"La literatura es la única forma que conozco de vencer a la muerte", afirma en una entrevista con Efe García Montero, quien en su nuevo libro, que hoy se pone a la venta, da voz a ese "niño mimado" que fue Ángel, y que "de pronto se encontró con una realidad asoladora y tuvo que aprender a vivir con la solidaridad y la prudencia de los supervivientes".

Pero "Mañana no será lo que Dios quiera" (Alfaguara) es mucho más que una biografía de quien empezó su carrera poética con "Áspero mundo", ganaría luego premios como el Príncipe de Asturias de las Letras o el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y sería académico de la Lengua.

El libro es también la historia de Asturias, una región especialmente castigada por la guerra, y de España; y es el testimonio de quienes aprendieron desde niños a "decir no (en voz baja, por supuesto, pero con inquebrantable terquedad), a no darnos nunca por vencidos a pesar de sabernos derrotados (...), a mantener vivo el espíritu de subversión bajo la costra de la sumisión", como dice la cita de González que figura al principio.

Ángel González (Oviedo, 1925 - Madrid, 2008) "se sentía marcado" por su infancia. "Pero no se atrevía a escribir unas memorias, porque sus recuerdos eran demasiado duros, muy patéticos. La ejecución de su hermano Manuel, comunista; el exilio de su hermano Pedro, socialista; la depuración de su hermana Maruja y de su madre eran algo demasiado difícil para él", señala García Montero.

"Surgió entonces la idea de que yo escribiese la biografía, y empecé a grabar largas conversaciones con él. Hablamos de todo, pero con el pacto de limitarnos a publicar la historia de su infancia y su juventud, y acabar cuando en 1951 viaja a Madrid para estudiar periodismo y convertirse en poeta", comenta.

"A él le apetecía el libro de su infancia, no un cotilleo sobre asuntos amorosos y literarios en su vida madura", añade el poeta granadino, uno de los más importantes de su generación.

El biografiado llegó a leer la tercera parte del libro. Su muerte, en enero de 2008, "no hizo más que multiplicar el peso emocional de la escritura", afirma García Montero, que ha sabido impregnar su biografía de poesía, ternura y humor.

Y también de amor: "este libro es una historia de amor, el amor que Ángel sintió por la vida, el amor que yo siento por Ángel", asegura.

Con año y medio, el autor de "Otoño y otras luces" perdió a su padre, Pedro González, catedrático republicano de Pedagogía, y nunca llegó a conocer a su abuelo materno, Manuel Muñiz. Curiosamente, estos dos hombres fueron los que más influyeron en la formación de Ángel, y su "modo de pensar la vida" flotaba siempre en las conversaciones familiares.

Eran "muertos de muerte imposible" para el poeta ovetense, como también Ángel lo es para García Montero: "Su mundo permaneció vivo, mientras él pudo recordarlo, y ahora ha pasado al libro".

"La literatura sigue siendo la única forma que conozco de vencer a la muerte", asegura el autor de "Mañana no será lo que Dios quiera", cuyo título está tomado del poemario de González "Sin esperanza, con convencimiento".

El comienzo de la Guerra Civil puso fin de forma brusca a la infancia del poeta. Con once años, Ángel vio cómo los nombres de los generales se apoderaban de la radio, los periódicos y las conversaciones. El miedo se instaló en su familia y en la de millones de españoles, y comenzaron las muertes y las humillaciones.

"Yo no tengo la culpa/ de haber bebido/ desde joven tanta sed de sangre", escribe González en "Pretexto", uno de los poemas que García Montero intercala en el libro y que demuestran hasta qué punto el sufrimiento de aquellos años se reflejó luego en su poesía.

"Ángel perteneció a una familia de derrotados, y eso está presente desde su primer libro. Educado en una tradición de respeto a los frutos del trabajo y la cultura, descubrió que no siempre ganan los buenos. Por eso tuvo que acostumbrarse a vivir con lealtad sin esperar la recompensa de un premio", subraya García Montero.