Visera al frente, zapatos de tacón, medias de rejilla, una par de esposas de pelo rosa y un pito para arrestar a los ¿malhechores? Bueno, realmente este peculiar agente de policía prefería cachear "a los hombres guapos" que se cruzaban en su camino. Con la blusa manchada de "leche materna", Pedro Cabrera se sinceró, no sin antes pedir el número de teléfono a uno de los murgueros de Los Chancletas, "llevo seis años sin disfrazarme, por fin el Carnaval vuelve a La Isleta". La Gran Cabalgata retomó ayer tarde su tradicional recorrido, aquel que siguió entre las carnestolendas de 1976 y 2012, desde Manuel Becerra hasta el parque San Telmo.

El acto más popular del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria llevaba partiendo del entorno de la plaza de la Feria desde hace seis años. El Ayuntamiento decidió invertir el recorrido en esta ocasión y volver a los orígenes, una situación que más de un isletero e isletera aprovechó para vivir la fiesta al máximo. Una juerga en la que cualquiera puede ser quien quiera ser, desde un ser mitológico de los bosques, hasta el mismísimo Kim Jong Un. En este caso, Pedro se transformó por una tarde en la agente de policía "más sexy" de la ciudad. "Ya he cacheado a cuatro hombres y los que queden, cuando termine la Cabalgata ya empezaré a descartar", indicó la mascarita.

Mientras, a su lado, un pequeño leñador, nieto de la seductora policía, daba palmas en brazos de la abuela, también leñadora, a juego con la murga Los Trapasones. A su alrededor, los isleteros llevaron de casa todo tipo de artilugios para disfrutar del desfile. Neveras, sillas de la playa y hasta escaleras para poder ver mejor entre el gentío de Una noche en Río, alegoría del 2019Una noche en Río, .

Entre guacamayos, rumberos y cientos de versiones de la icónica brasileña Carmen Miranda, una tribu amazónica consiguió abrirse paso. Desde la profundidad de la selva surgió Andrés Cabral junto a varios indígenas sudamericanos y una pareja de chamanes, collar de cabezas reducidas incluido. "Nos salimos de lo típico", señaló Laura Carcher. A su lado, Javier Pérez, Germán Coalla y Jorge Ernesto Torres causaron sensación, con sus colgantes artesanos realizados a base de manteles reciclados y muñecas de juguete. "Durante días estuve documentándome, para copiar al milímetro los atuendos de las tribus del Amazonas", explica Cabral.

Quienes también desembarcaron en Manuel Becerra fueron Santi Navarro y Yeray Bordón, dos piratas naturales de Telde y Valsequillo, respectivamente, con un flamante barco a tres ruedas. Provenientes de los mares del Sur, pues el año pasado desfilaron en Maspalomas con el mismo disfraz, a las cinco de la tarde empezaron con las primeras copas a la espera del resto de bucaneros, una docena, resaltó Bordón. "La idea es meternos tras una carroza y llegar hasta el final".

Entre racha y racha de viento, las distintas comparsas del Carnaval intentaban aguantarse los tocados. En mitad de todas ellas, la Gran Dama, Luisa Lozano, rememoró aquella Cabalgata de 1977 en la que fue Dama de Honor de la Reina. "No lo disfruté como pensaba porque llovió", se lamentó, quien reconoce que habría ido de rumbera de no haber logrado el título.

Quien sí ostentó la fantasía de rumbera fue Gloria Lorenzo Regalado. A sus 73 años lleva a sus espaldas más de cuatro décadas de Carnaval y más de 60 disfraces. "Antes cosía para todas mis amigas y familiares, era conocida", indicó. "Si se me antoja un plátano, lo cojo", sugirió riendo mientras señalaba a su tocado, cargado de frutas. Conocedora de la fiesta, afirmó que nunca se pierde la Gala Drag y que las murgas "han perdido mucho, ahora son corales".

De veteranos a primerizos. El último Drag Queen, Drag Chuchi, se encargó de cerrar la comitiva real en La Isleta. "Son las cinco de la tarde y ya estoy cansado, pero cuando llegue a San Telmo quiero unirme a mis amigos", apuntó. Tras ellos quedaron más de 110 carrozas que alargaron la fiesta hasta más allá de la medianoche. A su paso por Santa Catalina los grupos dieron de sí lo mejor, con un público eminentemente internacional, mayoría de turistas, quienes intentaron buscar el carnavalero más guapo.