Cualquier aficionado del baloncesto que ayer se preciara a leer los comentarios en las cuentas oficiales del CB Gran Canaria tras caer estrepitosamente el viernes ante el Valencia Basket, se daría cuenta de que los ánimos en la parroquia claretiana no son sinónimo de parabién, pues el rendimiento del conjunto insular en la Liga Endesa, con siete derrotas consecutivas está acabando con la paciencia del respetable. Mañana por la noche, ante el Monbus Obradoiro (21.15 horas, Movistar Deportes 1) la afición decretará su juicio. 

Y no es tan solo por las derrotas en sí del Granca desde que perdiese ante el Lenovo Tenerife el derbi disputado en noviembre para encadenar esta mala racha, porque perder forma parte del juego, pero la indolencia levanta ampollas entre aquellos que pagan un abono anual o una entrada semanal.

Las críticas de los aficionados tienen un denominador común y apuntan al banquillo. Encontrar a un aficionado que defienda ahora mismo a Porfirio Fisac se antoja un ejercicio difícil. 

El entrenador segoviano ha igualado la peor racha consecutiva de derrotas en el Siglo XXI, la de las siete derrotas que él mismo encadenó la pasada campaña y que le mantuvieron en un examen constante hasta que el equipo consiguió sacar la cabeza del pozo y, al igual que este año, lamerse las heridas en la competición continental.

Ahora, tras un mes sin disputar un choque en el Gran Canaria Arena de Liga Endesa, el público del pabellón tiene ante sí la hora de su veredicto. ¿Cuál será su reacción de la Marea Amarilla al recibir a la escuadra claretiana? Es su hora.

La masa social que rodea al club amarillo tiene la oportunidad de demostrar que tiene criterio y que le importa lo que pase en torno a la entidad que le ofrece a unos jugadores a los que alentar en la pista. El horario no acompaña, la situación del covid tampoco, pero la pelota está en su tejado.

Vuelve la penúltima leyenda

Después de que el choque ante el conjunto gallego se tuviera que suspender a causa de los múltiples contagios que se sumaban en ambas filas –aunque el día que debía jugarse el Obradoiro ya contara con solo dos afectados por el virus–, ahora sí que sí es el momento para que Albert Oliver se reencuentre con la afición insular.

Desde que saliera del club bañado en un mar de lágrimas durante el día de su despedida, hace ya tres temporadas, el base catalán no ha tenido la oportunidad de medirse al Granca con aficionados en las gradas de Siete Palmas.

El que fuera capitán del equipo amarillo, al que defendió seis temporadas, vuelve a la que considera su «segunda casa», y tendrá ante sí otra reválida para medir sus emociones cuando el speaker del Arena pronuncie su nombre durante la presentación de los equipos.

Por su parte, el Monbus Obradoiro llega con la moral por las nubes después de llevarse el derbi gallego ante el Río Breogán en el último partido liguero disputado, por un amplio 100-83.

Asimismo, los compostelanos se sitúan a una sola victoria del Granca, por lo que una nueva derrota amarilla sería catastrófico.