El apetito que tenía el Khimki alguien lo iba a pagar. No había tenido demasiado suerte en este arranque de la Euroliga. A la quinta jornada llegaba con su casillero de victorias a cero, pero con dos partidos perdidos por solo un punto. La VTB League está bien como tentempié, pero este Khimki, con el jugador mejor pagado de Europa tiene otras aspiraciones: dar guerra en la mejor competición del continente. Ganar era la única opción que contemplaba ante la visita del Herbalife Gran Canaria, cómplice del primer festín europeo del equipo dirigido por el ogro Georgios Bartzokas.

Compareció en Moscú el Granca triste, el indolente, el que se deja someter. Perdido en la pista desde el inicio se entregó de lleno al Khimki que castigó la parsimonia de un Herbalife condenado por el talento del rival, pero también víctima de sus errores propios y de un letargo preocupante, que se ha asomado más de una vez esta temporada. Si hace una semana ponía al CSKA contra las cuerdas, solo una más tarde se rindió cuando aún quedaba demasiado por jugar. Sin cabeza, sin argumentos, sin baloncesto, el Granca se diluyó para ser devorado por el Khimki (87-72).

Porque aunque la diferencia al término de los 40 minutos no fuese demasiado escandaloso en un escenario como la Euroliga -apenas 15 puntos-, el partido dejó otra radiografía distinta. El Granca nunca encontró respuestas para tutear al Khimki, liderado un día más por Alexey Shved -24 puntos y 7 asistencias-. Solo un parcial final de 0-14, donde el Granca recortó los 28 puntos de distancia que llegó a manejar el equipo de las afueras de Moscú, maquilló un marcador terrible para el Granca, castigado sin piedad.

Sí hubo un momento donde el Granca pareció que podía hacerle cosquillas al Khimki del señor Shved. Fue al comienzo del partido, en el cuarto inicial, donde arrancó con cierta autonomía para encauzar el choque, para anotar. Un hecho, este último, que demostró el Khimki que puede hacer de manera sobrada. Si el Granca mostró un 0-5 de entrada, currado, con un 2+1 de DJ Strawberry y una canasta a media distancia de Kim Tillie -titular en el día de ayer-, al cuadro ruso le sobró con correr. En una palmada, 7-0 de parcial y de ahí al término de los 40 minutos, el Granca siempre estuvo por detrás (7-5).

Se mantuvo el Granca con vida a pesar de su derroche en las pérdidas (seis en los diez primeros minutos) y de ver cómo iba creciendo la erupción del volcán Shved, inalcanzable para Xavi Rabaseda, el perro que tenía ayer la difícil tarea de acomplejar al excelso escolta ruso, un propósito casi imposible. Tony Crocker, inspirado, se erigió como escudero perfecto del exjugador de los Timberwolves. Un triple del norteamericano abrió un parcial de 9-0 (25-16) que volvió a mostrar al Granca lo que le esperaba: un torbellino si no se afanaba en defensa. Un triple de Marcus Eriksson y un par de tiros libres de Albert Oliver permitieron al Granca irse con vida al final de los primeros diez minutos (25-21). Pero a ese hilo de esperanza le quedaba más bien poco.

El Granca mantuvo su línea de pérdidas. No dejó de acumular errores y se topó con un problema para generar opciones de canastas. Los claretianos no le tomaba el ritmo al partido y el Khimki seguía creciendo. Llegó la séptima pérdida, la octava, la novena...y para entonces el Granca ya había sido apaleado en el partido. Alexey Shved siguió a lo suyo: anotar. Clavó un triple para subir la distancia a los dos dígitos para que aquel trecho sirviera de barrera moral para los suyos (35-25). Con ese sentimiento de dominación, el Khimki rompió definitivamente el choque.

A falta de cuatro minutos para el descanso, el Granca solo había anotado cinco tristes puntos. Sus porcentajes al descanso revelaban el drama anotador que estaba pasando el Herbalife: 9/19 en tiros de dos (47%) y 2/9 en triples (22%). Poco, demasiado poco, para aguantar el ritmo que, entre otros, proponía el mismo Granca.

Estaba tan cómodo el Khimki que siguió lanzando para sentenciar el partido. Dee Bost y Shved clavaron dos triples consecutivos que ponían los 17 puntos de diferencia (47-30). El Granca estaba muerto. Su actitud frente al partido lo revelaba. Al descanso, 16 abajo (49-33), pero más allá del marcador, la distancia era mucho mayor.

El tercer cuarto se despertó con buenas noticias para el Gran Canaria. Parecía el Khimki de Bartzokas dormitado, menos vivo que antes de pasar por el vestuario. De entrada, perdió balones, se lió y el Granca puso un 0-4 para intentar acercarse al partido (49-37. Continuó la historia, pero el equipo de Salva Maldonado no supo ejecutar los problemas del Khimki para transformarlos en alerta para los rusos. El Granca no acertaba. Se mostraba incapaz de conseguir traducir la pájara del Khimki en puntos para acortar la sangría en el marcador.

La oportunidad de hacer tambalear al Khimki se disipó con la muñeca de Shved -que al descanso sumaba 16 puntos y 5 asistencias-. El máximo anotador de la temporada pasada en la Euroliga aporreó de nuevo al Granca con tres triples (54-37, 57-39 y 62-45). Todo con la buena predisposición de Anthony Gill para formar un dúo que acabó con cualquier tipo de reacción del Herbalife.

El Khimki se distanció del Granca en más de 20 puntos (67-45) y los amarillos se pusieron a pensar en otra cosa. La incomparecencia del Gran Canaria se notó. No le entraban los triples a Marcus Eriksson, Kim Tillie, mejorado en las últimas semanas, demostró que aún le queda un mundo para estar a su mejor nivel, y el Granca entró en un bucle que le llevó a salir al último cuarto con 24 puntos por remontar (77-53). Una auténtica quimera.

Se dedicó el Khimki a degustar su primera victoria. El Granca, espoleado por la actitud de Luke Fischer y Oriol Paulí, encontró el camino para desquiciar a Bartzokas. Firmaron un 0-14 de parcial (del 83-55 al 83-69) que enfureció al técnico griego lo suficiente como para que se volviesen a poner las pilas. Un soplo, cronómetro a favor y primera victoria para mostrar a un Granca que salió de Moscú rendido. El peaje, como la semana pasada, está en la Liga Endesa. Evitarlo en Manresa, la próxima batalla de un Herbalife que levanta más dudas que certezas.