-¿Qué le has dicho para reactivarlo?
- Que le quiero.
Esa fue la primera frase que soltó Porfi Fisac cuando le preguntaron en la previa del partido frente al Bilbao Basket por Stan Okoye y su cambio de cara con respecto al jugador que deambuló durante buena parte del Gran Canaria Arena la temporada pasada.
“Stan es un muy buen jugador y es uno de mis niños. Como a todos ellos le apretaremos cuando le tengamos que apretar y alabaremos cuando le tengamos que alabar. Stan es un excelente jugador y cada jugador es una persona distinta. El cómo sea yo capaz de llegar a esas personas no siempre va por el mismo camino, pero vamos a ver cómo puede evolucionar porque va a ser un hombre muy importante para nosotros en un puesto decisivo y va a competir con Javi, uno de los jugadores que más he valorado y apreciado durante toda mi carrera deportiva”, prosiguió Fisac entonces cuando hablaba del alero amarillo.
Y ahí, bajo ese abrazo paternal, Okoye respondió. Nunca antes se le vio jugar con la camiseta del Gran Canaria con tanta confianza, con tanta responsabilidad para asumir tiros, para absorber el balón con criterio, para jugar liberado. Sus números frente al RETAbet Bilbao Basket fueron sublimes: 18 puntos, 16 créditos de valoración y un +/- con el internacional nigeriano en pista de dos en positivo –solo otros cuatro jugadores del Granca lo lograron–.
El muro anterior
En los 28 encuentros que disputó la temporada pasada, Okoye nunca metió tanto. Su tope anotador con la camiseta del Herbalife estaba en 17 puntos, los que le clavó precisamente a Porfi Fisac y su Zaragoza en la Fase Final de la Liga Endesa en Valencia, en un partido donde al Granca se le escurrieron las semifinales. Aquello valió de poco, al contrario que el pasado sábado, donde el alero de Carolina del Norte estuvo sublime, con una aportación enorme, sobre todo en la primera mitad.
En los 20 primeros minutos, Okoye se mostró demoledor: 14 puntos sin fallo y dos rebotes a su bolsillo. Todo con cuatro triples y una canasta en suspensión punteada en seis metros. Una cuestión de confianza.
Durante todo el curso pasado, Okoye nunca clavó cinco triples en un partido. Además, su porcentaje al término del partido estuvo por encima del 70% de acierto (5/7, 71%). Gigante para alguien que no es un especialista en esa zona del campo.
La confianza no solo se la muestra el entrenador, Porfi Fisac, sino también el resto de sus compañeros. En cada jugada donde el ex del Zaragoza clavaba un puñal, el banquillo enloquecía con él. Risas, aplausos, vítores y ánimos que levantan la moral de un Okoye muerto al que Fisac parece haber resucitado. A pesar de vivir una última temporada triste, Okoye nunca se reviró. El vestuario está con él. Un lugar donde le apoyan y le valoran como jugador y como compañero. Noble, con Kobe Bryant y Allen Iverson como referentes, lleva a Nigeria pegada en la piel –visible es su tatuaje de la silueta del país rodeado por la bandera verde y blanca del país africano–. Sus padres emigraron hasta Estados Unidos para estudiar y acabaron levantando una familia en la ciudad de Raleigh. Todo en un carácter forjado por la perseverancia, desde su época en los institutos a sus primeros pasos como profesional en Europa, donde la segunda división italiana le dio el paso a la élite europea.
“Este año me siento mejor mentalmente, me siento feliz. Después de la última temporada me miren en el espejo y me pregunté qué tenía que mejorar. El año pasado pasé por momentos difíciles, pero ahora estoy contento de seguir aquí. Estoy seguro de que voy a jugar un mejor baloncesto que el año pasado”, confesó Okoye hace unos días en Radio Marca Gran Canaria. El abrazo del padre ya lo tiene. Y de momento, Stan Okoye le responde.
