Muy divertido en la primera parte y de alta calidad en la segunda, el Concierto de Navidad 2010 de la Orquesta y el Coro Filarmónicos de Gran Canaria fue un regalo cultural del Cabildo, placenteramente recibido en el Teatro Pérez Galdós los pasados miércoles y jueves.

Siempre es seguro el efecto de la Sinfonía de los juguetes de Leopold Mozart, padre de Nannerl y Wolfgang -dedicatarios de la pieza- cuando intervienen niños como ellos eran cuando la estrenaron. Seis pequeños de la Academia de la Orquesta, hijos de instrumentistas de la "grande", como anunció el maestro Halffter, lucieron disciplina y cuadratura impecables con sus instrumentos de viento y percusión. Preparados por Jesús Sosa Mendoza, Irene Arán Fadle, Gabriel Ducatenzeiler Kapp, Aurora Fibla Tejadas, Daniel Petersen Pérez, Aurora Querol Paajanen y Alberto Reguero Díaz aportaron el encanto de un programa enteramente mozartiano, levantando justas ovaciones.

Tomaron los mayores el testigo del humor en la famosa Broma musical K.522, fraseada con esprit, ligereza y mozartismo de la mejor ley. Las desafinaciones del primer trompa, de la concertino en la cadencia del adagio y el conjunto en peso en la coda final, resultaron tan hilarantes como Mozart quería.

La belleza sin mácula ni arruga de la Misa de la Coronación K.317 propició un felicísimo encuentro de la Orquesta y su Coro, dirigido éste por Luis García Santana. La cohesión vocal-instrumental en tiempos, ritmos, masas, volúmenes y texturas fue invariante a lo largo de la obra, admirablemente marcada por Halffter, fraseada y respirada con amplitud, definida por el acento del conjunto bien avenido que sabe practicar la escucha recíproca.

El Coro ratificó su buena forma en el empaste general y por cuerdas, la brillante vocalidad de los versículos de la liturgia latina y el estímulo que la música bien hecha genera como retorno del sonido proyectado.

Pedro Halffter dio una vez más la medida de su talento plural con la serena grandeza de esa obra maestra, que tuvo a su servicio a una soprano excepcional, la joven Olga Peretyatko, voz densa y a la vez transparente, de tesitura extensa y cálido color, refinada en todas las intervenciones e inmensa en el difícil Agnus Dei y el jubiloso Dona nobis pacem, bisados ambos en respuesta al entusiasmo del público y cifrando en la paz el mejor voto para el año próximo. Tres acreditados solistas canarios acompañaron cabalmente a la magnífica soprano petersburguesa, ya joven estrella de la ópera europea. Fueron el tenor Juan Antonio Sanabria, la mezzo Belén Elvira y el barítono Augusto Brito.