Cinco minutos de desconexión. Una nube negra se puso en la mente de los claretianos para tirar por la borda todo el trabajo realizado durante 38 minutos, que fue lo que tuvo que remar el Lokomotiv Kuban en el Basket Hall de Krasnodar para ponerse por delante en el tanteador. Minutos de tensión en los que los hombres más destacados durante el partido veían cómo pasaban los minutos desde el banquillo. Xavi Rabaseda estuvo ocho segundos en cancha en el último cuarto y Radicevic ingresó a falta de un minuto y medio mientras observaban cómo de desangraba el equipo delante de sus ojos.

El Herbalife consiguió distanciarse hasta de doce puntos en un comienzo de partido en el que saltaron a pista como un auténtico ciclón. La ventaja de los amarillos durante gran parte del partido hacía augurar que llegaría la primera derrota del Loko en la competición europea.

No pensó lo mismo Dmitry Kulagin y Mardy Collins, que anotaron quince de los veinte puntos rusos en el último cuarto y fueron minando poco a poco la moral de los insulares. Tanto como para que Albert Oliver, un jugador que se caracteriza por su sangre fría en los momentos calientes, se jugase tres triples en los últimos diez minutos sin venir a cuento. Además de fallar su primer tiro libre de la competición -llevaba 27 de 27- cuando tuvo la oportunidad de igualar el marcador a 75 a falta de treinta segundos.

Pasar página

El Herbalife regresa a la Isla con la mente puesta en el segundo partido de la serie que se disputa el viernes en el Gran Canaria Arena. Ya sabe cual es el camino para derrotar al ogro de la Eurocup. Eso sí, de vencer, deberá regresar al sur de Rusia y soportar otra odisea de 5.132 kilómetros en sus piernas para volver a jugar otra semifinal.

Deberá regresar la imagen exquisita de los amarillos para imponerse en la serie al Lokomotiv. La misma que mostró ante el Valencia el pasado domingo y en gran parte del partido de ayer.

La misma que mostró en el primer cuarto ante la mejor defensa del campeonato. Los hombres de Casimiro no se arrugaron de cara a canasta y la veían como una piscina en los diez primeros minutos. La proyección al finalizar el cuarto era de superar los cien puntos (27), algo inesperado contra un conjunto que promediaba 69 por partido hasta ayer.

Radicevic se encargó de empuñar el martillo pilón amarillo con el que golpear el aro ruso. El base serbio, desde que llegó a la disciplina claretiana está de dulce. Comandó los primeros compases al equipo y sumó ocho puntos en los siete primeros minutos que estuvo en el parqué del Basket-Hall. Con la muñeca caliente, Luis Casimiro, como de costumbre cada vez que un jugador está en racha, lo mandó al banquillo.

Al final del primer cuarto, el Granca encadenó un parcial 9-0 en contra que permitió maquillar el tanteador al equipo del Este europeo 24-27.

Volvió el showtime amarillo en la reanudación del segundo cuarto. A pesar de que sólo había conseguido anotar dos puntos en cuatro minutos, la vuelta a cancha de Xavi Rabaseda revolucionó el partido de nuevo para los claretianos. Un triple de Aguilar, seguido de cinco puntos de Mekel en un mismo ataque, abrió brecha de nuevo entre los dos equipos (31-40, minuto 16). Ello provocó el cabreo de Sasa Obradovic y el consecuente tiempo muerto. Una norma de primero de entrenador: parar cuando la sangría de puntos de tu equipo rival empieza a hacer mella. Cosa que no ocurrió en el último cuarto hasta que el Lokomotiv se puso por delante en el marcador.

Tras el parón del técnico serbio, el Lokomotiv empezó a ejercer una presión en toda la cancha que permitió cortar la racha positiva de los grancanarios. Aún así, Rabaseda con un triple permitió mantener la distancia al finalizar la primera parte 39-47 a favor de los insulares. El alero catalán es uno de los que el virus FIBA no le ha afectado e ir con la Selección le ha supuesto un chute de confianza en sí mismo.

Tambaleo amarillo

Los veinte minutos de descanso le vino como anillo al dedo a los rusos. Dos triples de Chris Babb, tras un intercambio de canastas por parte de las dos escuadras, acercó el marcador a cinco puntos.

Empezó a carburar el equipo ruso, con Collins al mando. Al ex jugador de los Knicks y Clippers no le quemaba el balón en las manos y las pedía todas para empezar a cocinar la remontada.

Mantuvo la compostura amarilla Rabaseda, no solo con sus puntos -11 en 26 minutos-, sino con el coraje que imprime a sus compañeros. Ejemplo aislado de ello fue una presión de saque que provocó un campo atrás del Lokomotiv. Además de los dos robos de balón que contabilizó en los 40 minutos. Los intangibles del catalán son infinitos en este equipo.

Al igual que la garra que aporta Báez, que ayer se vio envuelto en una tangana al defender a Rabaseda por una falta que cometió el catalán y le costó una doble técnica junto a Elegar. Gente que muere por el escudo.

Mientras, el Lokomotiv iba ganando mini batallas en el marcador y consiguió igualar a 59 puntos a falta de 19 segundos para terminar el tercer cuarto. Igualdad que se encargó de desequilibrar Aguilar con un triple en la última acción de los treinta minutos. Por una vez salió bien el plan de la pizarra de Casimiro.

El último cuarto se convirtió en el mejor ejemplo de cómo gestionar de la peor forma los momentos de tensión de un partido. Mientras el Lokomotiv le daba todas las bolas a Collins y Kulgarin, que estaban en un estado de trance con el aro amarillo -quince puntos entre los dos-; Casimiro se empeñaba en mantener en el banquillo a los hombres que más rendimiento le habían dado hasta el momento.

Salió Radicevic a falta de minuto y medio para empatar con un triple 73-73. Pero entre el empeño de Oliver por jugarse los balones sin tener opción de tiro y el acierto de los rusos en los últimos segundos dejaron el luminoso final en 79-74 y con el balón en el tejado del Herbalife, que tendrá que decidir el viernes en el Gran Canaria Arena a las 20.00 horas si quiere regresar a Krasnodar para luchar por una plaza en la semifinal de la Eurocup dos años después.