Muy joven y muy serio, el percusionista grancanario Víctor Barceló, que se perfecciona en Basilea, ofreció el lunes en el Cicca un concierto organizado por el Conservatorio Profesional de Música de las Palmas, en el que hizo sus estudios con las mayores distinciones. El programa de obras contemporáneas, presentado bajo el lema Simetrías, reunió varias facetas del arte y la técnica del intérprete, francamente notable en todas.

Entre la sutileza acústica y la nervatura rítmica del Appendice alla Perfezione de Salvatore Sciarrino, con 14 campanillas suspendidas y golpeadas o acariciadas con baquetas y escobillas diversas, y la refinada expresividad de la Fantasía IIIb de Nicholas Deyoe, que entra en el alma misma del vibráfono para extraer todas sus posibilidades dinámicas y de color, oscilaciones y texturas de armónicos, describió Barceló un breve y admirable viaje a través del universo de incitaciones que han individualizado el orgánico de la percusión, convirtiendo en solistas los instrumentos que fueron de atril hasta el siglo XX.

Dos Rebonds de Xenakis para set-up (especie de batería de grandes y pequeñas membranas combinadas con superficies de resonancia seca o hueca) pusieron de manifiesto el extraordinario rigor de lectura del intérprete, que desarrolla sin cesuras ni un sonido fallido las series rítmico-matemáticas del gran compositor greco-francés y su compleja combinatoria de alturas y colores.

Sorprendentes los dilatados reguladores desde el silencio a la estridencia, y de ésta al silencio, que consigue con Having never written a note for percussion, de James Tenney, articulados en dos órdenes sonoros sobre el gong suspendido: el continuo del proceso dinámico, tan coherente que evoca el "ruido blanco" de un generador de ondas, y el de las baquetas con grandes fieltros que lo puntean delicadamente.

Los Loops II de Philippe Hurel para vibráfono, con doble baqueta en cada mano, dieron la pauta de una ejecución virtuosa, extremadamente brillante, cuya estructura compleja no cede en los tempi ni una fracción de segundo como base del animado juego melódico-armónico.Claridad, exactitud e imaginación dieron al programa de Barceló la calidad y perfección que auguran una bella carrera.