El actor Ricardo Darín se introduce en la piel de un sacerdote en la nueva película del cineasta Pablo Trapero, "Elefante blanco", una historia rodada en un barrio de chabolas marginal de Buenos Aires. Martina Gusman y el belga Jérémie Renier completan el reparto de este filme, que llegará a las pantallas españolas el próximo 13 de julio.

"Con esta experiencia aprendí a respetar mucho más a la gente que sí tiene fe", ha manifestado este miércoles Darín durante la presentación en Madrid de esta cinta, el séptimo largometraje en la filmografía de Trapero, con la que concursó en la sección "Una cierta mirada" de la pasada edición del certamen de Cannes.

El actor argentino interpreta a Julián, un cura que se mantiene firme en la vocación de ayudar y sacar adelante a los habitantes de Villa 15, también conocida como "Ciudad Oculta", un asentamiento donde las mafias, la droga y la violencia han aislado por completo esta parte de la capital argentina.Junto a él colabora Luciana (Gusman), una trabajadora social, y Nicolas (Renier), un joven sacerdote recién llegado tras una traumática experiencia en el Amazonas.

En palabras de Darín, el "estigma" reina en esta parte de la ciudad, porque "sólo se piensa en que la gente que vive allí son perversos". "Nos olvidamos de la cantidad de personas que se matan para mantener limpios a sus niños y enviarlos al colegio", lamenta.

En este sentido, Trapero ha señalado que este proyecto nació en su cabeza hace tiempo y pensó en materializarlo a través de la voz de las personas que se introducen en estos barrios, como los religiosos, las ONG o los trabajadores sociales. "Me parecía muy conmovedora la labor que llevan a cabo", ha señalado.

"En tierra de nadie"

"Elefante blanco" fue rodado en el escenario real de este filme, un lugar "en tierra de nadie" donde ni siquiera entra la policía y que, sin embargo, supuso "menos problemas" para trabajar que otros escenarios para los que hay que conseguir un gran número de licencias, explica Trapero.

El equipo de esta película "no necesitó negociar" con nadie, precisa el director, sino tan sólo hablar. "Teníamos miedo por la seguridad -en especial, porque Darín es alguien muy conocido allí-. No sé cómo se organizaron, pero tan sólo nos dijeron los lugares a los que no podíamos entrar", relata.

En palabras de Gusman, fueron entrando "poco a poco, pero cuando la gente entendió cuál era el proyecto, se sintió parte de la historia y se abrieron a él. Fue un compromiso alucinante y un vínculo transformador para ellos", ha señalado.

Inseguridades y debilidades

El filme centra la atención no sólo en los motivos que llevan a estos personajes a embarcarse en una misión así, sino también en los conflictos interiores que experimentan. Es en estas "rendijas", explica el actor, donde se cuelan las "inseguridades y debilidades" de los protagonistas: la ira, el sentimiento de odio o la confusión entre el amor y la vocación.

Respecto a esta visión, el director ha señalado que duda de que vaya a herir la sensibilidad de los católicos y lamenta que, en ocasiones, sea "más fácil aceptar las historias de pedofilia que las historias de amor" entre un sacerdote y una mujer. "No conozco la sensibilidad católica en profundidad, pero no hay nada que no esté tratado sin respeto", argumenta.