- ¿Por qué gestiona usted la vuelta de Antonio Cubillo?

- Pues mire, don Luis Rodríguez Figueroa fue un abogado humanista de la izquierda republicana de Azaña, diputado de la República por Tenerife. Yo tenía una gran admiración por él. Lo asesinaron al poco tiempo de empezar la Guerra Civil. Un hijo suyo, que vivía en Las Palmas, Elio Rodríguez de la Sierra, que era amigo de Cubillo, me fue a visitar al despacho cuando era delegado del Gobierno en Canarias. En esa reunión me planteó que había que traer de nuevo a Antonio Cubillo a Canarias.

- ¿Qué le pareció la idea en un primer momento?

- Yo le dije que mi opinión era favorable a su vuelta.

- ¿Y su partido, el PSOE?

- Lo planteé y no veían claro el tema, así que me fui a Madrid y se lo pedí a Barrionuevo, que era ministro del Interior. Él, delante de mí, llamó al fiscal jefe de la Audiencia Nacional, porque había una causa en el Juzgado de Instrucción número 1 central contra Cubillo, en la cual tenía decretada la prisión. Si venía, había que meterlo en la cárcel y eso había que evitarlo.

- ¿Y el fiscal se mostró colaborador, estuvo de acuerdo?

- No. Era Melitino García Carrero, que había estado 20 años en el sindicato vertical, un tipo muy inteligente, pero del régimen anterior. Dijo que lo veía muy difícil, que había muchas dificultades, que había una causa contra él... Le puso pegas al ministro. Entonces, él me dijo a mí que era una cosa complicada, que no lo veía posible. Yo le pedí que me diera luz verde para tomar la iniciativa por mi cuenta. Y me la dio. Inmediatamente, crucé la calle Génova y me fui a ver al juez de instrucción del Juzgado número 1 de la Audiencia Nacional, Ismael Moreno, que había sido compañero mío. Él sacó el sumario, que estaba perdido en las estanterías... y me dijo que se le podía poner en libertad con una fianza de 300.000 pesetas.

- ¿Por qué era la causa?

- Por una de las bombas que pusieron. Estaba procesado por inductor, pero los autores materiales habían sido absueltos. No tenía sentido. Desde el despacho del juez llamé al abogado de Cubillo y pusieron las 300.000 pesetas. Entonces, di el visto bueno a las autoridades policiales en las Islas y ordené que cuando Cubillo regresara por el aeropuerto de Gando lo trasladaran a Madrid para ponerlo a disposición del juez número 1 de la Audiencia Nacional. Allí compareció ante él y se declaró inmediatamente su puesta en libertad.

- ¿Qué le motivó a tomar esta iniciativa?

- Yo confiaba mucho en Elio, y no tenía sentido que se le prohibiera entrar, porque no había cometido ningún acto de terrorismo sangriento y además era un hombre que había sido víctima de un intento de asesinato... Puede usted decir que todos los servicios de información del Estado eran partidarios de que regresara, lo sé porque yo pulsé su opinión, así como la de mi secretario general, Jerónimo Saavedra, que también estaba de acuerdo.

- ¿Ha hablado con él de todo esto alguna vez?

- Cuando vino, nos vimos en casa de Elio Rodríguez en La Atalaya de Santa Brígida. Fue un encuentro amable. Luego nos hemos visto muchas veces y tenemos una relación normal.