El resultado marca el deporte. Al menos el profesional. Esa verdad esconde mil aristas, mil matices a su alrededor para teorizar un buen rato. El Granca ayer, después de superar al Bilbao Basket tras un prórroga pesada, difícil y agobiante, se embuchó la primera victoria de la temporada que también podía haber sido una derrota. Hubiera desperdiciado entonces una renta notable, hubiera tenido una noche peor, pero si hay algo de lo que se hubiese dado cuenta también es de que ha recuperado su corazón. Y ese refuerzo de la victoria nunca está de más.

El Herbalife, con el músculo colectivo como arma, derrotó al Bilbao Basket (107-102) en la apertura del curso en la Liga Endesa. Lo hizo con seis jugadores por encima de los diez puntos, después de perder por el camino a Andrew Albicy -se le calentó la boca- y a Jacob Wiley -eliminado con un mundo por delante que jugar- y demostrando que Porfi Fisac le ha cambiado la cara a un equipo que cerró el curso pasado sin ánimo y con un duro verano por delante para reflotar su escudo. Triunfo, síntomas de recuperación y un equipo que pinta bien para un año extraordinario. Porque la gran lástima del partido fue que nadie se pudiera abrazar en las gradas del Arena, que cada uno llevara su alegría por dentro en el salón de casa.

Casi nada era normal en el Gran Canaria Arena. Tampoco en Siete Palmas. Por Fondos de Segura, ni una camiseta del Granca; en los aledaños del pabellón, ningún nostálgico portaba el ‘7’ de Savané a su espalda. Dentro, ni una butaca ocupada, más allá de algún técnico de televisión que paró a reposar sus piernas. En la cancha, los justos para que un partido de baloncesto de la Liga Endesa se pudiera desarrollar dentro de la normalidad en el mundo profesional. Una normalidad que tiene de todo menos eso mismo, normalidad.

El partido era tan extraño que había cosas aún por ordenar en el ambiente. El Granca estrenaba entrenador, Porfi Fisac. En su ‘roster’, dos chavales de la cantera com Olek Balcerowski y Jovan Kljajic -algo que tampoco es muy normal-. Tras el banquillo del Granca , en la esquina, ya no estaba Berdi Pérez. Otra cosa que no era lo normal. Ni en la grada de enfrente tampoco estaba el que se disfraza de la Máscara. Raro.

El partido arrancó tan frío como el propio pabellón, donde se hablaba inglés y en un código de ruidos con suelas de zapatillas. Ahí el Granca comenzó a crecer, con Costello fino en ataque y en defensa, Okoye protagonista y Della Valle activo (8-2 min.3).

Se animó poco a poco el Bilbao Basket, que bajó el trasero en defensa para empezar a sentirse mejor. Utilizó los centímetros de Ondrej Balvin para incomodar a la zona del Granca, en un apartado como la altura donde los amarillos tenían las de perder. Con el checo al mando, el Bilbao Basket buscaba hacer dudar al Herbalife (15-11, min.7).

¡Está vivo!

Pero si algo bueno le pasó al Granca en todo ese tiempo es que puede tener una convicción firme: Stan Okoye está vivo. El internacional nigeriano sostuvo al Herbalife gran parte del cuarto en ataque (8 puntos). Un triple suyo puso la máxima del partido hasta el momento (18-11, min.7). Sí, Okoye vive, resucitado por su padre Fisac.

No fluyó tanto como le gustaría el granca entre cambios. Se atascó a rachas, culpa en parte de Álex Mumbrú, que exigió más a los suyos. Gritaba el exinternacional español y contestaban los suyos en la cancha. El Granca contestó y cerró el primer cuarto con un triple de Beirán para sacar la cabeza del agua (25-19).

La llegada de segundo cuarto mostró a Hakanson inspirado y a un Granca igual de incómodo ante un rival pegajoso, corajudo, envuelto en el espíritu que le da su escudo. Un dato que revela lo anterior es que el Granca, en los tres primeros minutos de periodo, solo fue capaz de sumar desde la línea de personal, salvo una canasta de Shurna (33-26, min. 13). 

En esas situaciones, Della Valle siempre es una opción. No le quema el balón al italiano, con una cartera llena de recursos para mirar al aro. Insistió con él el Granca hasta que volvió a pasar por allí Stan Okoye. Ya no es que esté resucitado, es que el hombre dio el primer paso para ponerse que le salga la aureola en la cabeza. Acabó la primera parte con 14 puntos sin fallo en el lanzamiento. Todo iba por dentro. El tipo volvió a tirar del carro en un momento complicado para zarandear al Granca y dispararlo en el marcador. Su nombre fue la firma principal de una reacción que elevó las prestaciones del resto. Una chispa que prendió al Granca.

Se marchó a 13 puntos en un momento (50-39, tras un triple de Burjanadze). Wiley elevó la renta poco después y Mumbrú paró el cronómetro. Otra reacción más del Bilbao para ir a por la remontada diez abajo al descanso (53-43).

En su mezcla de quintetos, Fisac apostó por Wiley-Costello y Albicy-Ferrari para salir tras el descanso. Es parte del laboratorio del Fisac. Le fue bien el experimento, con ambos jugadores canalizando el ataque del Granca, intimidando por dentro, por fuera, al contrataque. Pudo mantenerse siempre por encima de los diez puntos, ante un Bilbao Basket que se agarró a Hakkanson para sobrevivir. 

El problema en el Granca apareció en las faltas. Y en los labios de Albicy, al que le calzaron dos técnicas para irse a la calle. Algo debió decir el base francés para acabar fuera del partido. Wiley sumaba cuatro faltas también mediado el tercer cuarto, con mucho tiempo aún por delante y un Bilbao Basket al alza. El partido subió sus revoluciones y se desbocó. Se vino arriba el cuadro vasco, iluminado por su ímpetu. Redujeron la distancia a base de corazón y el choque se puso problemático para el Granca. Demasiado.

De un triple perfecto de Javi Beirán que marcó el 72-60 se pasó en apenas cuatro minutos a un parcial de 5-15 que colocó el partido en un puño (77-75). Paró Fisac el asunto porque se le iba de las manos al Granca. Despertó entonces el Herbalife. Respondió con Burjanadze, siguió con Fabio Santana al timón y volvió a creer después de un 3+1 de John Shurna (83-77, min.30).

Se volvió a poner a un bocado el Bilbao Basket nada más encarar los diez minutos finales (83-80, min.31). Tuvo la opción de empatar, pero el Granca encontró la fiabilidad en la mano de Costello desde el triple y la rapidez de Ferrari y Della Valle para volver a poner distancia en el marcador (90-80 min.34).

Si pensaba el Granca que eso era suficiente estaba equivocado. Al Bilbao Basket hay que ganarle varias veces en el mismo partido. Se pegó otra vez como una lapa. No había manera de dejarlo atrás, en part por el gran acierto de Hakanson de nuevo en el triple y por el recurso en los centímetros de Balvin. Mal asunto para el Granca que ya notaba de nuevo el aliento en el cogote del Bilbao (94-93, min. 38).

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Hakanson trincó al Granca (96-96) y Rousselle lo volvió a hacer después (98-98). En la última acción de los 40 minutos, el balón acabó en las manos de Costello. No acertó el de Míchigan y el regalo fue una prórroga bajo mínimos para el Granca.

En la prórroga, con el Granca con la gasolina besando el final del tanque. Salió entonces el carácters con Burjanadze -clavó dos triples en esos cinco minutos-, la pillería de Della Valle y el arrojo de Costello para levantar el partido, dominar la prórroga y demostrar que el Granca ha recuperado ese corazón perdido.