudad durante la tarde y hasta bien entrada la noche. Más de 110 carrozas participaron en el recorrido, en el que hubo mucho abrigo y poco personal despelotado.

Las siete cholas, cada uno de un color, y con algún que otra conchita, rejo y caballito de mar pegado en la suela se movían al son de la música de las carrozas dispuestas a disfrutar de la fiesta y a que nadie las pisara en el desfile. "Venimos a pasarlo bien, al Carnaval de Las Palmas; el mejor carnaval del mundo", gritaba una de las mujeres del grupo, todos del barrio de La Isleta.

La idea de las zapatillas de playa la había tenido Mari Villaplana, y confesaba que el disfraz había salido "baratito y recicable" ya que estaba hecho de cartón y papeles de colores. "La Cabalgata la vamos a disfrutar a tope porque este año no se ha disfrutado mucho el Carnaval por el frío y por la rapidez con la que han ido todos los actos", confesaba la chancleta Villaplana.

En el desfile, también participaban dos cazadores con dos grandes escopetas de caza, cuyo cañón sobresalía varios metros del gatillo, y que apuntaban al aire para ver si caía alguna paloma de las que salía a escape ante el barullo que había en la calle.

"Las piezas ya comienzan a dar olor porque llevan unos cuantos añitos con nosotros", comentaba Miguel, en referencia a los patos de peluches que le colgaban de la cintura y de que el disfraz lleva con ellos más de una década. El joven, que venía con su amigo Eduardo, había llegado a la ciudad de Telde y confiaban llegar hasta el Puerto mientras "nos queden cartuchos".

Eran las primeras mascaritas que comenzaban a desfilar por León y Castillo, una hora después de que el cortejo carnavalero hubiera arrancado a las cinco de la tarde desde la misma plaza de la Feria.

La batucada Escuela del Caribe fue la encargada de abrir el cortejo y dar paso a la Reina del Carnaval de la Magia y las criaturas fantásticas. La joven Ana Suárez Álvarez, en representación de La Caja fría y el periódico LA PROVINCIA, se mostraba expectante ante el delirio colectivo que iba a vivir por primera vez como Reina del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria. "Tengo ganas de que empiece el desfile", comentaba minutos antes de que todo arrancara.

La joven, embutida en el diseño de Josué Quevedo, titulado A mi manera, explicaba que se encontraba "muy contenta" por todo lo que estaba viviendo estos días. "He tenido muchas entrevistas durante pero es lo que conlleva el haber ganado", añadía sobre la apretada agenda, mientras numerosas personas se hacían fotos delante de ella y de su espectacular traje en tonos rosa y verde.

Tras ella, la comparsa Kisamba, primer premio de interpretación y vestuario de esta edición del Carnaval capitalino, agitaba sus plumas y movía su esqueleto. Lo mismo hacían las comparseras de Barakoa y Chiramay, segundo y tercer premio de interpretación y vestuario, respectivamente.

Entre comparsa y comparsa la corte de las damas de honor de la Reina. Georgina Pérez González -primera dama-; Coraima Falcón Ojeda - segunda dama-; Olivia Alonso Breede -tercera dama -y Sara Hernández Jutglar - cuarta dama-.

Tras las jóvenes desfilaba la Gran Dama del Carnaval, María Suárez Suárez, ganadora del título en representación de El Kilo de San Gregorio y con un diseño de Antonio Cruz. "Todo lo que se puede desear está aquí hoy", decía María Suárez, feliz de haber logrado a su edad el galardón y el cariño del público. "Me ha felicitado mucha gente".

La aguja y la Gran Dama

Pero no todo eran alegrías y diversión para la Gran Dama, entre acto y acto del Carnaval ha tenido que darle a la aguja como buena costurera ya que está terminando tres trajes para el concurso de Gran Dama que próximamente se celebrará en Maspalomas porque cuando acaben las carnestolendas capitalinas -mañana es el Entierro de la Sardina- arrancará el delirio en el Sur de la Isla entre el 2 y 11 de marzo.

Si con la Reina del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria Ana Suárez Álvarez todo el mundo se quería sacar una foto, no ocurría menos con la plataforma donde iba el Drag Queen 2018 y su corte. La Tullida -Sergio León Ortega-, que ganó con una interpretación de la historia de España en Eurovisión en nombre de Ron la Indiana, salía vestido finalmente de frag queen, aunque días atrás barajaba hacerlo de la cantante Salomé si el tiempo reinante era frío. Pero ayer el calorcito acompañaba a las mascaritas y el drag queen y su corte - Drag Quiron (Brian Peñate), Drag Vulcano (Isidro Javier Pérez); Drag Grimasira Maeva (Rayco Santana) y Drag Noa (Norma Ruiz)- enseñaban carne a tutiplén.

La Tullida quitaba importancia al supuesto plagio que sobre su espectáculo corre por las redes sociales, después de que un drag en las carnestolendas de Málaga de 2016 hubiera interpretado algo similar. "He mirado la repercusión que ha tenido el vídeo hace dos años y lo habían visto hasta entonces 400 años; ahora 900 porque a él [en referencia al Drag Divax] le interesa seguir con la polémica", contesta. Preguntado por si le había llegado alguna denuncia, afirmaba en tono jocoso que "los abogados de Eurovisión no me han llamado".

Tras los drags queen llegaba el turno de la murgas. La Afilarmónica Los Nietos de Kika, vestidos de marineros, abrían el desfile de las agrupaciones vencedoras.

Los Serenquenquenes, ganadores de esta edición, desfilaban por primera vez ante el público después de que este año no pudieran actuar en la gala de la Reina como es habitual al tenerse que aplazar el concurso por la lluvia. Las 21 murgas participantes no quisieron acudir al recinto del Gran Canaria Arena que les ofrecía el Ayuntamiento para continuar con el desarrollo del mismo, que tuvo tres fases antes de la final, por lo que el concurso no pudo celebrarse hasta este viernes. Los Serenquenquenes consiguieron también el premio Tomás Pérez a la mejor letra.

Tras ellos, Los Trapasones; Los Twitty`s; Los Chacho-Tu; Los Chancletas; Los Melindrosos; Las Tramposas; Las Despistadas; Las Simpatikonas; Los Moskeados y el resto de murgas con los vestuarios que han diseñado para este Carnaval.

Las cucharas sonantes

Especialmente vistosos era el que llevaban Las Despistadas, ganadoras del premio de vestuario de la Magia y las criaturas fantásticas, con una interesante colección de cucharas de plástico de falda que sonaba mientras las murgueras caminaban por la calle, mientras en la cabeza llevaban un gran pelucón blanco lleno de ojos y en uno de los pies una bota en forma de caldero de pócimas.

Como es tradicional, el Papa Juan Pablo II acudió al desfile en un descapotable rojo y con varios guardias de seguridad. "Apunta que le gusta el clipper de fresa y las papas arrugas", gritaba un escolta al periodista.

No eran los únicos agentes que había ayer en la Gran Cabalgata. Dos soldados de Buckingham Palace desfilaban al unísono con su tradición traje rojo y su peculiar casco subidos sobre unas plataformas lo que les hacia parecer dos gigantes. Y un grupo de la Tercera Edad, vestidas de agentes norteamericanos, controlaba que las mascaritas no desparramaran al menos hasta rodar unos cuantos kilómetros por la ciudad.

De servicio real estaban unos 600 agentes de la Policía Nacional. En el dispositivo diseñado por la Delegación del Gobierno para evitar problemas ante la concentración de tantas mascaritas participaban personal de la Unidad de Intervención Policial (UIP) y la Unidad de Prevención y Reacción además de policías del Grupo de Atención al Ciudadano (GAC) y efectivos de paisano de las diferentes comisarías de distrito y Brigadas Provinciales y de la Brigada Móvil-Policial en el Transporte para evitar delitos a bordo en las líneas marítimos. Sin olvidar los efectivos de la Policía Municipal y de Protección Civil que participaron en el evento, que como un año más fue multitudinario.

Más de 110 carrozas participaron en el evento festivo. Los camiones y guaguas se concentraron en la carretera del Norte horas antes del desfile para pasar el control policial antes de comenzar a rodar por la ciudad.

Los primeros vehículos en desfilar tenían poco de carrozas ya que los traillers apenas estaban decorados con alegorías. Los carteles de publicidad de los patrocinadores sobresalían por encima del diseño por lo que resultaban poco atractivas para el público que a pie de calle disfrutaba del cortejo.

Una de las que se salvó de la quema fue la número 27, diseñada con un atractivo parque jurásico, en el que los dinosaurios y las grandes flores resaltaban escondiendo el camión.

En esta edición, las carrozas iban menos atestadas de gente en su interior que en otras ediciones; lo mismo ocurría con los seguidores tras el tubo de escape.

A las nueve de la noche, la última carroza participante en el desfile entraba en la calle Rafael Cabrera, según anunciaba la Policía Municipal por el twitter. Por delante, cientos de mascaritas disfrutaban ya del ambiente carnavalero en los a alrededores del parque de Santa Catalina, epicentro del fin de fiesta, y de la plaza de Manuel Becerra.