El estado del parqué del Gran Canaria Arena, se convertía en una de las comidillas de la Euroliga en el inicio de la temporada. Tanto que la organización de la máxima competición continental obligaba a cambiarlo.

Cuando este asunto estructural se subsanaba con esta medida drástica, otro nuevo contratiempo relacionado con la instalación de Siete Palmas sonrojaba de nuevo al club claretiano ante la Europa baloncestística, y otra vez salía salpicado de un problema ajeno a sus competencias directas.

La lluvia que anoche arreció sobre Las Palmas de Gran Canaria dejaban al descubierto las carencias de la instalación ante tanta cantidad de agua, que se filtraba por las entrañas del pabellón y, lo más grave, en la pista de juego y en el graderío, por donde aparecieron hasta paraguas; incluso se llegó a ver a una operaria armada con el balde y la fregona secando una parte de los asientos.

Sin duda una lamentable impresión para la instalación propiedad del Cabildo. Inaugurada hace poco más de cuatro años con un coste cercano a los 70 millones de euros, anoche mostraba sus carencias nada menos que ante los miles de espectadores de la segunda competición del deporte de la canasta más importante del mundo tras la NBA.

Las goteras afectaron al devenir del encuentro de anoche contra el Bayern de Múnich. Se registraron incidentes que bien podían haber puesto en peligro la integridad física de los jugadores, e incluso de alguno de los voluntarios que se afanaban desde el comienzo hasta el bocinazo final en secar la cancha.

Aprovechaban que el juego se desarrollaba en la otra parte de la pista para saltar al parqué y limpiarlo de humedades. En una de estas, al comienzo del tercer cuarto, el Herbalife recuperaba un balón en su zona y Chris Evans salía a toda pastilla hacia el aro contrario.

El voluntarioso joven que secaba el agua no se percataba de la acción y se salvaba de milagro de ser atropellado por el alero estadounidense del cuadro amarillo.

Una acción que coronaba lo que había ocurrido durante la primera mitad, donde el problema tuvo una incidencia mayor. En la segunda, al cesar las fuertes lluvias que afectaron a la capital en los momentos previos al inicio del choque y durante los albores del mismo, se paliaba la situación.

Anteriormente, DJ Strawberry, Anzejs Pasecniks y sobre todo el jugador del Bayern de Múnich Derrick Williams vieron en peligro su físico por culpa de resbalones sobrevenidos de la cancha mojada por las goteras.

Ya desde el calentamiento de los dos equipos se encendían las alarmas. El delegado de cancha del Herbalife, Miguelo Montes, daba instrucciones a los voluntarios elegidos para que, continuamente, saltaran a secar las humedades.

Hasta casi un quinteto vestido de azul se intercalaba durante el duelo con el amarillo del Granca y el rojo del Bayern. Compañeros les surtían de toallas secas. En el descanso, hasta cinco se repartían por la pista colocadas bajo unas goteras que por momentos se multiplicaban.