Unos tipos cáusticos lo dejaron bien claro hace más de veinte años: "You gotta fight for your right to party (debes luchar por tu derecho a la fiesta)". Se llamaban Beastie Boys y el espíritu de sus sabias palabras se traslada perfectamente a lo que se vivió en Infecar en la noche del sábado al domingo. Una suerte de rave a la estela de los grandes parades y los Ministry of Sound europeos, con la música electrónica y el goce de las masas como protagonistas.

Godskitchen Urban Wave prometía una gran ceremonia, y cumplió. Veni, Vidi, Vinci fue el grito de las máquinas durante más de nueve horas de música, de 19.00 a 4.00, bajo el pulso de los ritmos de los DJ Sasha, Guy Berger, Martínez Brothers y Real el Canario. Los citados se afanaron en desgastar energéticamente a los más de 4.000 asistentes que se dieron cita en el recinto Infecar para disfrutar de un producto itinerante concebido con elegancia que ha pasado con notable éxito por ciudades como Johannesburgo, Sídney, Moscú, Estambul o Taipéi, y que llegó a la capital arropado por las bondades virales de la promoción en las redes sociales.

Para contrarrestar el estatismo del set de los DJ, Godskitchen presentó en la Isla el concepto de Boombox, una caja gigante con visuales para complementar la faena. Algo así como la parafernalia sci-fi de los franceses Daft Punk o el cubo hipnótico del también francés Etienne de Crecy, pero a lo bestia, completando así el concepto de espectáculo audiovisual ideado por el colectivo Architecture 1024. Con puntualidad y una organización bastante diligente, comenzó el culto al beat con los ritmos sintéticos del tinerfeño Real el Canario, que salvó con su fusión de R&B y electrónica el hándicap de su hora de actuación para dejar claro que lo que bien empieza bien acaba. Un productor y DJ que ha sabido proyectar su trabajo fuera de las Islas hasta hacerse con un nombre en la esfera europea. Directos del Bronx llegaron Martínez Brothers, considerados la gran promesa del house neoyorquino, jóvenes abanderados de la cultura de club con un house enraizado en el soul y una corta edad que vaticina una gran trayectoria.

Y como la electrónica es capaz de alienar con aspavientos pero también de evocar, allí estaba Guy Berger con un techno/house con aire minimalista para un estado mental más propio de la hora en la que el israelí saltó a escena, bien entrada la noche. El prólogo perfecto para cerrar el círculo con lo que vendría a constituir el clímax de la velada. Allí estaba Sasha, esa vaca sagrada que ha transitado con éxito por los estilos que han estado de moda desde los 80 hasta la actualidad. El británico manejó con perfecta permeabilidad el regusto progressive trance que lo alzó como uno de los grandes con estructuras house más actuales, en un repertorio de electro exquisito que terminó de llevar a Infecar hasta el delirio. Junto con Real El Canario, que regaló un bis al final de la noche.