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Una buena impresión

El colectivo LpaFábrika desarrolla empleando la impresión 3D complementos que quiere comenzar a comercializar a buen precio y con diseños exclusivos

Daniel Torres González -arriba- en el espacio de coworking donde desarrolla LpaFábrika sus proyectos en Las Palmas de Gran Canaria. JC Guerra

Daniel Torres González es un ingeniero de Telecomunicaciones de 32 años que forma parte de la asociación LpaFábrika, donde se dedican a la divulgación de las nuevas tecnologías. "Es decir", explica, "introducimos a los más pequeños y a veces a los no tan pequeños en las nuevas tecnologías y el movimiento maker. Los tres grandes campos que tocamos son: la robótica educativa, el diseño e impresión 3D y el uso de las redes sociales". Llevan "más de cuatro años divulgando las nuevas tecnologías y nuestro objetivo es crear un movimiento maker muy potente. Para ello, deben conocer lo que es, ver si les gusta y luego practicarlo. Pero también creemos que es muy necesario educar a los más jóvenes en su relación con la tecnología", añade. Sobre el desarrollo de la impresión en 3D confiesa: "Realmente empecé la casa por el tejado. Dando un paseo por las redes, encontré el mayor grupo de habla hispana, llamado Clone Wars -y al cual pertenezco en la actualidad", matiza, "y vi que compartían información de forma libre de cómo construir una impresora. Como siempre me ha gustado montar y desmontar cosas me animé y con tiempo y paciencia fui aprendiendo a montarla. Una vez creada la impresora 3D", cuenta Torres delante de una de las varias que funcionan en su asociación, "iba siempre a repositorios y descargaba diseños y los mandaba a imprimir. Pero claro, no siempre esos diseños cumplían con mis necesidades y es ahí cuando me dije que era el momento de empezar a aprender a diseñar: me enfrasqué en este nuevo aprendizaje, pero siempre utilizando herramientas opensource", dice sobre utilidades libres que están al alcance de cualquiera y no hay que pagar licencias de un precio muy elevado.

Para explicar el proceso de impresión Daniel es claro: "Yo siempre les explico a mis alumnos que una impresora 3D es como una manga pastelera utilizada por un repostero, que con movimientos de las manos y haciendo presión va generando capas de un pastel. Una vez que tiene la primera capa, salta a la siguiente. Con la impresora 3D pasa igual: por una parte que llamamos fusor entra el plástico y este lo derrite (a temperaturas de 190 a 260 ºC, aproximadamente, dependiendo del tipo de plástico). Luego", prosigue, "la impresora va moviendo el fusor según la forma que tenga la pieza, una vez que acaba la capa sube un poquito y vuelve a realizar una nueva capa. Así hasta que obtenemos la pieza final".

Opina que queda mucho por experimentar en la impresión volumética. "Uno de los grandes problemas es que la impresión hoy por hoy es relativamente lenta, pero cada vez se van mejorando las máquinas y van siendo bastante más rápida".

"Le veo un montón de aplicaciones" en el mundo de la moda, añade. "Desde la creación de nuevos tejidos con estructuras extrañas y muy complicadas de realizar a mano o con otro tipo de maquinaria. Aunque esta parte será, creo yo, para la alta costura. Mientras que para el usuario de a pie existe otro mundo de posibilidades como pueden ser los complementos -pajaritas, pendientes, colgantes, corbatas, brazaletes...- y todo lo que tu imaginación te permita. Siempre he dicho que el limite de la impresión 3D es la imaginación del ser humano", concluye este ingeniero.

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