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Miquel Salvó Alero del CB Gran Canaria

«Soy igual que cuando jugaba en Liga EBA, no he cambiado»

Miquel Salvó, alero del CB Gran Canaria, ayer, durante la entrevista en la Sala Club del Gran Canaria Arena de Siete Palmas. | | ANDRÉS CRUZ

La historia de Miquel Salvó (Villanueva y Geltrú, Barcelona, 1994) es la de la constancia. Descartado del Barça en júnior, el alero amarillo se labró una carrera desde el barro: ha pasado por todas las categorías nacionales hasta llegar a la Liga Endesa. Un ejemplo de perseverancia que ya se ha asentado con peso en la élite. 

Lleva tres partidos en el Granca, uno de los clubes con más trayectoria en los últimos 25 años de España. ¿Se imaginó alguna vez aquel chaval que se fue a Bélgica para tener su primer contacto profesional con el baloncesto que iba a estar asentado en ACB?

No, la verdad. Era un sueño. No me empecé a creer esto hasta que no pensé que igual me podía dedicar a esto. Antes jugaba por placer, porque me gustaba el baloncesto. Era una cosa desinteresada. A partir de LEB Plata pensé que podía dar pasitos hacia arriba, dedicarme a esto. De ahí salió.

Hubo algún momento, alguna conversación que le cambiara la visión que tenía sobre sí?

Es curioso. Cuando salí del Barça en júnior me fui al equipo de mi pueblo a jugar con mis amigos. Los entrenadores de allí me ayudaron mucho, me dijeron que me lo creyera. Que sí, que me había descartado el Barça, pero que me lo creyera, pero que no me hundiese. Me dieron confianza y me orientaron bien. Me enseñaron a crearme mi propio camino. Les hice caso y les estaré agradecido siempre.

Hablamos del CB Samà. De ahí se marcha a Bélgica. ¿Cómo surge eso?

Jugaba en Primera Catalana, dos categorías menos que EBA. Era un baloncesto para disfrutar de él y ya. Un día a la semana entrenaba con el Tarragona de LEB Plata con Berni Álvarez. Me sentía bien, al nivel, pero no me podían dar sitio en la plantilla. Salió la oportunidad de Bélgica porque un vecino de mi ciudad me dijo que fuera a probar, que tenía nivel para estar allí. Fui, probé y me dijeron los tres equipos que sí. Elegí el Spirou Charleroi porque el primer equipo estaba en Eurocup. Yo iba a estar en dinámica del primer equipo, pero iba a jugar con el filial. Ahí toqué el profesionalismo y me sirvió muchísimo.

«Me gusta tomarme todo con buen humor, con humildad. Con una sonrisa se rinde más»

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Fue como un Erasmus.

Nunca había salido de casa. Era vivir solo, cocinar, un nuevo idioma... Me sirvió para madurar muchísimo. Viví cosas muy buenas aunque me costó adaptarme. Estoy muy orgulloso de aquello.

Y se vuelve.

Pregunté otra vez en Tarragona por si había sitio, pero me dijeron que no, que estaba lleno. Quería ir directo a LEB Plata, pero no surgió. Al final, no me conocía mucha gente. Me lo tomé con paciencia, empecé en Cornellá en EBA y pasito a pasito.

Pasito a pasito hasta ACB... ¿De qué le ha valido esa travesía por todas las categorías nacionales para ser hoy el jugador que es?

Siempre digo que tengo la suerte, aunque igual he llegado más tarde a la ACB, de haber coincidido con personas que me han ayudado mucho a ser quien soy. He dado muchos pasos que otros jugadores no han dado. Cada uno tiene su camino y yo estoy muy contento del mío.

¿Qué queda de aquel jugador que arrancó desde lo más bajo?

Soy el mismo que jugaba en EBA, no he cambiado. Soy igual de trabajador, llevo la misma filosofía porque me ayudó a llegar hasta aquí. Me gusta tomarme todo con buen humor, con humildad, con trabajo, con buen rollo. Pienso que así todo sale mejor y se va a trabajar mejor. Con una sonrisa se rinde más y siempre la he intentado mantener. Cuando estaba en EBA quería llegar a Plata; de la Plata al Oro y de ahí a la ACB.

¿Nunca pensó en desistir, en tirar la toalla? En plan, llegué a LEB Oro y aquí me quedo.

No todo ha sido bonito y fácil. Cuando volví de Bélgica hubo situaciones, personas que igual no creían en ti, pero siempre intento buscarle lo bueno. Pienso que a una situación mala le puedes dar la vuelta o sacar algo positivo de ello, ver la buena perspectiva.

En Oviedo su nombre empieza a sonar. ¿Qué encontró ahí?

Ayudó mucho el MVP de la Copa Princesa y el buen año del equipo. Me encontré un club familiar, con gente sana, buena, con ilusión por el baloncesto. Eso y dos entrenadores increíbles como Carles Marco y Javi Rodríguez. Confiaron en mí desde el primer día. Les debo mucho de lo que me pasa hoy.

La siguiente viñeta es en San Sebastián. Por fin llega a la ACB.

No me lo creía. Hablaba con mi representante ese verano y me decía que sí, que estuviera tranquilo que iba a salir el tema. Pero bueno, me gustaba tener los pies en el suelo y me hacía la idea de que igual me tocaba pelear un año más en LEB. No tuve prisas en todos esos años, pues no la iba a tener ahora [Se ríe]. Y salió: San Sebastián y Porfi [Fisac] me querían y para adelante.

«La afición nos irá descubriendo y eso es importantísimo, que se cree el vínculo entre equipo y grada»

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¿Cuando juega el primer partido en ACB qué fue lo primero que pensó?

Uno de mis mejores amigos es Oriol Paulí. La casualidad quiso que debutara aquí en el Gran Canaria Arena contra él y contra el Granca, justo donde hoy me ha llevado la vida. Fue precioso. Soy un tío bastante normal, no me pongo nervioso ante nuevas situaciones o ante nuevas cosas. Me dije: ‘¡Por fin estoy aquí’ y listo. Todo se resume en baloncesto: dos canastas y diez jugadores.

En Burgos se asienta y llega la explosión definitiva. ¿Qué resume hace de ese paso?

Me llamaron en un momento duro a nivel deportivo porque había perdido la categoría con Gipuzkoa. San Pablo Burgos, con tanta gente detrás y esa cancha tan bonita, todo fue muy fácil. Peñarroya siempre fue claro y sincero conmigo. Montamos un gran grupo y encima lo reflejamos con tres títulos y unas semifinales de Liga Endesa. No tengo reproches ni peros.

¿Da tanta caña Joan Peñarroya como parece?

Sí, pero tiene momentos divertidos. Somos todos profesionales y él el primero. Da caña, es exigente. Creo que encima tenía bastante confianza conmigo y eso es casi peor [Se ríe]. Es un entrenador con las ideas claras y una persona muy tranquila.

¿Hay algún compañero que por su ética de trabajo le haya ayudado a crecer queriendo ser como él?

En los primeros años en Bélgica conocí a gente como Demond Mallet que era un auténtico trabajador. En ACB, he estado con gente como Dani Pérez, Bruno Fitipaldo, Vitor Benite, Ferran Bassas... Gente que es muy trabajadora y muy normal. A todos los puedo considerar amigos. Después en pista, con Vitor Benite, he visto una filosofía de trabajo que me he aplicado. Trabaja por y para el baloncesto: alimentación, trabajo extra después de los entrenamientos... Cosas que no se ven. Pero me quedo un poco con un granito de todos ellos.

Y en todo este camino le llega la selección. ¿Cerró un círculo con esa llamada?

Había estado en una lista interna que se envían a los clubes donde les avisan. En esa lista preliminar ya había estado en San Sebastián. Cuando me lo dijeron en Burgos me lo tomé igual. Ya en un entrenamiento, me lo dijeron: estaba dentro. Fue una gran alegría porque no era un objetivo, no estaba obsesionado con eso. Sabía que estaba haciendo las cosas bien y evidentemente me puse muy contento con ello.

¿Qué se ha encontrado aquí en Gran Canaria?

Un lugar encantador. La adaptación ha sido muy fácil. Echaba un poco de menos volver a un lugar con playa, con este clima... Soy de un pueblo costero cercano a Barcelona y claro, ya llegaba cinco años en el norte, aunque he estado muy bien. Me encanta el rollo canario, la gente... Ya venía avisado y aconsejado por Oriol Paulí, Xavi Rabaseda o Fabio Santana de lo que me iba a encontrar. Es lo bueno de haber vivido este proceso, haber conocido a tanta gente. Son amigos y me los llevo para toda la vida.

¿Y con el club?

Muy bien, tanto a nivel de personal como a nivel de equipo. Dejando a un lado lo táctico, del baloncesto en sí, se ha fichado un grupo humano muy bueno: nadie va por libre. Queremos ser un equipo y se está consiguiendo. Estas primeras victorias fuera de casa afianza creer en nosotros y en el trabajo que plantea el cuerpo técnico. Esto es el principio, pero...

¿Qué importancia tiene el valor del grupo para conseguir objetivos deportivos?

Mucha. Fichar un jugador u otro dependiendo de las estadísticas es a veces lo de menos. Hay que conjugar después con las personalidades, sus hábitos, qué carácter tienen... Todo esto suma y creo que Porfi ha hecho un equipo con gente que conocía de otros años y ficha sobre seguro. Estamos bien como va surgiendo, hacemos planes como si lleváramos más tiempo en el mismo equipo. Hay muy buen rollo.

¿El premio al más ‘tarado’ se lo damos a Dylan Ennis desde el principio o hay alguien que le puede hacer sombra?

Bueno, bueno... No te creas, que hay muchos [Risas] Veis a Dylan porque lo sube todo a sus redes sociales, pero hay de todo, no voy a desvelar muchos secretos. Ya nos irá conociendo también la afición porque creo que eso es importantísimo, que se cree un vínculo, que nos conozcan y aparezca esa conexión con la grada.

A Porfi Fisac lo conocía desde San Sebastián. ¿Es el mismo entrenador que se encontró allí?

Es un tío claro, sincero y que te dice la verdad. Conmigo siempre ha sido así. Y ahora sigue igual. Es un entrenador muy exigente, con su filosofía como la tienen todos. ¿Diferencias? No las veo. Si necesitas cualquier cosa, te aconseja y siempre va con nosotros.

«Porfi sigue igual que cuando lo conocí en San Sebastián: es exigente y siempre está con nosotros»

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¿Con qué idea viene estas dos temporadas al Gran Canaria?

Pues con que sean muchas más. Si eso sucede es que las cosas nos van bien a las dos partes. Voy poco a poco, a corto plazo, no me gusta mucho pensar en el más allá. Suena a tópico, pero esto es el partido a partido. Este equipo se merece el apoyo de la gente y nosotros les tenemos que dar motivos de orgullo.

Llega el Joventut es fin de semana, un club que está de nuevo al alza en estos años.

Un equipo que juega muy bien, de tradición. Aunque vienen con la baja de Ferran Bassas tienen un equipo intenso, que clavaron una gran defensa con Baskonia. Depende de nosotros si tenemos un buen día, con un partido serio como el de Málaga, podemos sacarlo para adelante.

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