Antonio Molero está ya acostumbrado a vivir con sus personajes Fiti y Poli (Los Serrano y Médico de Familia), aunque su trayectoria como actor de teatro, cine y televisión va mucho más allá de sus éxitos en la pequeña pantalla. La semana pasada estuvo en Lanzarote para asistir a la inauguración de la piscina y terraza cubierta del Arrecife Gran Hotel.

- Después de dos años ha vuelto a la pequeña pantalla con la serie BuenAgente, que esta semana regresa con nuevos capítulos en La Sexta.

- El dejar de hacer televisión fue por varios motivos, el primero, evidentemente, porque la serie Los Serrano terminó y porque quería descansar un poco de la tele para meterme en un proyecto de teatro. Me surgió uno muy interesante que fue Un dios salvaje (con Maribel Verdú, Aitana Sánchez-Gijón y Pere Ponce) con el que estuvimos casi dos años. Aproveché también para tener una niña [que corretea sin parar por la piscina del Gran Hotel] porque tenía claro que quería estar muy cerca en el embarazo de mi pareja y en la infancia de la pequeña.

- ¿Qué es lo que destacaría de la serie tras un inicio un poco en la sombra?

- En el momento en el que estamos es difícil encajar al público una serie porque hay demasiada oferta. La apuesta de BuenAgente es la de recuperar las series sencillas, de interpretación y guión, más cercana al teatro que al cine.

- Si hablamos de televisión con Antonio Molero tenemos que citar a Poli (Médico de familia) y a Fiti (Los Serrano), dos personajes ya clásicos de la televisión en España.

- Y no voy a renegar de ellos. Reconozco que en su momento fue una locura que cambió por completo mi vida privada. Yo estaba haciendo teatro independiente, muy tranquilo con compañías pequeñas y de repente surge Médico de familia que cambia mi vida. Y después, Los Serrano y, a partir de ahí, he participado en varias películas, sobre todo en verano cuando los parones de los rodajes de los capítulos de televisión y he seguido con el teatro. Estoy muy agradecido a estos personajes...

- ¿La gente en la calle todavía le habla de ellos?

- Absolutamente, es más, muy poca gente conoce mi nombre real, lo cual al principio me molestaba muchísimo pero ahora ya me da lo mismo.

- Es famoso por sus papeles televisivos, pero su auténtica pasión es el teatro.

- Yo empecé en el teatro hace más de 20 años, de carretera dura, con compañías independientes. Allí tienes que aprender de todo, desde colocar focos, construir escenografías, vestuarios... Fue mi escuela. El teatro es el oficio de un actor, es como si a un músico le dicen que solo va a grabar discos en los estudios sin ofrecer nunca un concierto en directo. El contacto con el público es vital, que valoren tu trabajo de forma directa...

- Aunque su última obra de teatro fue 19.30, ha asegurado que su anterior obra, Un dios salvaje, fue una de las cosas más bonitas que ha hecho. ¿Que tenía ese dios?

- Fue la más exitosa. Quería volver al teatro porque llevaba cuatro años sin pisar los escenarios y quería elegir bien. Tuve la suerte que un día me llamó Maribel Verdú (que no me conocía) para hablarme de este proyecto después de que Antonio Resines le hablara de mí, no como actor, sino como persona, que era algo que le importaba más. Cuando leí el guión, vi que era todo perfecto, muy buen texto, muy divertido, la producción era inmejorable... y no pude decir que no.

- ¿El cine español parece que tiene que esperar a que venga un Torrente para que tire de la taquilla?

- Ahora mismo el panorama no es muy halagüeño, llevamos unos años donde no hay dinero, y en el cine eso repercute muchísimo. Muchos directores y actores se han tenido que pasar a la tele porque hacer cine es cada vez más difícil. Creo que mientras siga esta misma situación habrá que esperar mucho tiempo para que el público vuelva a ver cine español.

- Curiosamente en una época en el que actores y directores españoles están de moda fuera como Bardem, Penélope Cruz, Almodóvar...

- Se nos están yendo, como en otros campos, como pasa con nuestros buenos científicos. Es algo que debe hacer reflexionar a la industria.