¿Dónde anda en este estado de alarma?
Estoy en Bilbao. Por aquí estamos todos bien, tanto mi familia como yo. Por aquí, al principio era de las zonas más tocadas, pero más la parte de Álava, en la zona de Vitoria. Pero por aquí, en Vizcaya, en la zona de Getxo-Leioa, ni tan mal. Todo el mundo confinado. Mi familia aquí se encuentra bien y en Senegal, también, aunque estoy expectante por ver cómo se desarrolla la situación allí. En las últimas semanas los datos de contagio y muertes han bajado y las ucis están más despejadas. La gente está respetando bastante las instrucciones y esto está dando sus frutos. Hay cierta similitud con Canarias en cuanto al número bajo de casos. Existe la preocupación de qué puede pasar con nuestra gente, como es normal. Se lleva una rutina diferente y extraña, pero el ser humano se acostumbra a todo.
¿Cómo está Senegal? ¿Qué le llega desde allí?
Senegal hasta la semana pasada había tenido unos 160 casos pero sin ninguna muerte. La primera muerte, casualidad, ha sido un hombre muy conocido en el país, Pape Diouf, que fue presidente del Olympique de Marsella, el primer presidente negro de un club europeo importante y una figura muy querida. El virus lo cogió estando en Costa de Marfil; volvió de paso a Senegal y ya estaba malito; cuando lo iban a trasladar a Francia falleció. Esto removió mucho al país y se han tomado medidas: cierre de fronteras y toque de queda a partir de las ocho de la noche. Pero el gran problema es aplicar el confinamiento en estos países. La mayor parte de la población tiene que salir a diario a ganarse el pan y, al final, el remedio sería peor que la enfermedad.
¿La aceptación del confinamiento es uno de los mayores problemas? Supongo que habrá que sobrevivir e igual no hay tantas garantías sociales.
El primer gran problema es verse enfrentados a los fallos que se venían arrastrando. No tener un Estado lo bastante fuerte para realmente proteger a su gente en estos momentos como está ocurriendo por ejemplo en Europa, donde los gobiernos adoptan medidas para ayudar a las empresas y demás. También afecta el no tener sistemas sanitarios con la capacidad suficiente; ya venían justitos, quizás en Senegal está mejor que otros lugares para lo normal en África. Imagínese si llega una pandemia como al nivel de Europa. Provocaría una crisis sanitaria que luego desencadenaría en una crisis económica. Con el virus podemos tener la duda de a cuántas personas matará o cuántas estarán contagiadas, pero la económica mata también a personas. Ya lo venía haciendo, por eso la gente tiene que emigrar. Estas dos crisis puede desembocar en otra política. Si los dirigentes no son capaces de cuidar a sus pueblos, es un caldo de cultivo para que surjan movimientos extremistas y populistas que pueden intentar hacerse con el poder.
Casi que le tiene más miedo, a la crisis social que pueda desencadenarse en África que a la propia crisis sanitaria.
En cuanto a la crisis sanitaria, ya sabemos lo que hay con este virus y se están adoptando las medidas. Hace más de un mes que empezó en Senegal, y hasta ahora van dos muertes con la de Diouf, que no contrajo la enfermedad en el país. No se están viendo tantos fallecidos como en Europa, pero la crisis económica ya está azotando a muchas pequeñas y medianas empresas y al sector informal.
¿Cómo cree que va a ser la respuesta del resto del mundo si la pandemia azota a África de la manera que, por ejemplo, está afectando a Europa?
Ahora la gente está ocupada en sobrevivir; la gente no está para ayudar a otros cuando ni logra a ayudarse a sí mismos. Estamos viendo que en España nos ha sorprendido y superado la crisis; por suerte se está superando con las medidas fuertes que llegan desde las comunidades autónomas y del gobierno, pero no es un momento para ayudar en el exterior. Quizás es el otro gran problema que vamos a tener en África. No será un momento en que otros nos puedan ayudar, porque ellos mismos se ven en una situación complicada.
¿Su gente allí en Senegal cómo lo lleva?
Con mucha preocupación viendo cómo se han ido desarrollando los acontecimientos en Europa. Al principio sucedían las cosas al revés que normalmente: desde Senegal me llamaban para preocuparse por nosotros en España; hasta me decían que igual debería volverme cuanto antes. Pero bueno, a uno no lo han educado para abandonar primero el barco cuando las cosas se ponen feas. Además hay un riego, porque los primeros casos en Senegal han sido por gente que ha vuelto o por turistas. Me parecía irresponsable volver.
¿Qué tal es el sistema público de salud en Senegal?
En su zona, Senegal es un país bastante referente en este sentido. Tenemos expertos muy buenos. De hecho, en Dakar está implantando el Instituto Pasteur, muy conocido por sus estudios de epidemias y demás. Mucha gente de otros países de África acude allí a estudiar. Lo que falta es capacidad para atender a tanta gente. Si aquí faltan respiradores y demás, ¿cómo podría ser allí?. De hecho creo que sólo hay 20 camas de UCI disponibles en Dakar. Por suerte el virus no está siendo tan duro allí. Hay mapas curiosos en los que se ve cómo el coronavirus afecta menos a países tradicionalmente afectados por la malaria; de hecho, los tratamientos para la malaria se están usando para el coronavirus. Espero que esto acabe siendo verdad y pueda ayudar a que la situación no sea tan mala allí. También influye bastante que tenemos una media de edad muy joven en la población.
¿Es buena la concienciación que tiene la ciudadanía africana a este tipo de epidemias?
En esto África tiene cierta ventaja. Tuvimos el ébola hace poco por aquí... En Europa quizás tardamos mucho en tomarlo en serio porque no estamos acostumbrados a eso. En Senegal y en todos los países del este de África se han cerrado las fronteras cuando aún no había habido muertes, por ser consciente de que sólo podían ganar la batalla desde la prevención, porque una vez que se llegase a los niveles de Europa poco se podría hacer.
En medidas de prevención, ¿cuáles son los problemas que podrían encontrarse los países africanos?
Aquí las dos medidas estrellas son lavarse las manos y distanciamiento social. Pues bien, allí, el distanciamiento social es difícil cuando hablamos de ciudades grandes con zonas donde la gente vive bastante amontonada, con hasta 20 personas en una casa; y en el tema de lavarse las manos, existen zonas donde falta el agua. Además no hay disponibilidad de geles desinfectantes o mascarillas, que faltan incluso aquí. La gente tiene que salir a la calle a ganarse la vida, tiene que ir a los mercados, y esto no se hace manteniendo dos metros de distancia. Si el virus empieza a coger carrerilla en África puede hacer muchísimo daño y más rápido. Ese es el miedo que hay.
¿Le gusta la respuesta que ha tenido el deporte?
La NBA ha tenido un liderazgo muy importante en esto. Desde que detectaron el primer caso con Rudy Gobert, que fue un tanto bochornoso por las formas, suspendieron la competición, que no pasó ni cuando murió Kobe Bryant. Creo que ellos aceleraron que todos fueran suspendiendo las competiciones. Además, la imagen de Gobert tocando los micros en sala de prensa es la imagen del coronavirus en occidente: al principio lo tomamos a broma. Algo tan malo fue ejemplo para los más jóvenes.
¿Qué dejará esto en el deporte? ¿Qué hacer con el devenir de la Liga Endesa?
Mi mayor miedo es que en poco tiempo olvidemos todo esto. El deporte tendrá un papel importante en todo esto. Todo está ahora mismo en el aire. Hay dudas sobre lo que se pueda hacer. La prioridad es la salud. Se planteará todo, como los partidos a puerta cerrada. Lo único que espero es que prevalezca por encima de todo la salud.
