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Sueños y retos en Kazán

El Granca vuelve al lugar donde jugó las ‘semis’ del curso 2014-15 con el fin de frenar al Unics

En la imagen, Edy Tavares coloca un tapón a Kostas Kaimakoglou, en aquella semifinal del Granca en 2015 en Kazán | | LP/DLP

Kazán está clavada en la historia del CB Gran Canaria. Son lugares que transportan al club a algunos de sus mejores días de vida. La ciudad pertenece a una colección de nombres como Zagreb o Karsiyaka –“Me llevaré la cámara porque nunca he estado en Esmirna y es un sitio muy bonito”, dijo Aíto García Reneses en la previa de aquellos cuartos de final”–. Kazán fue la penúltima parada de una temporada mágica donde el Granca grabó su nombre en el viejo continente. Porque aunque no pudo soportar el jalón del Khimki en la final de la Eurocup, aquel curso le demostró al Gran Canaria, por entonces, que estaba preparado para el siguiente nivel.

Ahora regresa al centro de Tartaristán envuelto en otro aire. En abril de 2015, en el Basket Hall de Kazán ,el Granca se descubrió en uno de los partidos más redondos de Edy Tavares con la camiseta amarilla. Fue aquel duelo uno de los que le valió para pasar de niño a hombre. En total, 12 puntos y 11 rebotes, un ‘doble-doble’ para alcanzar 30 créditos de valoración, hacer volar al Granca y encarar una vuelta en casa con cierto margen para colarse en su primera gran final.

En chárter

Las cosas han cambiado, pero Kazán sigue estando igual de lejos de Gran Canaria. En total, 10.000 kilómetros de por medio. El Herbalife Gran Canaria partió ayer hasta Madrid y de ahí, en chárter, volará hasta Kazán para evitar un viaje más largo aún –solo en ese vuelo empleará ocho horas– y una odisea burocrática con la pandemia como contexto.

Aquella noche mágica de 2015 no es más ya que un recuerdo. Todo ha cambiado. En el Granca, solo Fabio Santana guarda en su cajón la medalla de subcampeón de la Eurocup. Lo que no ha variado es la peligrosidad del Unics Kazan, un habitual en las últimas rondas del torneo continental y aspirante siempre a cuestionarle el trono al CSKA Moscú en la VTB League.

Isaiah Cannan, con 235 duelos en la NBA, es el líder de los rusos con 18.1 puntos de media

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Este año, la historia no varía. El Unics acumula talento del bueno, del que no engaña. Le vale para ser tercero en la clasificación, solo por detrás de Zenit y CSKA –aunque los de Kazán cuentan con dos partidos más–. Su balance de 9-4 esconde una fenomenal racha en los dos últimos meses: de los ochos últimos partidos ha ganado seis y las dos derrotas han sido frente al primero y segundo clasificado. El pasado fin de semana le negaron el camino al Khimki de Alexey Shved –33 puntos firmó el ruso– y Jordan Mickey. Victoria para el Unics (87-93) y a seguir.

Los peligros del Unics Kazan tienen múltiples aristas. Pero si hay alguien a quien señalar de esta versión del conjunto ruso es a Isaiah Cannan. En su currículum figuran 235 partidos en la NBA bajo los escudos de Houston Rockets, Philadelphia 76ers, Chicago Bulls, Phoenix Suns, Minnesota Timberwolves y Milwaukee Bucks.

Su carrera está marcada por una lesión escalofriante, de esas que cuesta olvidar. Al inicio de la temporada 2017-2018. Gordon Hayward, uno de los movimientos del mercado de la temporada se acababa de romper la pierna en el día de su debut con los Celtics. La imagen dio la vuelta al mundo. Unas semanas después, Isaiah Canann repitió. En una entrada a canasta, cayó mal y su tobillo se quebró en la última posesión del primer cuarto de un partido entre Suns y Dallas.

Por entonces, Cannan acumulaba un media de 22 minutos en pista para darle descanso a Devin Booker, la estrella del equipo de Arizona. Sin embargo, aquella lesión cortó de cuajo el momento donde parecía que asentaba su juego en la mejor liga del mundo para conertirse en un jugador de rotación a largo plazo.

Capaz de jugar en el puesto de base y de escolta, Cannan regresó, pero nunca tuvo continuidad. Objeto de múltiples traspasos, acabó probando en China, intentó regresar a la NBA desde la liga de desarrollo, pero optó por probar en el baloncesto europeo. Esta es su primera temporada en el viejo continente y sus números dan miedo: 18.1 puntos, 3.2 rebotes y 2.8 asistencias por encuentro en la VTB League. En la Eurocup, sus promedios se quedan en 17.5 puntos, 3 rebotes y 4.1 asistencias. Una máquina de anotar que está escoltada por hombres como Okaro White, Nate Wolters o Jamar Smith, ex del Unicaja. Un buen puñado de puntos.

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