- ¿Por qué defiende que se realice la obra que ideó el escultor Eduardo Chillida en Tindaya (Fuerteventura), un gran cubo vacío en el interior de la montaña?

- Me parece uno de los proyectos más maravillosos y apasionantes de la historia de la escultura monumental en el siglo XX y, en caso de que se llevase adelante, sería una de las grandes obras del siglo XXI. Sin lugar a dudas, pondría a Fuerteventura en el centro del mundo internacional del arte contemporáneo.

- ¿Sería ésa la principal ventaja que reportaría la obra a la Isla?

- Las obras de arte no tienen ninguna utilidad, es decir, no sirven para nada. Pero, de algún modo, ejercen un poder benéfico o transformador sorprendente. Pasa por ejemplo con la intervención de Frank Gehry en el Guggenheim de Bilbao, que transformó una zona industrial muy deteriorada en un espacio dinámico, moderno y comercial, así como la turbulenta y sórdida imagen de Bilbao en una imagen de modernidad e internacionalidad. Ahora, los turistas de toda Europa visitan Bilbao fascinados por el arte contemporáneo y no preocupados por otro tipo de cuestiones como el terrorismo. Una obra de arte, como la de Eduardo Chillida, atraerá la mirada del mundo sobre Fuerteventura y sobre ese valle y montaña tan maravillosos que forman Tindaya.

- ¿La ejecución de ese proyecto, ya fallecido el artista, será realmente una obra de Chillida?

- Esto nos pasa con todas las obras que los artistas no llegan a terminar en vida. Tampoco la Sagrada Familia de Barcelona, según eso, sería obra de Gaudí porque se ha terminado muchos años después de fallecido el artista. En muchas ocasiones, las grandes obras se ejecutan después de la muerte del que las proyectó y no dejan, por eso, de ser del autor. Entonces, sin lugar a dudas, sería siendo una obra de Chillida aun cuando se hiciera después de su muerte.

- Chillida quería hacer un homenaje al escritor Jorge Guillén tras leer el verso "Lo profundo es el aire" y un espacio para la tolerancia en Tindaya.

- La escultura trabaja con el lleno y con el vacío. El gran teórico del vacío no es, fundamentalmente, Chillida, sino Jorge Oteiza, que es uno de los grandes escultores, de los que transforman mucho la idea de la escultura contemporánea. En 1959 Oteiza ganó con Propósito experimental el primer premio de escultura de la Bienal de São Paulo (Brasil). Hablaba de la desocupación de la esfera y el cubo. De algún modo, Chillida es un continuador de eso.

- Horas antes de ofrecer la conferencia en la Fundación César Manrique se trasladó a Fuerventura para conocer Tindaya. ¿Qué le pareció?

- Fue muy emocionante. Ha sido un viaje apasionado y apasionante. Me ha gustado mucho ver ese paisaje desértico, tan brutal, y llegar a lo alto de la montaña y ver el mar por el otro lado. Chillida quería hacer una declaración de amor a la montaña muy fuerte y a las Islas. He estado envuelto en muchas contradicciones mientras preparaba esta conferencia y no sabía si defender o condenar el proyecto y subido en lo alto de la montaña he percibido esa declaración de amor.

- Organizaciones ecologistas y algunos partidos políticos rechazan la intervención en Tindaya, principalmente, por su alto valor histórico y arqueológico al encontrarse allí más de 300 grabados aborígenes. ¿Hay garantías de que la intervención preservará esos elementos?

- Los grabados podomorfos están, fundamentalmente, en la ladera occidental de la montaña y la intervención de Chillida sería en el corazón de la misma. Los restos arqueológicos deben ser cuidados. La propuesta protege el espacio y cuida la montaña. Por otro lado, me llama mucho la atención el hecho de que las otras montañas que están enfrente de la de Tindaya también son espacios naturales protegidos y están mortificadas por repetidores y antenas de televisión y contra eso no proteste nadie.

- Además de las reacciones contrarias al proyecto de Chillida, han existido supuestas irregularidades políticas relacionadas con esa iniciativa, que finalmente han sido archivadas por la justicia. ¿Qué opina al respecto?

- Confío plenamente en la justicia y si es cierto que quince millones han desaparecido debería justificarse dónde están. Es doloroso que este proyecto haya estado relacionado con esos supuestos casos de corrupción.

(*) ENTREVISTA CON MIGUEL CERECEDA, PROFESOR DE ESTÉTICA Y CRÍTICO DE ARTE