Da igual los condicionantes con los que se presentase el Barcelona en la Isla, con las bajas de Thomas Heurtel y sobre todo de Niko Mirotic, que el Granca es incapaz ni tan siquiera de poner en aprietos a un equipo de la parte alta de la tabla. Una vez más y ya van once, los insulares hincaron la rodilla y afrontan el parón de la Copa con un mar de dudas sobre la capacidad competitiva que pueden ofrecer.

A medio gas el Barça, con el público abandonando la cancha casi a siete minutos del final y en un ambiente soporífero, se despidió el Herbalife de su gente hasta el 8 de marzo al tener que disputarse el torneo del KO y las ventanas FIBA. Un mes para recapacitar y seguramente, incorporar alguna pieza a la dinámica de la plantilla que intente revertir la situación en tierra de nadie en la que se queda el equipo insular.

Sabía el Granca que tenía que arrancar el partido con un plus de energía en defensa para poder tener algún chance de batir al Barcelona en su visita al Arena. Ya lo había advertido durante la semana en sus declaraciones Fabio Santana y Oriol Paulí, así como el entrenador claretiano. Y así lo demostraron en los primeros compases del partido. En los primeros cinco minutos de encuentro dejaron a los azulgranas en unos escasos cuatro puntos El aro se hacía pequeño para los de Pesic, quien aun así no optaba por pedir tiempo muerto ante la inoperancia ofensiva de los suyos.

Solo Ante Tomic tiraba del carro para el conjunto culé. El pívot croata monopolizaba el juego catalán y por sus manos fluían las jugadas desde el arco. Una facilidad de juego que gracias al scouting previo y del que se aprovechan los equipos rivales ante la falta de atosigamiento tanto de Matt Costello como de Ioannis Bourousis con sus pares.

Pero la calidad de la plantilla azulgrana le hace que en un abrir y cerrar de ojos puedan variar la partitura con la que se está reproduciendo la melodía de un partido. Casi sin comerlo ni beberlo, anotó un parcial 0-9 con el que ponerse de nuevo por delante en el marcador (10-13).

Arreones de calidad capaces de certificar aún con la baja de Niko Mirotic. La referencia azulgrana, la última estrella proveniente de la NBA no apareció por el recinto de Siete Palmas para guardarse de unas molestias en la espalda que venía arrastrando desde la semana pasada y que le hizo ser duda ante el Tenerife, aunque finalmente los médicos azulgranas y el propio jugador decidiera ser partícipe del choque en el Santiago Martín.

Volvieron los problemas en el triple un partido más para el Granca. A la conclusión del primer cuarto el porcentaje amarillo fue de un escaso 12% (1 de 8 aciertos). Entre tanto empeño en tirar de lejos, el Barça a la chita callando cerró el periodo con cinco puntos por encima de los locales (15-20).

Continúa sin encontrar un libreto de jugadas el equipo de Katsikaris, que se pierde entre las únicas opciones de construir desde más allá del 6,75 metros, con escasez de movimientos interiores o la simple apuesta porque Beirán o Bourousis se la cocinen en el poste bajo.

Pudo aprovecharse el Granca de la carga de faltas de los dos pívots titulares del Barça. Tanto Tomic como Brandon Davies sumaron dos nada más arrancar el segundo periodo y tuvo que salta a la pista Artem Pustoviy, un jugador que lleva dos años en el fondo del armario azulgrana, pero que con los euros que percibe en su cuenta corriente anual no le debe importar no acumular minutos en uno de los grandes de Europa.

Y eso es lo que tiene jugar contra un equipo construído con más de 33 millones de presupuesto anual. Que hasta el último de la fila podría tener un puesto relevante en un equipo como el Herbalife.

El que supo leer la falta de los titulares en la pintura azulgrana fue Beqa Burjanadze. La Tanqueta se destapó de los últimos partidos que venía realizando y activó el modo diesel para correr la pista sin descanso alguno y sumar 10 puntos en sus 6 minutos de juego, hasta el ecuador del segundo cuarto.

Quien sí se puso el mono de trabajo desde el timón culé fue Malcom Delaney. El MVP de la última jornada en la Euroliga se está creciendo en sus tareas, más aún con la recaída de Thomas Heurtel el viernes al sufrir un esguince en su tobillo. El base americano repartió juego a los suyos en la primera parte con cinco asistencias, las mismas que Cook, ambos los termómetros de este equipo.

Calor en Siete Palmas

Concluyó el segundo cuarto con ciertas quejas por parte de la grada amarilla, que respondió ayer a la cita con el Barcelona con una buena entrada en el pabellón, y protestaron tanto las celebraciones excesivas de Pustovyi como algunas decisiones controvertidas del trío arbitral. Entre el bullicio y con 36-42 en el marcador después de que Bourousis errase un triple a la desesperada en la última jugada, se marcharon los protagonistas al vestuario.

Conjuró a los suyos Pesic antes de que se reanudara la batalla en la línea de banda. Tanta reunión que fue advertido por el trío arbitral para que saltaran al parqué a competir.

Las indicaciones del entrenador balcánico no dejaron caer al Barça en la pereza tras regresar del descanso y mantuvieron un ritmo alto, a diferencia del Herbalife, que volvía a pecar en la parsimonia ya habitual en el tercer cuarto.

Esa dejadez la aprovecharon los azulgranas para empezar a apretarle la soga a los amarillos poco a poco. Un parcial 2-11 en el ecuador del periodo puso +15 al líder de la Liga Endesa (44-59) y provocaba los primeros murmullos entre los aficionados claretianos, que lejos de creer en reenganchar a los suyos se mantuvieron tan apagados como el equipo al que le profesan su amor.

Embocó el Granca el último cuarto con el reto de superar los trece puntos con los que se fue abajo al acto final del encuentro. Las piernas comenzaron a moverse con mayor fluidez, pero el acierto a canasta todavía seguía siendo uno de los aspectos a mejorar.

Sufrían Katsikaris con las pérdidas continuas de sus hombres, a diferencia de los que vestían diferentes a los suyos. Las 12 del Herbalife, por 4 del Barça a falta de 7 minutos, iban minando la moral insular, esa que se ha mostrado tan endeble durante la temporada.

La excesiva comodidad con la que se encontró el equipo azulgrana en el último cuarto les permitió ahorrar energías, incrédulos de la falta de coraje de un equipo que ni en casa es capaz de tirar de orgullo para ofrecerle un digno espectáculo a su afición.

El público optó ya incluso por aplaudir acciones de los jugadores del Barça, añorando la diversión que un día regalaba este equipo a los suyos. Incluso, los menos fieles al equipo optaron por emprender la vuelta a casa a cinco minutos del final viendo como los amarillos iban perdiendo de veinte puntos y a sabiendas que la remontada era una auténtica utopía.