- ¿Esperaba las once nominaciones a los Goya que ayer le concedió la Academia?

- Para nada. Yo no confiaba ni en que estuviéramos nominados porque la película estaba ya muy olvidada y no aparecía en las quinielas. Así que yo, con estas nominaciones, ya estoy más que premiado. Me da igual lo que ocurra ahora, porque estar entre las cuatro principales películas del país ya es un premio muy importante para nosotros.

- Afirma que ha sido una sorpresa. Pero usted está vinculado a gente de la industria, y algún rumor debió de oír.

- No, en serio, ha sido una sorpresa. Yo lo que sentí es que no la había visto mucha gente de la industria y ellos mismos me lo confesaban. Pero la mandamos en DVD, que es como se hace cuando quieres que los académicos vean tu película, e intentas que de ese modo se decidan. Y no sólo se han animado, sino que luego han querido votarla. Yo hoy había quedado para ir a trabajar como otro día cualquiera, porque el que menos se esperaba esta noticia era yo.

- Y compite con tres grandes realizadores de este país.

- Desde luego, el estar nominado en las categorías principales junto a nada menos que Almodóvar, Urbizu y Zambrano, es que, vamos, yo ya me voy de fiesta. Este año ha sido muy bueno en cuanto a producción cinematográfica, y echo de menos algunas películas. Aunque, claro, no caben todas. Pero no apostaba por que estuviera Blackthorn, porque apostaba por Balagueró que ha hecho una película increíble, o Armendáriz.

- ¿Cuáles cree que son los campos más fuertes en los que pueden obtener un Goya?

- Yo creo que, menos mí nominación, se merece todos, porque, hombre, yo soy un director que está aprendiendo todavía, pero sí es verdad que he tenido un equipo increíble. Me he alegrado más por todas las categorías técnicas a las que estamos nominados, ya que creo que es un premio para el equipo técnico, que se ha dejado la piel y ha hecho una película técnica con un look increíble y con un presupuesto muy ajustado, al que le han sacado jugo. Yo creo que han hecho un trabajo fantástico.

- ¿Qué ha sido lo mejor y peor que ha sucedido con el filme desde su estreno, el 1 de abril en Las Palmas, hasta hoy?

- Lo más frustrante ha sido que aunque tuvo muy buena recepción por parte de la prensa cuando se estrenó, el público no respondió y le dio pereza ir a verla, o sintió que no le atraía lo suficiente. Y a mí me dolió especialmente que la taquilla en Canarias fuese bajísima porque tanto el productor como el director éramos canarios. Me sentí muy triste. Salió de cartelera a la segunda semana porque creo que fue un desastre en taquilla. Y lo mejor es que se ha vendido en todo el mundo. La han comprado en muchísimos países y ha despertado mucho interés. El balance general es buenísimo porque se ha vendido fuera y eso permite amortizar. Pero es cierto que nos quedamos con un mal sabor de boca de la taquilla en España en general, pero yo confío que ahora se volverá a estrenar en otras salitas y que algún que otro rezagado, que siempre puede haberlo, pueda verla todavía.

- ¿Qué ocurrió con la película en Estados Unidos?

- Yo fui cagadito de miedo, porque era meternos en su terreno, y me encontré que nos recibían con muchísimo cariño y con mucho agradecimiento. Noté que el público casi me daba las gracias por poner mi granito de arena para que no se muriera este género, que el western siga allí. Hizo poca taquilla, pero en Estados Unidos tienen servicio de compra de películas por internet donde se ha vendido bien y las críticas han sido muy buenas en general.

- Y ahora, ocho meses después de su estreno, ¿hay algo que quitaría o añadiría?

- Eso te pasa siempre con cualquier trabajo. Pero debo decir que estoy muy satisfecho con el resultado si tenemos en cuenta que la producción fue muy mínima. Las pasamos canutas porque no nos llegaba el dinero en Bolivia y tuvimos que hacer cortes muy drásticos y sacrificios muy gordos por los cuales yo, a ratos, creía que no salvábamos el barco. Pero se salvó, y se hizo muy dignamente, y con un magnífico acabado, y está gustando mucho, que es en realidad lo más importante.

- Es un western español, con el aroma clásico americano.

- Es que ese era el propósito, hacer un proyecto muy marciano porque sería un western muy clásico y norteamericana de olor, pero que transcurre en Bolivia. De hecho, lo único norteamericano es el protagonista.

- Lo que es cierto es que el western no está de moda en Estados Unidos ahora.

- Sí, pero con eso ya contábamos. Quizás no tanto con que en España no tuviéramos taquilla. Yo, en Estados Unidos, ni confiaba que se fuera a estrenar ya que ahí hay muchos westerns que ni se estrenan, y van directamente a vídeo. Pero la sorpresa es que se estrenara, aunque de forma algo breve, porque es un país inmenso.

- ¿Cuáles fueron las películas de cabecera al rodarla?

- Una referencia formal y temática era Sam Peckinpah que remató del género y le dio altura. Y como referente indirecto porque toca varios personajes Dos hombres y un destino, aunque el tono es muy distinto. Obviamente también John Ford con Dos cabalgan juntos.

- Para usted, que tiene Goyas como guionista y por un cortometraje, ¿qué supone esto?

- Un Goya es un aliciente siempre, pero el hecho de que no lo tengas tampoco desmerece tu trabajo. Es un aliciente más y en algún caso para resucitarla en las salas.