Durante más de 72 horas Canarias, hace sólo dos semanas, tuvo que hacer frente una vez más a las consecuencias derivadas de su situación geográfica: de África nos llegó polvo como hacía lustros que no se veía. Fuertes vientos atlánticos se sumaron al terrorífico panorama avivando las llamas que, de nuevo, volvieron a devorar los montes de la isla de Gran Canaria y cuando se pensaba que la situación en las Islas no podía complicarse más se produce un desprendimiento en la Caldera de Taburiente, en la isla de La Palma. ¿A alguien le queda duda de que estamos en seria amenaza climática?

Nuestro clima no es el mismo. De hecho, desde hace ya una década los más experimentados pescadores del Archipiélago, incluso antes que los científicos, alertaban de la desaparición de distintas especies que durante décadas eran las habituales en las aguas de las islas precisamente por el calentamiento de nuestros océanos. Han aparecido, asimismo, las microalgas y también los contaminantes microplásticos... Sólo falta el Kraken.

Está en nuestras manos y en las de nuestros responsables políticos trasladar a todas las partes implicadas -es decir, a todo el mundo- la importancia de tener mayor conciencia con todo lo relacionado con el medio ambiente. Aunque ese mensaje debe calar muchísimo más en nuestra región porque, como hemos visto durante estos días pasados, todo los fenómenos que afectan a Canarias están llegando con una virulencia que roza lo catastrófico. Lo de Canarias y su clima amable se nos está yendo al traste delante de nuestras propias narices.

Desde todos los campos que abarcan habitualmente los contenidos de Con Estilo se puede aportar un granito de arena ante este desastre climático que nos afecta, guste o no guste a desbarrados dirigentes políticos que representan a algunos -por fortuna, no a todos- negacionistas. Que deba llegar una niña en catamarán, desde el otro lado del océano, para que los efectos del cambio climático sean considerados un asunto de gravísimas consecuencias también nos indica lo poco que nos han interesado las consecuencias ligadas a nuestra manera de entender la vida y sobre todo entender el consumo.

Cada vez son más los arquitectos, interioristas e incluso diseñadores que apuestan por el reciclaje o por las nuevas tecnologías en sus creaciones destinadas a una reducción de consumo energético o un mayor aprovechamiento de los recursos naturales. En el ámbito artístico hay creadores canarios que es precisamente ahí donde tienen fijado su discurso -algo que ya realizó César Manrique hace medio siglo sin que nadie le hiciera demasiado caso- empleando diferentes soportes o materiales para desarrollar sus propuestas pero lo cierto es que todos podemos apoyar y batallar juntos para que el mundo sea un poquito mejor o, al menos, el mundo que nos rodea a los canarios en este paradisiaco maridaje entre volcán y mar que hasta ahora nos convertía en referente global como uno de los destinos turísticos con mejor clima del mundo.

Sin ser llorones, debemos reconocer que, aunque se pongan fuerzas y ganas por parte del Gobierno de España en apoyar situaciones complicadas en las Islas, lo habitual es que esas ayudas nos lleguen tarde y mal. Que todavía estemos peleando por, por ejemplo, tener una base fija de hidroaviones resulta sorprendente si se tiene en cuenta el desastre medioambiental que ocasionó el fuego en Gran Canaria en verano; lo mismo sucedió en La Palma y ha sucedido en Tenerife o La Gomera.

En ese mismo sentido, las playas del norte de Lanzarote, igual que en Fuerteventura, se descubren en la bajamar con alarmantes restos de plásticos que hasta Canarias arrastran las mareas en su deriva y que, como ya sabemos todos, acaban siendo ingeridos por las especies que, a su vez, comemos todos. El problema está aquí y puede que ya incluso sea tarde para solucionarlo pero es nuestro deber, cuanto menos, intentar frenarlo.