Juan Antonio Alfonso no tenía nada contra Antonio Cubillo. El sicario que dejó al líder del independentismo canario en silla de ruedas, el 5 de abril de 1978, en Argelia, pudo haberle matado en otras tres ocasiones anteriores, pero no se atrevió, no estaba convencido de hacer-lo. "Estuvo dos veces con él en el ascensor, una de ellas tocando un cuchillo en el bolsillo y otra, una pistola", revela Eduardo Cubillo Blasco, realizador del documental Cubillo, historia de un asesinato de Estado (La Mirada Producciones), que se estrena el 22 de mayo en los Multicines Monopol de Las Palmas de Gran Canaria.

El atentado se había prepara-do meses antes. Alfonso vigiló a su víctima durante semanas y se dio cuenta de que no era de la CIA, como le habían dicho. Él fue miembro del Frap (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota) y en la cinta asegura que lo engañaron. "Fue varias veces a Argelia. Iba caminando detrás de Antonio y no se veía con fuerzas para matarlo", cuenta Cubillo Blasco.

Según el testimonio del agresor, sólo hubo una cosa que le impulsó a llevar a cabo su misión y fue la extorsión por parte de José Luis Espinosa, espía de los servicios secretos españoles, infiltrado durante años en el Mpaiac (Movimiento Popular por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario) y organizador del atentado. "Espinosa dice en la entrevista que le dijimos que Juan Antonio había estado dos años chupando del bote y que tenía que cumplir con su promesa. Por su parte, el sicario asegura que Espinosa le dijo: 'Esto es como la mafia, has dicho que lo vas a hacer y lo tienes que hacer", aclara Eduardo Cubillo, que es sobrino del líder del Mpaiac y no conocía a fondo la historia de su tío.

Pero Alfonso no actuó solo. El abogado tinerfeño siempre ha defendido que había otro hombre en aquel portal de su casa, donde acabó con dos cuchilladas en el cuerpo, aunque su verdugo lo niega. Esa sombra es José Luis Cortés, condenado por un tribunal argelino a cadena perpetua por el intento de asesinato. Pero, ¿cómo se conocieron los dos compinches? "Juan Antonio fue a coger fresas a Andalucía y allí trabó amistad con José Luis. En el documental cuenta que dos compañeros de la zafra le cayeron bien, se fueron los tres a su casa y pasaron la noche jugando a las cartas", relata el director. "Fue entonces cuando le ofreció a Cortés ir con él a Argel de vacaciones, sin contarle para qué iba allí", continúa.

La versión del sicario es que cuando su compadre se dio cuenta de lo que estaban haciendo en aquel portal, salió corriendo. "Él asegura que cuando volvió al hotel se encontró a Cortés hecho un manojo de nervios y que le dijo que le daría mucho dinero. Durmieron esa noche en la habitación y al día siguiente entró la policía argelina y los detuvo". Lo que siguió después es hitchcockiano. "Los tuvieron 72 horas detenidos torturándolos a ambos y luego fueron juzgados y condenados, Alfonso, a muerte, y Cortés, a cadena perpetua. Los metieron, además, en la misma celda a cumplir condena. Es decir, que Cortés convivía a diario con el hombre que le fastidió la vida con engaños". Fueron amnistiados siete años después.

"Juan Antonio no muestra ningún arrepentimiento por esto. 'Así es la vida', me dijo", concluye Eduardo Cubillo, que insiste en que su película no trata de idealizar a Antonio Cubillo, sino contar qué pasó y por qué en aquel zaguán de la avenida Pekín, en Argelia.