El Herbalife y La Fonteta de San Luis han comenzado a tener un nexo de union en el que el conjunto claretiano es capaz de obrar milagros cuando nadie lo espera. En la memoria del club insular permanecerá de por vida la clasificación a la Euroliga obrada en 2018 con una remontada en una prórroga a la que se llegó después de ir cinco puntos abajo a falta de 38 segundos. Y ayer, Oriol Paulí, uno de los supervivientes de aquella gesta, fue de los que confiaron en que se podía repetir la hazaña a pesar de que en el último cuarto el equipo que capitanea se encontrara diez puntos abajo (67-57) y se puso manos a la obra.

A falta de seis minutos para la conclusión del partido Paulí recibió un balón que desprendía llamas, de esos que nadie quiere cuando el reloj aprieta y a tres segundos de que la cuenta de 24 se consumiera el catalán se deshizo de la defensa de Layberie y cayéndose hacia atrás desde el poste bajo convirtió la canasta que ponía el 67-67 en el luminoso.

Milagro. Churro. Llámenlo como quieran, pero esa canasta define a la perfección lo que el Granca fue capaz de hacer ayer en la pista valenciana. Porque después del circus shot de Paulí y hasta que se llegó a la prórroga solo subieron cuatro puntos más a cada tanteador. Seis minutos de pasmo baloncestístico en el que Omar Cook tuvo que encargarse de poner las cosas en su sitio, asegurar el tiempo extra y ya en los cinco minutos de desempate certificar la tercera victoria insular de la temporada al concluir el duelo 86-88.

Y la sensación de milagro permanecerá en el ambiente porque el Herbalife no demostró hasta ese parcial 0-10 liderado por Paulí y Bourousis, querer llevarse la victoria por imposición ante su rival. La película que se visualizó hasta entonces fue la de una reposición de las cuatro derrotas que llevaba el Granca en su mochila. Aguantar el tirón y esperar a que los rivales terminaran de asestar la puntilla. Pero ayer, al Valencia se le había desafilado la puntilla después de haber jugado contra el Barça el miércoles y ante el ASVEL Villeurbanne el viernes y sumar su tercer partido de la semana en apenas 96 horas.

Tanta desidia por momentos que incluso hasta en la prórroga las decisiones de los jugadores claretianos hacían pensar que no querían sumar una victoria. A falta de nueve segundos y con seis puntos de ventaja (80-86), todavía el Valencia dispuso de dos ataque más con los que ponerse 85-87 y tener una bala para irse a una segunda prórroga.

Concurso de triples

Pero antes de llegar a esos cinco minutos, el partido había comenzado en un auténtico concurso de triples. En el primer ecuador del primer cuarto, el Valencia solo consiguió anotar desde la línea de 6,75 metros para llegar a los 9 puntos, mientras el Granca le contestaba con la misma moneda, que sumado a una canasta desde la pintura de Costello ponía el 9-11.

El acierto ayer de los dos equipos desde la línea de tres fue exquisita. El Valencia perforó el aro insular 14 veces en 29 lanzamientos (48%); mientras que el Granca alcanzó un 16 de 36 en triples (44%), que le ayudó en gran parte a reengancharse al marcador en ciertos tramos del partido cuando los de Ponsarnau daban sensación de poder escaparse en el marcador.

Tan afinados tenían ayer el punto de mira los jugadores del partido que Omar Cook aprovechó para mejorar su porcentaje de la temporada. El base estaba totalmente gafado de cara al aro en tiros de tres y solo había metido dos tiros en 21 lanzamientos. De locos. Pero ayer, vio el aro como una piscina y se cascó seis triplazos en nueve tiros con los que comenzar a reconducir su estadística personal.

El de Brooklyn volvió a ser el prestidigitador insular. Por sus manos pasa todo el juego de Katsikaris y el griego, aunque no le quiso sobreexigir en demasía ayer y darle mayor rodaje a Niko Radicevic, se dio cuenta que los minutos calientes se los tenía que jugar sí o sí con él.

Entretanto, Ponsarnau había hecho un trabajo de scouting perfecto sobre las carencias del juego amarillo. La defensa insular está siendo uno de los lunares que tiene que corregir este equipo para poder alcanzar las metas marcadas en febrero y al final de curso.

El técnico valenciano dio órdenes de que jugaran al poste y explotasen a los interiores claretianos. De esta forma, sus torres, Layberie, Dubljevic, Motum, Tobey y Ndour, sumaron 33 puntos entre los cinco.

Salvo Bourousis, que ayer seguramente firmó su mejor actuación con la camiseta amarilla, más allá de los números que dejó en pista, que tampoco fueron pocos -14 puntos y 6 rebotes-, los pívots de Katsikaris no terminan de mostrar la rudeza necesaria para cerrar su zona y que no se convierta en un solar con continuas invitaciones a adentrarse en ella.

La aportación de los hombres altos valencianistas tuvo especial producción entre el final del primer cuarto y el comienzo del segundo, con Ndour y Tobey sumando ocho puntos consecutivos y dejar el luminoso valenciano reflejando un 30-20 con el que alcanzaban la máxima diferencia al minuto 13.

Con una empanada de más de 300 segundos sin sumar puntos en el cesto insular, Beirán rompió la mala racha con un triple y abrió la lata para que comenzaran a caer a chorro los lanzamientos exteriores de sus compañeros. Cook con dos triples, Okoye con otro y Shurna con una canasta de dos contuvieron la escorrentía exterior del Valencia, que también metía cuatro tiros desde los 6,75 metros y se llegaba con 43-37 al descanso.

A arreones

De nuevo otros dos zarpazos desde lejos nada más volver del vestuario. San Emeterio y Lloyd pusieron el +12 en el luminoso (49-37) y se repetía el guion de la primera parte. Otra vez desconexión del Granca durante tres minutos y el Valencia no aprovechaba para hincarle el diente.

Se vislumbraron las continuas las quejas entre los compañeros claretianos. Las demandas de "tú tenías que estar allí", o los "no me ayudaste", llevan perpetrándose durante siete jornadas y el entrenador heleno no consigue dar con la tecla para que su plantel sepa qué roles debe asumir cada uno. Faltan automatismos.

El tercer cuarto se desarrolló a arreones, con destellos de calidad de Bourousis en el tramo final del periodo para dejar la desventaja en tan solo ocho puntos (65-57) y con la sensación de que la desventaja era -sí- un milagro.

Y así se llegó al momento asombroso que perpetró Paulí y el parcial 0-10 con el que encaminar la remontada insular ante el asombro una vez más de la afición valenciana, que incluso antes de llegar a la fatídica prórroga para su gusto, abandonaban La Fonteta porque parecía saberse el desenlace de lo que ya habían vivido hace un año y medio en su pista.

Concluído el encuentro, los jugadores amarillos -ayer de azul- formaron una piña en el centro de la pista que da muestras de que el baloncesto también puede ser un estado de ánimo y que, si a partir de ahora aprovechan el arreón de haber ganado a un equipo con el cartel de Euroliga, continúen con su senda particular de alcanzar el primer objetivo de la temporada que no es otro que el de estar presente en febrero en Málaga para disputar la Copa del Rey.