Una ración infinita de su propia medicina. El festival Eólica vio cómo los elementos se reviraban sobremanera el pasado sábado para recibir a su puesta de largo en Gran Canaria. Y era lo previsible, porque el viento corta en Pozo Izquierdo de una manera brutal. Lo hace siempre y ahí emerge el Instituto Tecnológico de Canarias, sede del evento, por razones obvias. Un hecho, que a tenor de los resultados, parece que cogió por sorpresa a la organización que con este suma ya ocho ediciones. Con una afluencia de público en torno a los 8.000 espectadores en lo que fue el festival en su parte musical, la octava edición de Eólica y primera en Gran Canaria hizo aguas por todos los frentes posibles, y solo el público que aguantó como pudo la sucesión de directos en el escenario Carton, y las bandas que por allí pasaron, evitaron que el estreno no se diluyera entre las nubes de tierra que cruzaban a velocidad castigadora durante todo el día y la noche.

La primera la tuvo el festival en la frente y por la mañana, cuando la feria de artesanía, talleres y demás actividades en familia, volaban literalmente ya con un viento que hacía presagiar lo peor. Con la tarde, el asunto no mejoró. El cerramiento que se hizo al ITC con contenedores, que igual servían de almacenes, camerinos y hasta salas de ensayos para las pruebas de sonido de bandas como Vetusta Morla, no fue el óptimo para convertir los 22.000 metros cuadrados del recinto que se utilizaron en un espacio agradable para la música en directo. Con los escenarios al aire, sin protección alguna teniendo en cuenta las peculiares circunstancias climatológicas del sitio, el festival echó a andar sobre las 18.00 horas cuando Toufik prendía el sonido del escenario Plastic, el electrónico, que se mantuvo a rebosar de público hasta que Stacey Pullen, cerca del cierre pulso el stop. En el Plastic el viento poco alteró las ganas de fiesta y baile con toda la artillería que dispararon Lady W. Morales, Sebastián Roya, Burnski, Subb-an, Anthony Collins, Javier Carballo y Dan Ghenacia.

Las cosas fueron distintas por el escenario Carton. Con Dave WattsRiot relegado a una intermitente continuidad, los tinerfeños de Catwalk y Mento abrieron el fuego camino de las tres figuras de la noche: El Guincho, Vetusta Morla y Bomba Estereo. El grancanario Pablo Díaz-Reixa, con una hora por encima del arranque asignado por la organización, se tomó tiempo para chequear equipo y completar las pruebas que no pudo durante el día. Con un sonido bastante deficitario y en formación de trío, fue subiendo el tono conforme el equipo se ajustaba a su peculiar sonido. Tuvieron que pasar tres canciones para que saludara al público y dedicarle el concierto a su gente. Temas de sus dos discos, Alegranza y Pop Negro, de los que cayeron temas como Bombay, FM tan sexy, Soca del eclipse y Kalise, estirada hasta el infinito y con un sonido mucho más cristalino.

Tras la coctelera sonora de El Guincho, hubo que armarse de paciencia para el cambio de escenario y la llegada de Vetusta Morla. Los madrileños tenían a muchísimo público de su parte y demostraron que el estatus del que ahora disfrutan no es gratuito. Las canciones de su segundo Mapas y de su laureado debut Un día en el mundo, se cruzaban con naturalidad. Eran ya la una y media de la madrugada del domingo, y habría que esperar otra hora para el trasiego de escenario y comprobar las formas de los colombianos Bomba Estéreo. Con dos horas de retraso, salían a escena Simón Mejía, Liliana Saumet, Julián Salazar y Enrique Egurrola, con sus herramientas bien afiladas para hacer bueno el término de elegancia tropical y de cumbia psicodélica que se asocia a su música. Bomba Estéreo hizo olvidar las bofetadas del viento durante la hora que marcaron de actuación, y donde se pudo degustar alguna primicia de su nuevo disco, descaradamente house, y canciones incendiarias que les han otorgado el trono de la tecnocumbia.

Fueron los reyes de una noche, dejáis al margen, y una de las pocas razones que justificó el esfuerzo de ir hasta Pozo Izquierdo. Lo que siguió después fue más música de baile con Carlos Jean y Stacey Pullen.