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Salvó, el peón silencioso

El alero catalán firma un papel notable y eficaz en el arranque de la competición

Miquel Salvó, alero del CB Gran Canaria, frente al Unicaja. | | CARLOS GUERRERO/LOF

Es más que probable que lo que se ve hoy en la pista de Miquel Salvó sea el resultado de una personalidad y un juego forjado desde el barro a la élite. El alero ha construido su carrera desde el primer peldaño de las categorías nacionales, en las pistas de la Liga EBA, hasta pisar la Liga Endesa. Una travesía tremenda desde el CB Cornellà hasta el CB Gran Canaria. Su historia tiene incluso un prólogo en la segunda división belga. Ocho años después de todo aquello hoy es una de las mejores noticias de este nuevo Granca.

El triunfo del Granca en Málaga tuvo un protagonista por encima de todos, indiscutible: Chris Kramer y su canasta ganadora sobre la bocina que heló al Martín Carpena. Sin embargo, la aportación de Miquel Salvó, una vez más esta temporada, se dejó notar. Sus números: 14 puntos (5/6 en tiros de dos), 4 rebotes, una recuperación y otra asistencia. En total, 17 créditos de valoración, el segundo mejor amarillo –Nico Brussino dejó la cifra en 22–.

Salvó ha iniciado su etapa en el Granca mostrando una lectura del juego precisa, sacando ventajas, una movilidad sensata y unos valores de equipo de los que gustan en el sentir del club, de esos con los que se identifica el corazón del club, falto de referentes así en la última campaña.

El final de tercer cuarto y el inicio del último acto que completó Salvó fue esencial para entender que el Granca ganara el partido. Hiló un par de rebotes ofensivos, una recuperación y siete puntos en esos momentos donde el partido estaba en un puño y más se complicó el día para el equipo de Porfi Fisac.

En la línea

Algo que sigue la estela del primer día en la oficina amarilla, donde Salvó, con dos canastas muy pillas en el último minuto de la prórroga resolvió el partido para el Granca frente al Fuenlabrada. “Me gustó muchísimo la aportación de Salvó en ese tiempo. Nos resolvió con dos acciones de querer ir a por ellas, de tener ese empuje”, sentenció Fisac unos días más tarde en sala de prensa cuando se le cuestionó por los aspectos más positivos que sacaba del debut de su Granca.

Con 26 años, en un punto de su carrera ideal, Salvó llegó este verano a Gran Canaria tras lograr ser una pieza esencial en los esquemas de Joan Peñarroya en el San Pablo Burgos, doble campeón de la FIBA Champions League. Sus números, la suma de sus intangibles y su conciencia en el juego le llevó a ser llamado a filas por Sergio Scariolo para vestirse de rojo con la selección española. Otra puerta derribada.

En el Granca, Salvó ha escrito solo sus primeras páginas. Con un contrato de dos años ha demostrado que tiene madera para jugar en un club donde los jugadores de su perfil siempre han entrado bien. De momento, su aparición es una de las notas más positivas de un arranque de temporada que pinta, de entrada, mejor que el pasado para el Granca y que lastró su paso por la Liga Endesa, casi siempre a remolque.

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