A los 35 años, Victor Troung Ngok cambió su profesión de paisajista por el mundo de las artes. Con el tiempo descubrió el mundo del traje y del disfraz, el cual describe como "esculturas en movimiento". Hace apenas un año decidió fijar su residencia en Maspalomas, momento en el cual descubrió el Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria. Se fijó entonces una meta, presentarse al concurso de disfraces adultos con una creación propia. El pasado jueves, 13 de febrero, desfiló por las tablas del Santa Catalina y, unas horas más tarde, su nombre destacó sobre el escenario. Había ganado el certamen con una fantasía bajo el nombre de La bestia y el planeta azul, una creación en la que ha querido plasmar su implicación con el medio ambiente, "no lo he hecho para mí, si no para transmitir un mensaje", apunta.

Ngonk cuenta con un pequeño apartamento en el corazón de Playa del Inglés que ha convertido en su taller particular, donde puede albergar más de 50 trajes diferentes. De madre francesa y padre vietnamita, buena parte de los materiales que utiliza para sus creaciones son reciclados, "busco mucho en la basura", reconoce. No obstante, el mecanismo que hizo posible la semana pasada que las alas de su fantasía pudieron moverse está realizado con piezas del motor de una lavadora, la batería de un taladro eléctrico y hasta una lata de galletas.

Lo más destacado de su disfraz son, precisamente, sus alas, de unos cinco metros de largo. Con unos llamativos colores, cada una está decorada con las imágenes de una serie de animales en peligro de extinción, como el elefante o el oso panda, y otros ya extinguidos, como el dodo. "Primero realicé la composición de photoshop, la guardé en un gran archivo y lo mandé a un sitio en Italia, especialistas en este tipo de impresiones", explica. Una vez trajo a la Isla la tela ya pintada, le dio forma y la decoró con lentejuelas y piedrecitas; una tarea que le llevó más de dos meses, aunque durante todo el último año se ha estado preparando "psicológicamente" para poder subir al escenario del Carnaval.

En los momentos previos a pisar las tablas del Santa Catalina no sobraron los nervios y hasta el sudor acudió a su cita, señala. Pero, lo cierto es que el arte de cambiar a las personas a través de una fantasía le viene de familia. Ngok guarda en su casa un álbum de fotografías de principios del siglo XX. Entre las múltiples instantáneas, destaca la de una pareja disfrazada de cortesanos versallescos: sus bisabuelos. "Ella era lesbiana y él transformista", explica el decorador mientras señala la imagen, la cual se realizó en Francia en 1920, aproximadamente.

Precisamente, el busto de su bisabuelo, coronado por una peluca drag decora su cuarto a día de hoy. Y es que todo el apartamento de Ngok destila creatividad. A su última traje, el cual desfilará por las calles de la capital grancanaria en la Gran Cabalgata el próximo 29 de febrero, hay que añadirle disfraces de todos los colores y formas. Desplegado sobre el sofá, el decorador destaca uno de estos. "Se trata de un jardín acuático que creé para un amigo, quien hizo de padrino en mi boda", explica. Una composición que destaca en su tocado por unas llamativas flores en diferentes tonos, multitud de plumas de varias texturas, entre otros elementos, con ciertas inspiraciones de Extremo Oriente.

"Se necesita organización para tenerlo todo a mano", indica mientras abre armarios y armarios en su taller. En unos lucen trajes repletos de lentejuelas y otros están colmados de carretes de hilo de costura o botes con piedritas brillantes. "Este otro casco lo hice con la lámpara de un parquin y las tetas de ese traje son dos bolas de Navidad", explica, mientras señala uno a uno los disfraces que decoran las paredes de su estudio; en especial uno de gladiador que utilizó tanto en el Gay Pride de Sitges como en el de Montpellier en 2014, su primera creación.

Ngok, quien se define como "muy perfeccionista", señala que utiliza los trajes para "sacar la faceta psicológica de una persona, revelar una parte del subconsciente". "Se trata de un relato de una personalidad oculta", explica de manera metafórica. Más allá de la fuente de inspiración que puede suponer cada persona, el Archipiélago también le ha servido en este último año para desarrollar su trabajo. "La primera vez que vine de vacaciones, al subir al avión lloré, había una energía que me decía que tenía que vivir aquí en un momento de mi vida", comenta. "Y no solo eso, también la luz que lo baña todo, la densidad de colores que una percibe en la Isla es increíble", puntualiza.

"Es una pasión, pero no vivir de ella", explica mientras recuerda como hace unos años un grupo oficial del Carnaval de Sitges le encargó hasta 22 disfraces, "a 50 céntimos la hora de trabajo, aquello no salió rentable", puntualiza. A pesar de esto, Ngok ya tiene planes de futuro, su nueva meta será prepararse física y psicológicamente para la gala Drag Queen de la capital grancanaria. "Ya ha contactado conmigo un patrocinador", explica. Por delante le queda un año de mucho esfuerzo.