Miles de personas llenaron este martes un parque Santa Catalina que fue tomado por mascaritas, comparsas y una nube de libélulas que tampoco quisieron perderse el concierto de Juanes, el cantante más internacional de esta edición de 'Érase una vez...'. La actuación del artista colombiano, que comenzó rayando ya el atardecer, fue el evento más esperado de este Carnaval de Día, que reunió durante la jornada de ayer a las bandas grancanarias La Trova y Última Llave, a los Dj. Toni Bob y Ulises Acosta, y a la banda tinerfeña Ni 1 pelo de tonto.

Ya desde el mediodía había quien cogía sitio en los contornos del escenario principal para no perderse la actuación estrella de estas carnestolendas. Vanesa y Jony, dos flamantes antes unicornios con tutú y brillantina, asistieron expresamente a disfrutar de la música del colombiano de 'La camisa negra'. "A nosotros lo que más nos gusta es el Carnaval de Día, los Indianos y las murgas", comentaban estos supuestos équidos parlantes mientras el pasacalles de comparsas y batucadas desplegaba sus plumas al son de los timbales.

La batucada Caribe Creando Escuela aprovechó su minuto de escenario para conmemorar a viva voz su décimo aniversario y rendir "merecido" homenaje a su directora, Xiomara. Acto seguido, el grupo La Trova inundó el escenario con sus más de 30 coloridos componentes, que vestían camisetas del Carnaval de los Cuentos verdes, rojas, azules y naranjas. El grupo grancanario, formado en 2003 por varias decenas de amigos vinculados a la Tuna y otras agrupaciones folklóricas, abrió el espectáculo con la canción más carnavalera de Sindo Saavedra. Y el personal, que ya traía puesto sus mejores disfraces, continuó dándole al cuerpo lo que le pedía.

Conciertos de día

"Somos 28 voces, más la banda", contaban José y Eduardo, dos de los miembros de la multitudinaria agrupación. Este año es ya la cuarta vez que participan en el escenario principal del Carnaval capitalino y aseguran que "todos los años se llena el parque con miles de personas". Un auténtico "boom" que ayer llegó a su punto álgido con la llegada a la tarima de Juanes, si bien desde la mañana el llenazo estaba asegurado. Ya sólo los más de 30 miembros de la banda copaban las mesas del chiringuito donde tomaron algún refrigerio para hidratarse antes de la actuación.

Los hidroaviones que sobrevolaban el puerto desde por la mañana parecían formar parte de la fantasía del Carnaval. El vuelo bajo de los aeroplanos daba la sensación de que iban a aparcarse en cualquier lado y apuntarse al festival. Pero no. Una vez cargada el agua suficiente, tras unos segundos tocando la superficie del mar, se elevaban de nuevo y seguían su camino hacia el noroeste. En su afán por atajar el incendio que prosigue su feroz camino sobre la Reserva Natural de Inagua.

El mullido césped del parque Santa Catalina invitaba a sentarse buscando algo de sombra en una mañana en la que se llegó a una temperatura máxima de cerca de 30 grados. Eso sí, libre ya de calima. "Nos vamos a asar aquí dentro, pero es que para lucir hay que aguantarse", comentaban dos curiosos seres con algo de humano y algo de vacuno, enfundados en un caluroso traje de terciopelo con motas negras y blancas. Amén de sus dos cuernos rosados.

El adiós definitivo a la calima

Y es que hubo quien se trajo el disfraz de invierno a unas carnestolendas que fueron presagio de un verano tempranero. Otros más acordes con el clima, vestían con la tela justa y necesaria para tapar lo imprescindible. De todo se pudo ver ayer, aunque el principal protagonismo lo tuvieron las legiones de caperucitas, alicias, minions, princesas y fantásticos seres de todo tipo y condición que llenaron de magia y colorines el recinto de los cuentos de 'Érase una vez...'. Una sabia Mary Poppins se trajo el carro de la compra en lugar del bolso y en él guardaba todo lo necesario para sobrevivir unos cuantos de días de diversión.

"Poca cosa hemos podido hacer estos carnavales", añadían los simpáticos unicornios del tutú. Y es que después de la nube de siroco que destiñó el fin de semana, al fin los alisios dieron un impulso renovado a las fiestas más esperadas de todo el año.

Los pequeños sombrereros Antonio, Diego e Irene, de 3, 4 y 8 años de edad, salieron por la mañana para aprovechar que ya la capa de polvo sahariano se marchó y el Carnaval recuperaba su mágico colorido. "Encima que los pobres se quedaron sin cabalgata", comentaban sus respectivas madres, quienes ya adelantaban que no acudirán a la del domingo puesto que en ella no habrá carrozas y "encima coincide con la Sardina" lo que estiman "va a ser un follón". María y Silvia, vestidas también de sombrereras, como sus hijos, no estaban muy convencidas con el cambio en la organización de los actos del Carnaval.

Lo mismo pensaban las jovencísimas Ivonne, Denisse, Tareixa y Amanda, de entre seis y diez años de edad. "Nosotras íbamos a salir en la carroza del grupo de ballet de Silvia Barrera y al final no van a salir", comentaba, algo decepcionada, Tareixa, que durante el día de ayer se convirtió en una Caperucita Roja llena de purpurina. Como detalle curioso, las bailarinas desvelaron que tres miembros del trono real del Carnaval salieron de su ballet. "La Reina, la tercera y la cuarta dama también son del grupo de Silvia Barrera", explicaban emocionadas.

Lleno a rebosar

Y es que durante toda la jornada niños y adultos compartieron el protagonismo de la versión más diurna y sosegada de las carnestolendas. Según entraba la tarde, el mogollón se iba haciendo más notorio y apenas cabía un alfiler. Al empezar el concierto de Juanes el abarrotamiento era tal, que la policía comenzó a poner tope en algunos flancos e impedir que la gente siguiera pasando.

Además de las mascaritas, unos extraños visitantes hicieron su aparición en el espacio aéreo del Santa Catalina. Una bandada de libélulas sorprendía al personal con su voluptuosa presencia, tan poco usual en las islas, más acostumbradas a las langostas venidas desde el desierto. Esta vez los anisópteros no formaban parte del decorado de los cuentos, sino que surcaban los cielos a su antojo despertando la curiosidad del personal.