El Festival de San Sebastián se abrió ayer con un escalofrío: el que ha causado Intruders, tercera cinta de Juan Carlos Fresnadillo que, protagonizada por Clive Owen y Pilar López de Ayala, se acerca hasta la intimidad del miedo, entendido como "una reacción a no querer saber la verdad".

Aunque el cine de género no es plato de devoción de los festivales, el realizador de Intacto sigue filtrando la complejidad a través de los clichés del horror en Intruders, cinta que se presenta fuera de concurso tras un ovacionado paso por el Festival de Toronto y antes de llegar a las pantallas comerciales españolas el 7 de octubre.

Aplaudido por su acercamiento a los zombis en 28 semanas después, la vuelta de tuerca al género tiene que ver esta vez un matiz, con empezar con "una historia que tiene que ver con el origen del miedo" y situar su giro sorprendente en que "acaba llevándote a un drama familiar donde la emoción reina de forma total", explica el realizador en un entrevista.

"Es como si metieras un gol, te meten en un camino donde estás esperando abrir una puerta y encontrarte con una cosa y, de repente, te encuentras con otra", asegura Fresnadillo, que con este proyecto internacional a caballo entre Londres y Madrid rubrica esa prometedora carrera que, como cortometrajista, le puso a las puertas del Oscar con Esposados.

Apoyada en una banda sonora de Roque Baños deudora de los mejores trabajos de Bernard Herrmann para Hitchcock, Intruders toma como protagonista a un miedo tentacular que traspasa fronteras y se hereda de generación en generación y que aterra a dos niños que se mueven entre el temor inocente y la percepción hipersensible.

"La familia es un lugar de transmisión de amor, de conocimientos... pero también de ciertos miedos", explica el realizador, que completa el reparto de su nueva cinta con Daniel Brühl, Kerry Fox y Ernesto Alterio y acorrala el pánico entre la religión y la psiquiatría, entre lo esotérico y lo atávico.

"En ese sentido la película plantea que el miedo se puede convertir en un legado, un legado que a veces puede ser muy complicado. Tiene que ver con presencias fantasmales que están atacando y amenazando la seguridad de la familia", añade.

La sobreprotección paterna acaba convirtiéndose, entonces, en una ocultación mucho más terrorífica, en "un misterio que nadie quiere revelar y el hecho de que vaya a ser revelado provoca un gran miedo a la verdad" pero al que habrá que enfrentarse.