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Sin diván en el que reflexionar

Katsikaris ya no esconde la crisis que atraviesa su equipo. "Es cierto que estamos en una situación complicada, tenemos que solucionar cosas entre nosotros", afirma

Fotis Katsikaris conversa con Javier Beirán durante el partido del pasado domingo que enfrentó al Casademont Zaragoza frente al Herbalife Gran Canaria. lof

Si Sigmund Freud fuera un amante del baloncesto y viviese hoy, tendría claro cuál es el problema que está mermando al Herbalife durante la temporada. El padre del psicoanalisis diagnosticaría la endeblez mental del equipo insular como el causante de todos los males de la plantilla para que se haya quedado sin jugar la Copa del Rey por segundo año consecutivo y haya arrancado la segunda vuelta liguera con una derrota frente al Casademont Zaragoza (82-61), con la que pasa a ocupar la duodécima posición en la tabla clasificatoria de la Liga Endesa.

Precisamente después de conocer el amargo sabor de la derrota en el Pabellón Príncipe Felipe frente al conjunto maño el pasado domingo, Fotis Katsikaris decidió reconocer la crisis que atraviesa su equipo después de las 18 jornadas disputadas. "Es cierto que ya estamos en una situación complicada, tenemos que solucionar cosas entre nosotros", admitía el heleno en la sala de prensa del recinto zaragozano al ver cómo no encontraba la tecla adecuada que tocar con sus jugadores.

Y es que la plantilla claretiana está confeccionada a base de talento. De eso nadie tiene duda, pero desde la dirección deportiva no se tuvo en cuenta la fragilidad mental que demuestran estos deportistas cada vez que le viene un revés sobre la pista. El propio entrenador insular así lo ha afirmado en numerosas ocsasiones y el domingo lo volvía a recordar. "Tenemos que dar un paso adelante cuando vienen estos momentos concretos de los partidos, cuando perdemos el control del marcador y ahí tenemos problemas para gestionarlo bien", reafirmaba el griego.

Sin capacidad de reacción

"Esos momentos concretos". Katsikaris tiene localizados los tramos de los partidos en los que recibe el mazazo del equipo rival y tiene que soportar como los suyos carecen de capacidad de reacción. Y es que desde que cayera contra el Unicaja el 7 de diciembre, su escuadrón viene repitiendo errores.

En el Martín Carpena, después de dominar el encuentro 33 minutos, en un abrir y cerrar de ojos, el equipo de Luis Casimiro encadenó un parcial 8-0, con un mate escandaloso de Josh Adams que significó la sentencia insular. Pérdida de balón incluída en el penúltimo ataque claretiano al sacar de fondo cuando aun gozaba de una oportunidad para llevar el partido a la prórroga.

Pero lo trágico llegaría con la disputa del derbi canario. Ahí emprendió una película que no ha dejado de secuenciar desde entonces. El primer cuarto en La Hamburguesa del Granca maravilló a todos. Parecían los Lakers de los 80 con continuos contraataques para llegar a vencer por 10 puntos en el minuto 14. En ese instante el Tenerife firmó un parcial 10-0 en apenas 120 segundos y a partir de ahí, la cuesta abajo claretiana no tuvo freno hasta tal punto de volverse con el rabo entre las piernas de La Laguna (100-79).

Tres cuartos desaprovechados y que ha sido la actuación que viene repitiendo el Herbalife en los tres últimos partidos.

Frente al Betis, le pasó lo mismo, primer cuarto de lujo y los demás los entregó para caer en Sevilla y quedarse prácticamente sin opciones de jugar la Copa después incluso de que Demonte Harper dispusiera de un tiro libre final para empatar el partido e ir al extra time. ¿Falta de confianza?

Y contra el Baskonia lo que pasó fue más de lo mismo. El equipo hizo creer a su afición que se podía lograr el milagro copero con diez minutos de maravilla hasta que en el tercer cuarto hincó la rodilla después de otro parcial 7-0 que permitió tras una los tiros libres de una técnica y un triple increíble de Stauskas.

Cuando ocurren cosas que la mente de estos jugadores sobrados de talento no comprenden se pierden en el partido y ni el propio Katsikaris tiene en su poder que reaccionen en pista.

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