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Calle Atlántida

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Nuria Meseguer crea mundos sumergidos en un arte doblemente profundo "contra el vacío que se nos impone"

La tortuga cuya mirada parece seguir al espectador al modo de una Gioconda sumergida tiene compañía en el mundo submarino creado por Nuria Meseguer. Buceando por su obra podemos encontrarnos a una mujer que cabalga bajo las aguas sobre un tigre acuático, a una señora de avanzada edad que flota agarrada a una fregona, piezas de fruta que se hunden en la entraña azul, a amantes, a niños, a familias y hasta a un camello que avanza oculto bajo la superficie haciendo de su joroba un cráter, en concreto el de la Montaña Amarilla de La Graciosa, quedando así revelado el origen de este accidente geográfico.

"A mí me ha definido nuestra costa, por supuesto, que es el entorno de la libertad y la paz, pero mi mirada está aposentada sobre el ser humano, que es lo único que sé que no va a cambiar", subraya. Una muestra de su arte doblemente profundo y comprometido formará parte a partir del próximo 9 de marzo de una exposición colectiva y solidaria en el espacio CentroCentro del Palacio de Cibeles de Madrid en beneficio de la ONG Alianza por la Solidaridad. El proyecto cuenta también con la participación de Carmen García Huerta, Ouka Leele, Óscar Mariné y Alberto Corazón, entre otros y otras.

Nuria creció jugando en el taller de pintura de su padre. Para ella pintar es "olvidar el tiempo y el espacio", el lugar donde "todo desaparece y sin embargo eres más tú que nunca. Son momentos oníricos, abstractos, de aventura emocionante, de reto, de conquista, donde bajas a tierra algo que no existe. Es lo más cercano a ser un explorador de tierras y mares lejanos que no están aún en los mapas". Su obra persigue "la belleza de la cotidianidad humana con una mirada compasiva, redimidora y compensatoria del mundo de imagen idealizada pero vacía que se nos impone". Y lo hace nadando en la paz y el silencio del azul. "Todo es vibración, a más o menos velocidad. Los sonidos, los colores y todo lo que nos rodea emite una frecuencia. Hay frecuencias armónicas que nos hacen sentir cómodos, alegres, y otras que evitamos inconscientemente, la mayoría sin razón aparente, pero el cuerpo es más sabio que la mente. Él aún está conectado", advierte.

Ella cree en el papel social del arte y en un nuevo modo de relacionarnos con el medio. "Todo cambio social verdadero comienza por un cambio de actitud personal, una consciencia, pero hace falta una mente animista, como lo fue el ser humano cuando veía a la Naturaleza como un ser en sí mismo y temía su poder, algo que se traducía en un respeto que se ha perdido con la productividad", dice desde su Atlántida privada. n

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