Calma, una calma muy tensa era lo que se respiraba anoche entre las candidatas a reina del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria en los minutos previos a la gala. Plumas, lentejuelas, pedrería y mucha silicona entre las bambalinas . Los diseñadores, maquilladores y todos sus ayudantes daban los últimos retoques antes de la gran noche. Mientras, en los alrededores del edificio Miller, el gentío comenzaba a agolparse. Periodistas, políticos y muchos carnavaleros, desde murgueros hasta comparseros ensayando los últimos pases de baile. Hasta algún que otro personaje sacado de los cuentos, entre ellos varios duendes, terminaban de ensayar el número musical de la apertura de la gran gala.

"¿Nervios? No, lo siguiente, eso no se puede controlar", confesaba Aythami Rodríguez, diseñador de la candidata número 11, Sonia Crespo Rodríguez, mientras terminaba de ajustarle los últimos detalles en piernas y brazos. No obstante, reconocía entre risas haberse tomado una tila para poder soportar el momento, aunque lleva ya seis años creando fantasías en distintos concursos del Carnaval.

"Ahora estoy bien, los nervios vienen luego al salir", señalaba Crespo, mientras su diseñador terminaba de ponerle los zapatos y dejaba todo listo antes de pisar las tablas del Santa Catalina. "La experiencia es súper bonita, pienso dedicar mi paso por el escenario a toda la gente que me ha ayudado", explicaba la joven, mientras permanecía impaciente. Todo tenía que quedar listo y la muchedumbre que la rodeaba tenía que arreglar pequeñas cositas que se habían roto por el camino, indicaba el diseñador.

Lo cierto es que trasladar las fantasías, las cuales pesan decenas y decenas de kilos, sin contar con las miles de plumas y lentejuelas que los componen, sufren en muchas ocasiones el traslado desde los talleres de los diseñadores hasta las bambalinas del Miller. "Siempre se cae algo, pero en general son boberías", indicaba Samuel Castellano pistola de silicona en mano.

"Bastante tranquilita", repetía Isabel Santana, la candidata de Castellano. Desde las cuatro de la tarde llevaba allí la joven, dispuesta a embadurnarse en maquillajes, cremas y pedrería. Precisamente, su fantasía se caracterizaba por eso, por una gran cantidad de brillantes y lentejuelas, mientras su diseñador apuraba los últimos minutos antes de la gala para volver a pegar esos pequeños detalles que habían decidido despegar de última hora.

Las prisas no eran para menos, Castellano presentaba dos fantasías y se vio obligado a repartir su tiempo entre ambas. Minutos antes ya había dado los últimos retoques a la pedrería de Miriam Silva Sánchez, quien fuera la primera candidata en pisar las tablas del Santa Catalina, a eso de las nueve y media de la noche. Muy cerca de esta, Andrea Encinoso Pérez, tercera aspirante al cetro del Carnaval, aguantaba el voluminoso tocado de su disfraz. Y lo hacía con destreza, tanta, que se atrevió a demostrarlo ante quienes por allí remoloneaban con unos pasos dignos de una comparsera, hasta tal punto que logró hacer un amago de perreo. Y es que los minutos previos en el backstage del Miller están repletos de miradas curiosas, deseosos de hacer sus propias quinielas sobre quién ganará.

Cada candidata tiene sus propios trucos y fetiches. "Esta pulsera me la regalaron unos niños con cáncer de la asociación Pequeño Valiente, me la dieron en 2015 y desde entonces no me la he quitado", apuntaba Isabel Santana mientras Castellano terminaba de tapársela con parte del traje para que no desentonara por su color amarillo.

Tras el biombo, Susana Bianca se reafirmaba, "ahora estoy súper tranquila, los nervios fueron ayer", apuntaba con ganas de salir al escenario; no obstante, llevaba desde las tres de la tarde preparándose. En una esquina del Miller, Josué Quevedo miraba fijamente cómo sus ayudantes comenzaban a colocarle el casco a Minerva Hernández. "Bien, siempre temes la última semana antes del concurso, por si no llegas con algo, pero está saliendo todo perfecto", indicaba, sin antes reconocer que se tomó una buena valeriana para afrontar la noche.

Con todo, tan solo faltaba afrontar los nervios finales, en una tensa calma entre plumas y lentejuelas antes de subir al escenario e intentar lograr el trono del Carnaval de Érase una vez... ante un parque Santa Catalina deseoso de conocer el resultado.