Pónganse en situación. Jacob Wiley coge un rebote defensivo tras el enésimo fallo del Bayern. Faltan 35 segundos para la conclusión del encuentro y el Granca viene como una moto de remontar una diferencia de 15 puntos. Están cinco abajo y el equipo cree en el milagro. Tira el contraatque el pívot americano, pase por el centro de pista, pero... el receptor del balon es Alex King. Fin de la proeza.

Como reza la canción de Óscar Chávez y que mil veces ha sido versionada por incansables cofadrías de tunos: Adiós con el corazón. La remontada hubiera sido el broche de oro a la montaña rusa que ha vivido el Herbalife en la fase regular de la Euroliga, pero al igual que su actuación durante la misma, solo fue una alegría momentanea que le devolvía al sitio que le corresponde.

Al de ser el tercer equipo con menor presupuesto económico de la competición y hasta ahí pudo llegar en la clasificación (decimocuarto) con las ocho victorias que sumó en la competición.

Que muchos hubieran firmado antes de comenzar la Euroliga haber ganado al Barça, Olympiacos o Olimpia Milan. Que en definitiva, ha sido un orgullo para este club haber visitado los pabellones más emblemáticos del baloncesto europeo y que ayer dejó la imagen de equipo combativo que siempre quiso derrotar a las grandes instituciones de este deporte después de 175 días desde que escuchase el I Feel Devotion en el feudo del Fenerbahce.

Ritmo lento

Comenzó el último brindis a la Euroliga, sin nada que jugarse ninguno de los dos equipos con un ritmo pausado en el que imperaba la defensa. No conseguían ver aro con facilidad y tras seis minutos ninguno de los dos contendientes había alcanzado los dos dígitos a su cuantía.

Encasquillado el duelo, se rasgaron las vestiduras los actores en pista. Cuatro triples seguidos, dos por cada escuadra, pusieron el 15-11 en el luminoso de un Audi Dome en plena efervescencia, con una continua melodía de ánimo al batallón muniqués.

Aun así, el ritmo pesado continuaba. Como si de un atracón de salchichas bávaras se hubiesen atiborrado los equipos para despedirse de la Euroliga, no fluían los puntos en el marcador a gusto del espectador. ¿Y quién mejor para imprimir energía extra en la pista que Jacob Wiley? Como si de la mejor sal de frutas se tratase liberó al Granca de su malestar sobre el parqué.

Con siete puntos del pívot americano se llegó al empate a 20 en un abrir y cerrar de ojos. La última acción en una delicatessen para los ojos. Taponazo a Derrick Williams en aro propio en el que parecía que iba a ser el mate del año por la plasticidad en la figura del que fuera número 2 del Draft de la NBA en 2011; y acto seguido, tras recorrer toda la cancha como un auténtico cohete, hundió el balón en la canasta del Bayern de Munich.

No le gustó al líder del cuadro bávaro salir en el póster. Williams demostró de la pasta que está hecho y en las dos siguientes acciones se situó fuera del arco de 6,75 metros y clavó dos triplazos para dejar con cara de incrédulos al quinteto claretiano y cerrar el cuarto 26-20.

Seis puntos de diferencia, que al volver a pista se convirtieron en 10, después de dos canastas rápidas de Jovic. La barrera psicológica se establecía en la mente insular y Martínez solicitaba tiempo muerto para que sus jugadores espabilaran.

Reaccionaron, y vaya si lo hicieron, pues llegó un triple de Vene „19 puntos ayer„ y otro de DJ para acortar las diferencias en el tanteador y obligar a cortar el ritmo grancanario a Dejan Radonjic, entrenador del Bayern.

Si al técnico claretiano le funcionó la pizarra, a su homólogo le bastaba con esperar los fallos del Herbalife. El mejor ejemplo fue con la jugada tonta del partido. Albert Oliver perdía la bola nada más sacar de fondo Rabaseda y permitía a Maedo Lo anotar su segunda canasta en menos de cinco segundos.

Cabreo inminente del estratega del Herbalife y Radicevic a cancha para intentar cortar la sangría de pérdidas de los bases amarillos, que acumulaban nueve en apenas 15 minutos.

La salida del serbio ayudó a calmar las aguas. Regresó la alta cocina al Granca. Pase, circulación, carretones en la línea de fondo, jugadores a las esquinas? el recetario balcánico al servicio de sus compañeros y parcial 0-6 para volver a ponerse a tiro de piedra del Bayern (40-34).

A la conclusión de la primera parte del encuentro se llegó con un parcial en el segundo cuarto de 18-15 para concluirlo 44-35.

Pocos puntos, para que a poco que el Herbalife mejorase su eficacia ofensiva y disminuyese su ratio de pérdidas, podría quitarse la losa mental que tenía encima e intentar llevarse su última alegría en Europa al sumar la novena victoria a su casillero.

"Tenemos que controlar a Derrick Williams y hacer las cosas más fáciles en el uno contra uno en ataque", indicaba Martínez en la entrevista televisiva al descanso; mientras, Radonjic, por su parte opinaba que debían "manejar mejor las transiciones en ataque del Herbalife para que no se metieran en el partido".

Bajón insular

A la vuelta de los vestuarios, el conjunto insular comenzó a firmar su condena a base de pérdidas „19 en total„. No le debió ver las orejas al lobo en la primera parte y el Bayern sí que olió la sangre canaria.

Los alemanes emplearon continuas presiones a la circulación de balón de los bases insulares, que no pararon de regalar la posesión una vez tras otra. Cinco en cuatro minutos y un continuo reguero de hombres de rojo corriendo sin oposición alguna en dirección al aro grancanario.

Sin comerlo ni beberlo se había puesto 53-39 el equipo local en el marcador y entraba el Herbalife en bonus con la mitad del tercer cuarto por disputar.

Todo el trabajo que había realizado los claretianos en 20 minutos lo echaban a perder en menos de cinco. La grieta comenzaba a parecer insalvable y el Bayern no se cortaba en recrearse para el deleite del público asistente en el Audi Dome.

En ese mar plácido que imponía la afición muniquesa a su equipo se le caían los puntos al Bayern. Se dio cuenta entonces el equipo insular de que esa película dramática ya la había protagonizado unas cuantas veces durante los 30 encuentros de la fase regular de la Euroliga.

La paliza comenzaba a intuirse, pues a cada golpe que propinaba el rival, no conseguía levantarse del suelo los hombres de Martínez, quien también entregaba la cuchara al no solicitar ningún tiempo muerto mientras el parcial en contra continuaba ampliándose.

Restaban diez minutos por disputar, los últimos de la campaña histórica del Granca en la Euroliga y no quería que fuese con la sensación de haberlos tirados. Por mucho que casi no pudiera competir con un marcador 73-53 al que hacer frente.

Eriksson, que no había aparecido en todo el partido hizo su puesta en escena. Ocho puntos consecutivos del sueco, con dos triplazos marca de la casa desde más de ocho metros, recortaron la diferencia hasta los quince puntos (80-65) con cinco minutos para la conclusión.

Empezó a creer el Granca. Se sucedió un parcial 2-12 en menos de tres minutos y el milagro cada vez parecía más cerca, mientras el Bayern parecía no inmutarse. Fiabilidad alemana, que se confirmó con la pérdida de Wiley a 35 segundos del final cuando estaba