Siete. Siete. Siete. Siete. Siete. Siete. Siete. Siete derrotas consecutivas en ocho partidos. El Granca es la pena. Un dolor. Ni siquiera cuando parece que lo siente, que vive, que late, que no está muerto, ni siquiera ahí es capaz de poder dejar sus tragedias atrás. Cayó otra vez, en este caso ante el TD System Baskonia, el último campeón (71-75). Le peleó, le miró a la cara, pudo resolver el partido a su favor en los segundos finales y ahí el drama le persiguió. Se abrazó a él, se condenó por sus propios fallos y se marchó al vestuario con un corazón perdedor. Ese que se pone cuando caer no es ninguna noveda, cuando perder es tu día a día.
El Granca, descompuesto en la segunda mitad, dio señales con una remontada de épica, de esas que no se le esperan a este equipo carente de todo. Lo hizo agarrado a Matt Costello y a Andrew Albicy –19 puntos cada uno–, que levantaron un trecho de 12 puntos en contra (53-65, min.35). Se puso por delante cuando quedaban 36 segundos y ahí se lió. No gestionó bien ese tramo, le temblaron las piernas y una serie de catastróficas decisiones representadas en Albicy mandaron al Granca al limbo. Perdió un balón –hasta 20 tuvo el Herbalife–, se repuso al forzar un error de Vildoza y se tragó la última opción que tuvo el Granca para mandar el partido a la prórroga con el 70-73 en el marcador. La tragedia volvió a Siete Palmas.
Ni siquiera le valió al Gran Canaria librarse de sus otros dos partidos de esta semana para estar fresco ahí, lastrado por una rotación cada vez más corta –Ferrari apenas estuvo tres minutos en pista– y una cabeza a punto de reventar, envuelta en el derrotismo. Y puede ser peor. Porque pendiente está el derbi frente al Iberostas. Muchas curvas por delante y pocas soluciones: ni en el mercado por parte de Willy Villar ni en el banquillo con Porfi Fisac y los suyos.
A falta de 36 segundos, los amarillos mandaban en el marcador
Y eso que Jacob Wiley y Matt Costello empezaron con ganas. Quizá hasta demasiadas. Porque aunque el marcador no era malo en los primeros minutos del partido (6-2, min.3), al Granca le empezaron a aflorar sus males pronto. Salieron a paseo las faltas –dos para Costello– y las pérdidas –tres, dos en las manos de Dimsa–. Era el cuajo perfecto para que el Baskonia se revolviera y con un Giedraitis lanzado le diera la vuelta al marcador casi sin esfuerzo (6-8, min.4).
Sin embargo no decayó el Granca entonces. Se pudo mantener en el ritmo que le iba imponiendo poco a poco Baskonia, algo acelerado quizá para el gusto de Dusko Ivanovic y su coleta. Tenía el Granca cierta intensidad ofensiva, controlaba a Achille Polonara y se esmeraba en vender caras sus canastas. Con todo eso, porque no todo es esmero, Zoran Dragic andaba suelto (13,-16, tras un triple).
Encontró el Granca en Okoye un remedio para aguantar el tanteo –seis puntos en el primer cuarto– con el que achicar agua, levantar un parcial de 7-0 y volver a ponerse por delante gracias a un contraataque tan inusual como precioso: Burjanadze subió el balón, se lo colgó a Diop y el senegalés reventó el aro (23-19). Al término del primer cuarto, el Granca estaba muy vivo (23-21) con la irrupción del canterano como luz.
Bajó las pulsaciones el partido, más calmado, con otro parecer. Algo que no hizo que el Herbalife se desconectara. Todo con un marcador pobre, corto, sin grandes transiciones, espeso. Y ahí el Granca se estaba moviendo con cierta solvencia en el barro (27-27). Albicy, uno de los rostros de la decepción que supone el caminar claretiano de esta temporada, se alió con uno de sus grandes pecados para hacer de él virtud: el triple (33-30, en su segundo de la tarde). El galo le sirvió a Khalifa Diop otro servicio para reventar el aro por encima de Fall. No parecía fluir fácil el Baskonia, trastabillado. Agotó a Fall para sacarle una falta en ataque y forzar otra en aro contrario al que le faltó lo importante: meterlos. (35-31) Cosas de un tipo bisoño que perdió un balón con el que los vitorianos podían haberse ido por delante al vestuario. No pasó y el Granca, visto lo visto en este curso, podía darse con un canto en el pecho (35-34).
Un par de canastas de Costello nada más arrancar la segunda mitad colocaron la máxima del partido: cinco puntos de ventaja para el Granca (39-34 y 43-38). Al Granca, en ese escenario, le faltaba el control que le puede poner a un equipo un base. Porque Albicy andaba denso para llevar al equipo. Ninguna novedad. Solo que Ferrari, ayer, fue invisible para Porfi Fisac.
Y el talento apareció en el Baskonia. En parte, por culpa de las manos de Pollonara y Vildoza. Ellos cocieron en un instante la reacción vitoriana para darle un vuelco al marcador y sacar a pasear las penas del Herbalife. El partido, por sensaciones, estaba a punto de romperse. A nada (48-53) al término del tercer cuarto.
Al Herbalife le costaba un mundo anotar. Sin soluciones, cerrados, escasos de ideas, de gente con arrojo y talento para levantar el partido. El abismo se abría para el Herbalife. Vildoza, Giedraitis y Pollonara volvía a clavar su puñal. Se marchó la solidez del Granca, se le hizo largo el partido y se desmoronó (52-63). Las sensaciones invitaban al drama. Pero Costello y Albicy se empeñaron en dar una vida al Granca que, visto lo visto, se demostró que no tiene.
Ficha técnica:
71. Herbalife Gran Canaria (23+12+13+23): Wiley (9), Shurna (4), Albicy (19), Dimsa (5) y Costello (19) -quinteto inicial-; Okoye (9), Ferrari (-), K. Diop (4), Burjanadze (-), Balcerowski (-), Montero (-), y Beirán (2).
Entrenador: Porfirio Fisac.
75. TD Systems Baskonia (21+13+19+22): Kurucs (-), Polonara (15), Giedraitis (14), Jekiri (4) y Vildoza (12) -quinteto inicial-; Dragic (17), Peters (-), Henry (6), I. Diop (4), Sedekerkis (2) y Fall (1).
Árbitros: Luis Miguel Castillo, Daniel Hierrezuelo y Jacobo Rial. Sin eliminados.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la novena jornada de la Liga Endesa disputado en el Gran Canaria Arena. Sin público a consecuencia de las medidas sanitarias adoptadas por la ACB con motivo de la pandemia provocada por la Covid-19.
