La situación del Herbalife es prácticamente insostenible. Pocas cosas quedan a las que agarrarse para ser positivos con este equipo tras el bochorno que protagonizó ayer en Kaunas. El Zalgiris, un equipo que promediaba antes de enfrentarse al Granca 77 puntos, se exhibió como no lo había hecho en toda la temporada. Se aprovechaba de la endeblez insular para endosarle una soberana paliza por un marcador de 98-64. El fiestón en el Zalgirio Arena fue tal que hasta Sarunas Jasikevicius, un hombre caracterizado por su acidez, se paseó con una sonrisa de oreja a oreja por su zona del banquillo.

La sensación de que el Granca no debe emplearse al 100% en la Euroliga sobrevuela en cada encuentro con vistas a reaccionar en la Liga Endesa. Pero una cosa bien diferente es la imagen tan paupérrima que dejaron ayer los insulares en Lituania. Tal fue la displicencia que el Zalgiris terminó jugando con tres júniors en pista e incrementado la diferencia en el luminoso sin freno alguno. Hasta 40 puntos de máxima llegó a disfrutar el equipo báltico...

Aun así, solo se ha entonado el mea culpa por parte de los jugadores amarillos. Ni desde la zona noble ni desde los responsables del apartado técnico se ha optado por la vía de la autocrítica, más necesaria que nunca en una situación como la vivida ayer.

Y atentos, que el domingo el agujero aurinegro puede succionar todavía más al Gran Canaria en los puestos de descenso de cosechar una nueva derrota en su visita a Tenerife para enfrentarse al Iberostar.

De presentarse en el Santiago Martín con la misma actitud que demostró en Kaunas desde el primer cuarto, el Granca no tendrá ninguna opción de batir al equipo de Txus Vidorreta. Desde el salto inicial, el conjunto lituano puso el 2-0 y no soltó su ventaja en ningún momento. Todo fue sumar, sumar y sumar.

Tanto como los 14 cuartos que encadena el Gran Canaria sin anotar más puntos que sus adversarios, igualando de esta forma el récord negativo que posee junto al Hapoel Jerusalem, según datos del estadista Mr.Chip. De anotar menos puntos que el Darussafaka la próxima jornada en el primer cuarto, establecerá un nuevo registro en la historia de la competición. Un sinfín de optimismo...

Esos dos primeros puntos de Brandon Davies, logrados con un estético mate que levantó a los 13.569 espectadores del Zalgirio Arena, iban a ser el preámbulo del jolgorio que disfrutaron ayer los lituanos en su cancha, incluso viéndose tan festivos como para hacer la ola desde el tercer cuarto, cuando su equipo doblaba en el marcador al rival (61-30, en el minuto 24).

Tiempo de sobra

Pues calculen, si el Gran Canaria anotó 64 puntos en total, el Zalgiris pudo haberse quedado en blanco durante los siguientes 15 minutos y hubiera vencido igualmente.

Porque la sensación es de que si los lituanos hubieran decidido darle el balón al Granca por cada ataque, la puntería amarilla estaba tan mal calibrada que no hubiese sido capaz de recortar puntos.

Volvió a insistir de nuevo en los intentos de tres el conjunto de Víctor García. No se cansa en su empeño -es el quinto equipo con más lanzamientos en la Euroliga- y volvió a firmar un porcentaje paupérrimo. Un 21% tras solo ver aro siete veces de los 33 tiros que realizó.

Por contra, el Zalgiris, alejado de esa tendencia triplista, cocinaba sus jugadas a fuego lento. En el primer cuarto no lanzó ni un tiro desde la línea de 6,75.

Prefirió picar piedra en la pintura claretiana, y así las torres lituanas comandaron el 25-10 con el que se cerraba el primer periodo del partido. Deon Thompson -ex del Burgos- y Aaron White sumaron seis puntos en diez minutos, junto a los cuatro del pívot Brandon Davies. 16 entre los tres.

Cifra que no llegó alcanzar el Herbalife hasta que transformó un triple Simas Vene, después de un tiempo muerto solicitado por Víctor García cuando el Zalgiris encadenaba un parcial de 22-3 a favor y ponía el 39-13 al minuto 14.

Llegado el ecuador, destacaba la actuación de Jokubaitis, un pibe de 18 años que apenas acumula 47 minutos en la Euroliga y que sumaba seis puntos, dos rebotes y tres asistencias para contribuir al 46-27 con el que se cerró la primera mitad. Mayores números que toda la rotación amarilla al descanso.

Rabaseda era contundente en la entrevista protocolaria antes de acudir a vestuarios. "No estamos siendo conscientes de la exigencia que implica la Euroliga", destacó el alero catalán.

La reanudación no sirvió para otra cosa que para dejar más rasgadas las vestiduras amarillas. Las dudas en los jugadores insulares eran más que visibles cuando tenían el balón en su poder. Muchos no sabían qué hacer: las manos se engarrotaban con los tiros, otros no se atrevían en posiciones liberadas, o simplemente perdían el balón de forma deliberada. Hasta trece regalos dieron ayer los insulares, teniendo en cuenta que casi no tuvieron presión en los últimos minutos.

Dobla el marcador

El estado psicológico del Granca a la mitad del tercer cuarto era un auténtico despropósito. Tener que afrontar que el rival le doblase en puntos (63-30) con 15 minutos por jugar suponía recorrer una cuesta tan empinada como la que le queda por afrontar el próximo domingo a las faldas del Teide.

Los jugadores lituanos comenzaron a gustarse en la pista; si no era un triple de Ulanovas después de un eurostep académico, era un misil de nueve metros de Walkup para poner el marcador 77-43 a diez minutos para la conclusión.

El Herbalife, completamente entregado a su rival, tuvo que ver cómo Jasikevicius ponía en pista a Venskus (nacido el año 2000), Uleckas (de 1999) y Jokubaitis (del 2000)y continuaba haciendo sangre en el marcador.

La desesperación de Víctor García era latente con las canastas baratas que concedía su equipo, tanto que se ganó una técnica por parte del trío arbitral sin casi venir a cuento cuando el luminoso del Zalgirio reflejaba un 81-46 aplastante. Innecesaria sanción.

El momento de pasar por debajo del futbolín para el Herbalife le llegó en el momento que Deon Thompson anotaba un tiro libre y elevaba la máxima diferencia a 40 puntos (93-53).

Con apenas dos minutos por disputarse de encuentro, al Zalgiris se le antojó llegar a los 100 puntos, esa meta psicológica que ocurre cuando el marcador se acerca a la centena a pocos segundos de la conclusión. La única alegría que pudo celebrar el Granca fue precisamente dejar a los bálticos sin su objetivo, pues ahí si defendió con uñas y dientes su honor y dejó el tanteador en 98-64.