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Larkin, el balón para acabar con un trastorno

Estrella del Efes, controla con el deporte su enfermedad obsesiva compulsiva

Shane Larkin con la camiseta de Boston Celtics. CJ GUNTHER

"Me lavaba las manos hasta que me sangraban". El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) con el que tiene que convivir Shane Larkin le mantiene alerta en todo momento en el que el base del Efes, nacido en Cincinnati (Estados Unidos), considera que sus manos han estado en contacto con alguna fuente de gérmenes y se ve obligado a limpiarse. Una enfermedad que afecta a una de cada cien personas en el mundo y que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera como una de las 20 más discapacitantes.

El base, que hoy juega en el Arena, confesó en una entrevista a Jakie MacMullan, reportera de la cadena estadounidense ESPN su trastorno, con cierta incredulidad a poder dar una respuesta a su comportamiento. "Son parámetros impredecibles, si veía un número en la televisión, esas serían las veces que tendría que lavarme las manos durante el día", reflejaba el americano durante la entrevista.

El círculo de confort para controlar su obsesión la encontró en la pista de juego. A través de un balón, que tiende a estar en constante contacto con las manos de los jugadores y en el que impera el choque entre los contendientes, Larkin no se privó de enamorarse del baloncesto y evadirse de su TOC. "Fue una locura. No podía tocar un botón de ascensor o un grifo para beber agua porque estaban sucios, pero podía jugar en una cancha donde los chicos se tocaban las axilas o se hurgaban la nariz y después tocaban el balón", añadió el nuevo comandante del Anadolu Efes.

Vitola NBA

A pesar de tener que lidiar con este trastorno, Larkin ha realizado una trayectoria deportiva destacada. Un base con experiencia NBA (Mavs, Knicks, Nets y Celtics), que ha estado a caballo entre Europa (fichó con Baskonia en 2016) y la liga estadounidense para, después de llegar la temporada pasada a las Finales de Conferencia Este con Boston, fue contratado por el Anadolu Efes para liderar el proyecto del conjunto turco en la presente campaña en Euroliga.

Su paso por el Baskonia hace dos temporadas le sirvió para regresar a la NBA gracias a los 14.1 puntos y 4.9 asistencias de promedio que firmó en el equipo vasco.

El mítico General Manager de los Celtics, Danny Ainge, centró su mirada sobre Larkin y le puso al servicio del entrenador Brad Stevens y su asistente Jay Larrañaga, con pasado amarillo en 2003, para ocupar el rol de tercer base leprechaun tras Kyrie Irving y Terry Rozier. La grave lesión de rodilla de Irving en marzo le permitió cobrar mayor protagonismo en la rotación verde y aumentar su presencia en pista hasta los 14 minutos de media en los once encuentros del Playoff que disputó.

Llegado el verano, Larkin, que había declarado que no le importaría regresar a España, finalmente se decantó por la oferta del Anadolu Efes, que desembolsó 1,7 millones de euros por su contratación y convertirle de esta forma en el noveno jugador mejor pagado de la competición continental.

En el proyecto comandado desde la línea de banquillo por Ergin Ataman, Larkin se sumó a los fichajes con pasado en la Liga Endesa después de las altas de Rodrigue Beaubois, con quien coincidió en Baskonia, Adrien Moerman (ex Barcelona), Tibor Pleiss (ex Baskonia, Barça y Valencia) y Simon Krunoslav (ex Unicaja).

Unos jugadores que saben lo que es jugar en Gran Canaria y que especialmente a Larkin se le dio bien cuando se enfrentó a los claretianos con la camiseta baskonista. Incluido su estreno con la casaca vitoriana, en la gloriosa Supercopa que conquistó el Herbalife en el Buesa Arena, Larkin acumuló seis partidos frente a los isleños: dos de liga regular y tres del Playoff, en los que el base anotó 12.2 puntos y dio 4.2 asistencias por partido jugado.

A pesar de los buenos números en ataque del americano frente a los amarillos, también mostró su faceta más débil: el de las pérdidas de balón. Hasta tres por encuentro desperdició Larkin contra el Herbalife en 2016. Y es un lunar con el que sigue contando, pues en la presente temporada promedia dos pérdidas en los cinco partidos de Euroliga que ha disputado. Una de las claves en las que se puede cimentar la victoria que busca esta noche el Gran Canaria y que devuelva la confianza a los insulares.

Y en DJ Strawberry, el máximo robador de carteras del equipo, puede recaer la responsabilidad de atosigar a Larkin para que continúe cometiendo pérdidas de balón sobre el parqué del Arena.

Casualidades de la vida, Larkin y Strawberry, además de compartir pista esta noche coinciden en que ambos están tocados por la varita de los que nacen predestinados a destacar en cualquier disciplina deportiva, puesto que los padres de ambos jugadores fueron grandes estrellas de la MLB, la liga estadounidense de béisbol. Tanto Barry Larkin, como Darryl Strawberry acumulan un extenso palmarés, que a buen seguro sus hijos desearían emular en su deporte.

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