Cuando Dania Dévora se dio a la fama porque el Womad la convirtió en icono europeo de otras músicas, dejaba atrás un trabajo tenaz, anónimo y largo en el tiempo que con los años le permitiría dar el salto a grandes producciones musicales de las que se ha beneficiado su tierra, esa de la que aún la emocionan sus paisajes o la mujer que aguarda bajo la sombrilla para comenzar su partida de bingo.

Hay curiosidades en la vida de Dania que desconocen quienes creen saberlo todo. Este reportaje ha sido el reencuentro de dos viejas amigas que vivieron y crecieron en el mismo barrio, pero que distanció el trajín de la vida aunque yo he seguido con admiración su trabajo, siempre bendecido por el éxito. Apasionada, Dania no sabe ni quiere transitar el mundo de la producción musical, ni siquiera personal, mirando ni el reloj ni los días; su agenda está repleta de compromisos que sortear para cumplir con los inaplazables, los importantes.

Pasa que luego el éxito la llena de razón frente a quienes, sus amigos, le reprochan eso tan saludable y necesario de darse un respiro. En su trayectoria profesional la importancia máxima la tiene el Festival Womad, que preside el británico Peter Gabriel, "no sólo por las emociones que me ha proporcionado en quince años, sino", dice, "porque fue descubrir un nuevo, fascinante e ilimitado universo musical, algo que para una persona que, como yo, venía del rock & roll, supuso una revelación". Ahora le han encargado, que ya es, programar el Womad de Abu Dhabi en la capital de los Emiratos Árabes Unidos, la ciudad más rica del mundo. "Ha sido maravilloso. Que los directivos de Womad hayan depositado en mí la responsabilidad de elaborar el cartel artístico para iniciar esa ambiciosa andadura ha sido un regalo".

Dania obtuvo en 2003 un Grammy Latino, distinción que logró por la producción Historia del Soldado por el Mejor Álbum Clásico. Un año después fue nominada por Paquito D'Rivera presenta a las Hermanas Márquez en la categoría Mejor Álbum Tropical Tradicional sin la misma suerte.

EL VESPINO.

¿Pero cómo entró Dania Dévora en el mundo de la música? ¿Quién le dio el llavín de esa puerta que tantas satisfacciones le ha reportado? Si hay que contar la verdad, esa verdad pasa por la necesidad de trabajar, la necesidad de tener que sacar a sus hermanos pequeños adelante una vez que con 14 años pierde a su madre tras el fallecimiento de su padre.

Se vio obligada a buscarse la vida y fue cuando apareció alguien cercano que era aquello tan pomposo como representante de discos. La discográfica para la que trabajó era Marfe y no tenía en su catálogo lo más vanguardista de la época pero no eran tiempos para andar con remilgos. Así que a ella le ofertaron trabajar "porque aquel hombre estaba desbordado" y ahí empezó todo. "Yo iba a echar una mano", comenta. Poco después, el anónimo representante se hizo con la casa Zafiro, que junto a Columbia era la que mejores cantantes tenían y, por tanto, las que más vendían, así que lo primero que hace Dania, chica lista, es comprarse un Vespino y encarga una bolsa moruna con las dimensiones de un long play para transportarlos cómodamente. "Como te he dicho", explica, "me había hecho cargo de mis hermanas, así que en esa representación yo era la que cobraba, vendía, iba a las emisoras, hacía pedidos, en fin, no paraba". Con apenas 17 años Dania pateaba la ciudad y como en aquellos años no estaba bien visto para una chica un trabajo tan batallador, tardó algún tiempo en decirle a su abuela, con la que vivía, a qué se dedicaba. "Eran otros tiempos".

Dania fue la primera mujer de las Islas que se dedicó, formalmente y con proyección, al mundo de las discográficas. "Recuerdo que había una página de música en un periódico; se llamaba Disco-Exprés, que llevaba Miguel Magrans, creo. Como verás, la lucha pasaba por colocar a mis artistas en lo más alto de esa lista porque equivalía a vender más, así que había que insistir". En torno a los 70, la Isla estaba más aislada que nunca, así que el atrevimiento y la osadía de Dania sorprendían.

LA EXPANSIÓN.

Y un día sonó la flauta. Pasó que en 1971 un amigo se entera de que la multinacional CBS, que tenía el catálogo más cotizado, busca alguien en quien delegar en Canarias la distribución de sus discos. Estaban los mejores. "Ese amigo, sin yo saberlo, escribió a la compañía y me presentó. Bueno, para no cansarte te diré que para mi sorpresa, de los 150 que nos presentamos me eligieron a mí. ¿Por qué? No lo sé, pero lo intuyo. Mira", prosigue, "las pruebas se hacían en Madrid y allá iba yo tan pimpante. Claro, cuando los que decidían preguntaban por la música que escuchábamos y esas cosas, yo citaba a Santana, Leonard Cohen, Chicago... ¿Y usted, cómo los conoce? Pues porque 'donde vivo hay una tienda que los vende', respondía quedándome tan pancha".

CBS se trataba entonces de una multinacional con mucha proyección y Dania quiere nombrar a quien le enseñó y ayudó mucho en los inicios. "Es Tomás Muñoz y entonces llevaba a Cecilia, Ana Belén, Miguel Bosé, Víctor... Aprendí mucho de él", reconoce agradecida. Pero a la hora de hablar de dinero con la CBS Dania lo tenía claro y celebra risueña su ingenuidad, consecuencia de la responsabilidad contraída con su familia.

"Me ofrecieron un sueldo y una comisión por ventas y yo, que no había terminado de pagar mi moto, les dije: '¡No, no, qué va!... A mí me pagan un sueldo fijo, 14.000 pesetas, y me quedo tranquila", rememoraba esta semana. "Les expliqué que tenía que cubrir los gastos familiares y, aunque trataron de convencerme de que a comisión ganaría mucho más, yo nada... Como imaginarás, al poco me di cuenta que había hecho un mal negocio, pero bueno, el sueldo mejoró un poco, la producción y todo". Su delegación llegó a tener el mayor volumen de ventas a nivel nacional, "date cuenta de de que distribuíamos a Supertramp y a Julio Iglesias en su mejor momento".

Dania empezó a invertir entonces en su formación una vez que su situación económica era más desahogada; estudió Marketing y Dirección de Empresa. En la CBS tenía tal reconocimiento que formaba parte de la Mesa de Selección, que era donde se decidía qué artista lanzar. "Éramos ocho personas y recuerdo que decidimos apostar por Bosé, Las Grecas, Los Pecos o Cecilia. En fin", dice, "en esas reuniones, cuando escuchaba algún tema para debatir si lanzarlo yo exclamaba: '¡qué hortera!' y me frenaban. 'Para tu casa', me decía, 'compras la música que quieras pero esto es para otro público".

En 1980 Dania deja CBS y pone en marcha DD&company Producciones SL, la aventura empresarial que le ha permitido ejecutar sueños musicales impensables. En el terreno estrictamente personal Dania tiene en su hijo, Sergio Miró, periodista de radio y el amor de su vida, un chico del que está orgullosa: "Me ha salido buena gente, como decimos las madres". Con él habla desde los sitios más recónditos y le cuenta cómo van las cosas, sus producciones, su estado de ánimo, su vida. Tiene Dania además amigos que la miman tanto como ella a ellos.

Felipe Pérez-Moreno es uno de ellos, ese ser entrañable con el que habla cada día, esté donde esté, para saber cómo se encuentra. Tampoco es un secreto, ni debe serlo, que uno de sus buenos amigos es Jerónimo Saavedra: "No sólo creo en su proyecto de ciudad, sino que lo quiero mucho y él lo sabe. Hoy es alcalde, ayer presidente pero amigo, siempre". Sobre su dedicación al trabajo confiesa que cuando entra en el despacho le cuesta encontrar la salida. Pero los amigos la rescatan.