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La furia domada de Pedro Hidalgo

El pívot grancanario Fran Guerra es indispensable en la rotación del Iberostar Tenerife | Criado en la cantera del CB Telde ha dejado atrás su fama de díscolo

Fran Guerra, pívot grancanario del Iberostar Tenerife, se cuelga del aro en el partido de su equipo contra el Real Madrid. | | ACB MEDIA

“Tiene un nivel de madurez importante. Ha aprendido de los errores y es una evidencia de que está muy centrado, muy maduro y haciendo las cosas bien. Eso es lo que hay que valorarle ahora mismo. Rectificar es de sabios y él lo ha sabido hacer a tiempo. Con eso es con lo que hay que quedarse”.

Durante años, Fran Guerra (Las Palmas de Gran Canaria, 1992) fue preso de acciones que tapaban su buen juego y números, tanto en EBA como en LEB Oro. Golpes, antideportivas, expulsiones que impactaban más que sus estadísticas. Criado en la cantera del CB Telde, Guerra fue pulido en la cantera del Movistar Estudiantes hasta que empezó a rodar por Lleida, Orense y Melilla. El Iberostar Tenerife creyó en él, le ofreció un contrato y lo cedió al Iberojet Palma, donde mostró sus dos caras: la de un jugador dominante en la LEB Oro y ser un ciclón impredecible sobre la pista.

Desde Berlín, Cristo Cabrera, técnico grancanario del ALBA femenino, siempre tiene un ojo en aquellos jugadores que han pasado por su torno. Con el caso de Guerra no hay distinción. El pívot del Iberostar Tenerife vive su mejor temporada como profesional. Clave en la rotación de Txus Vidorreta, Guerra promedia 6.4 puntos, 1.8 rebotes y 7.4 de valoración en apenas 12 minutos por partido.

El valor de la experiencia

“Se le ha notado un cambio en los últimos años. Todo lo que le ha pasado es lo que ha hecho que sea el jugador que es ahora”, reflexiona Cabrera. “Desde pequeño había que ‘picarle’. Funcionaba por retos. No era un trabajador innato, digamos. Pero si le picabas, le retabas con jugadores mejores, tenía que esforzarse al 100% y entonces aparecía su gran valor: es tremendamente competitivo”, añade el técnico, que moldeó su juego en minibasket, pero también en la categoría cadete, donde los niños empiezan a ser hombres.

Guerra apareció en Telde desde Pedro Hidalgo la mano de sus hermanos gemelos mayores Santi y David, tres años mayores que él. Pronto mostró actitudes y aptitudes que le hicieron destacar sobre el resto. “No lo veías venir. Esto lo hacía desde minibasket. Estabas entrenando y te dabas cuenta de que un jugador no lo hacía todo lo bien que sabía. Y eso era porque estaba por ahí en medio Fran, que le hacía lo que fuera para ganar el partido: un agarrón al brazo, le cogía la camiseta. Era un incordio para salirse con la suya. Y después te ponía la cara de niño bueno”, comenta entre risas.

“Aprendió de sus errores y está muy maduro”, afirma Cristo Cabrera, su técnico en la Isla

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Ese potencial, esa ansia de victoria le hizo escalar hasta la cantera del Estudiantes y, desde ahí, un recorrido que le ha llevado a asentarse en la Liga Endesa esta temporada a los 28 años. Detrás, un trabajo para domar su carácter y afianzar su físico. “Toda la energía la tenía que enfocar en su parte positiva del juego. Ahí intuíamos que iba a ser muy bueno. En cadete era un 2,05 o 2,06 y era capaz de echarlo al suelo, de pasar con criterio, un jugador que tiraba de media distancia e incluso desde el triple”, rememora Cabrera.

Un trabajo concienzudo orientado a cuerpo y mente. “Ha aprendido a cuidar su físico, con ese entrenamiento invisible como comer bien, descansar, ir al gimnasio, trabajar extra en vacaciones o en periodos de menos carga. Creo que eso ha hecho que él explote. La madurez, después de su segundo hijo, seguro que le hace ver las cosas de otra manera, además de los profesionales que han trabajado con él, a nivel físico y mental. Eso le ha hecho que explote”, argumenta Cabrera sobre el pívot.

Sus minutos de descanso a Gio Shermadini son aire para el Iberostar. Tanto que su nombre empieza a sonar como candidato para la próxima convocatoria de España en las ‘ventanas FIBA’. “Por méritos actuales está llamando a la puerta. España es una potencia y es muy difícil hacerse un hueco, incluso cuando no están los jugadores de Euroliga o de NBA. Ahora está pidiendo a gritos ese hueco, aunque el nivel es altísimo. Ojalá tenga esa oportunidad”, explica.

Pero si hay algo que siente Cabrera es que Guerra “no ha llegado a su techo”. “En los momentos malos es algo que hablé con él: su límite estaba en él mismo”, concluye. Evolucionar, crecer, madurar. Tres palabras que definen el estado actual del grancanario. “Tenía un pronto que no lo tenía tan entrenado. A pesar de eso, sé que en frío se daba cuenta de esas cosas que tenía a mejorar. Los pasos que ha dado para mejorar han salido de él y eso es lo importante”. El Granca es hoy su desafío.

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