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Ángel Pérez.

Sus labores

El otro día en una cita me preguntaron, entre otros tópicos, a qué me dedicaba. Lo que cualquier profesional respondería con siete letras, máximo con nueve, en mi caso requiere una disertación, una tesina, una exposición con proyector y power point. Lo asumo: pertenezco a esas profesiones de nueva creación que a este ritmo nunca dejarán de ser nuevas. Me dedico al marketing social y a la dirección de proyectos sociales y culturales. Es entonces cuando la arruga en el entrecejo del receptor de la respuesta te indica que debes comenzar la exposición aclaratoria. Y es que el mercado, su evolución y sus caprichos, ha traído una remesa de profesionales que necesitan prospecto y carta de materiales para definirse. Tienes que ser valiente para poner debajo de tu nombre, en tu tarjeta de visita, jeroglíficos como community manager, SEO, wedding planner, trafficker o "maquetador web". Piensa en tu madre cuando tenga que decirle a tu tía que el niño ha encontrado trabajo de "especialista en análisis web" o que la niña es social media. Tu tía lanzará primero la temida "¿Y eso qué es?" y si tu pobre madre se ha aprendido, por hastío, la definición que tantas veces le has repetido, tu tía atacará con "¿Y por eso le pagan?", "¿Y eso hace falta?" y el siempre "¿Por qué no estudiaría Medicina?" Mientras tanto, los nuevos oficios tenemos que convencer de nuestra utilidad a los empresarios y lanzarnos mayoritariamente al precipicio de ser autónomos. Todo sea por la quimera de ser lo que uno quiere ser, aunque nadie sepa lo que es.

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