En un tramo de dos horas se vivió entre las cuatro paredes del Gran Canaria Arena una película muy distinta de la que comenzó con el pitido inicial hasta que los hombres de Fotis Katsikaris se paraban uno a uno con los aficionados del pabellón que querían inmortalizarse con sus héroes tras la victoria que les habían regalado sobre la cancha. De una mañana tediosa a las 12.00 horas, al júbilo de un equipo que puso a cien a sus seguidores con el sexto triunfo de la temporada ante el Fuenlabrada (102-78).

Después de tener una semana para trabajar en el diván del técnico griego la falta de concentración que advertía Katsikaris sobre una de las asignaturas pendientes de superar por su armada, demostró el equipo amarillo haber aprendido de los errores frente al Real Madrid y tal y como expuso el entrenador heleno en la rueda de prensa posterior al partido, su equipo ayer sí jugó "los 40 minutos totalmente enchufados".

Porque si encima tenían que afrontar la incertidumbre de ver cómo se desenvolvían en esos primeros compases en los que Katsikaris iba a estar con la lupa sobre sus jugadores, también el equipo iba a saber a primera hora de la mañana que no contarían con la presencia de Omar Cook en pista. El base neoyorkino no se terminaba de recuperar del todo de su golpe en el cuádriceps izquierdo y no se vistió de corto.

Ante la ausencia del base titular, le llegó el turno a Niko Radicevic y a Fabio Santana y no faltaron a su examen particular. El serbio finalizó con 13 puntos y 4 asistencias, mientras que el canterano se fue hasta los 7 puntos y repartió 2 pases de canasta.

Sirvió el partido también para que entraran en comunión la plantilla insular, que demostrando un juego coral, hasta seis de los hombres de amarillo alcanzaron dobles dígitos en puntos -Shurna, Beirán, Harper, Radicevic, Okoye y Costello-.

Sopor mañanero

Perezoso, parsimonioso, lento, cualquier adjetivo serviría para describir el arranque de partido. El público, con las legañas todavía pegadas en los ojos por el horario matutino, no acompañaba a despertar a su equipo del letargo en el que se sumía el juego entre tiro libre y tiro libre. Hasta 21 lanzamientos desde la línea de 4,60 metros se efectuaron en el primer cuarto. El freno de mano echado y la fluidez necesaria para conectar a la parroquia insular no hacía acto de presencia.

El único que salió con ganas de darle mambo al partido desde el primer segundo de juego fue John Shurna. El americano saltó a la pista con el punto de mira calibrado y tiraba todo lo que le llegaba. 10 puntos en apenas siete minutos de juego y la capa de súper héroe a la espalda para el de Illinois.

Pero el poco ritmo sobre el parqué no significó que el marcador no variase su tanteador continuamente. El acierto desde los tiros libres iba sumando granito a granito poco a poco cual reloj de arena deshaciéndose hasta llegar al 24-23 con el que se cerró el primer periodo.

El equipo insular, acusando la baja de Omar Cook, que finalmente no pudo ser convocado por su golpe en el cuádriceps izquierdo, apenas sumó tres asistencias en los diez primeros minutos, dos de ellas de Niko Radicevic, que tenía ante sí la prueba de fuego para reivindicarse como el base que necesita la rotación claretiana.

Los problemas en el juego interior insular se hicieron patentes. Mockevicius y Bobrov comenzaron a amedrentar tanto a Costello, como a los rudos Burjanadze y Bourousis. Ni el carácter pronunciado de las dos torres amarillas pudieron con los pívots madrileños, que sumaron siete y seis puntos hasta el momento respectivamente. La solución recayó en sacarles fuera de la pintura.

Las amenazas de tiro de John Shurna permitieron abrir la cancha y jugar con un poco más de fluidez respecto al primer periodo y comenzaron a llover los triples. El ala-pívot sumó dos más a su cuantía, para alcanzar los 16 puntos en la primera mitad, mientras sus compañeros no veían el aro con tanta facilidad. 6 de 17 en triples en 20 minutos, con un 35% de acierto colectivo.

Mientras, Jota Cuspinera ponía tres pequeñitos en pista para superar en velocidad al Granca. Bellas, Richotti y Urtasún se movían como auténticos torbellinos por el parqué para poner volver loca la defensa amarilla, que por momentos no sabía como emparejarse con los fuenlabreños.

Con el extra de energía de los madrileños se fueron por delante en el marcador al término del segundo cuarto por la mínima, 47-48, después de que Richotti cocinara la última jugada a fuego lento ante la inútil defensa de Costello, que más blando no pudo estar en el intento de frenar al escolta argentino y se llevó la reprimenda de Katsikaris mientras embocaban el túnel de vestuarios.

El efecto del pívot americano que maravilló a propios y extraños en el arranque liguero se está diluyendo a medida que pasan las jornadas y cada vez su aportación es menor en el cuadro estadístico. Tiene la obligación de volver a mostrar los recursos que mostró en los primeros partidos de temporada.

Continuó la pesadez en el ritmo de juego tras volver del descanso. Entre el público se veían caras de pensar que por qué habían madrugado para ver el tostón de partido que estaban visualizando. Nada invitaba al ocio deportivo, ni tan siquiera con algunas decisiones polémicas por parte del trío arbitral, ni por mucho que se empeñara el speaker del Arena en levantar a los fieles claretianos.

Fue Javi Beirán el que quiso remover la coctelera en el tercer cuarto para creer en la sexta victoria del Granca. Con dos triples del madrileño, el segundo de ellos para poner el 64-56 en el luminoso, elevó la máxima diferencia hasta el momento a ocho puntos. En ese instante arrancó el primer canto animado de la mañana.

¡Multiusos Beirán!

La navaja suiza del 33 amarillo empezó a funcionar. Puntos, rebotes, robos un auténtico seguro en el SuperMánager. 24 de valoración para el alero con 13 puntos, 9 capturas (2 de ellas ofensivas) y 3 asistencias a la conclusión del encuentro y una vez más la base angular sobre la que asentar al equipo amarillo.

A la conclusión del tercer periodo, el Granca con ganas ya de irse al almuerzo, activó la maquinaria y puso la directa a la victoria. A los mandos de Fabio Santana, que este sí levanta a la grada con poco que haga, los claretianos se fueron al último periodo con una renta de once puntos (71-60).

El canterano se reivindicó de la mejor de las maneras con la oportunidad que le dio Katsikaris durante la mañana. De estar en el fondo del banquillo a destaparse con 7 puntos y 2 asistencias en los 14 minutos que jugó antes de que Tomás Bellas le diera un golpe en el labio involuntario.

Tampoco perdió su oportunidad, Niko Radicevic. El serbio torpedeó el aro con tres triples en el último cuarto para irse a los 13 puntos, además de los 3 rebotes y 4 asistencias que firmó durante el encuentro. Todos quieren su sitio en la rotación de Katsikaris y no se lo quieren poner fácil al griego.

En plena racha de puntos, alcanzando los +22 de diferencia el Herbalife con una bandeja de Okoye (91-69), el pabellón ya veía la sexta victoria en el saco y pedía a gritos que Xavi Rabaseda saltara a pista. El catalán no juega desde la jornada 3, pero Katsikaris no consideró necesario que regresara a competición.

Concluyó el partido en pleno ambiente festivo, sobrepasando la centena (102-78) con los jugadores que menos aportación estaban teniendo durante el curso reivindicándose y con la vista en la Copa del Rey que se celebrará en Málaga, más cerca.

Precisamente, la ciudad que tendrá que visitar el próximo sábado para vérselas ante el Unicaja del exentrenador insular, Luis Casimiro, en lo que supondrá un duelo de vital importancia por la lucha del torneo del KO, ya que el conjunto malacitano tiene su plaza reservada por ser el equipo anfitrión del campeonato.

Restan cinco finales a partir de ahora, en la que queda por delante la visita al Unicaja, la siguiente semana llega el Obradoiro al Arena, siete días después toca derbi canario ante el Iberostar en el Santiago Martín, en un duelo que se antoja clave para la clasificación copera y los tres últimos partidos dejan por delante al Burgos en Siete Palmas, visita al Betis y ante el Baskonia en casa.