¿Cómo surge El legado de Prometeo y qué se va a encontrar el lector en esta novela?

La búsqueda de la energía es algo absolutamente realista y necesario, porque si mañana se cae la red eléctrica en todo el mundo, la civilización desaparecería. De ahí parte El legado de Prometeo, mi primera novela, de ciencia ficción, ambientada a finales del presente siglo, donde el cambio climático ha hecho estragos en todo el planeta y la humanidad atraviesa la peor crisis energética de su historia. La trama es un viaje espacial, que protagonizan un padre, físico teórico, y su hijo, de décadas de duración cuyo objetivo es acercarse a un agujero negro del que extraer energía para abastecer a la humanidad.

¿En qué se inspiró para lograr un argumento tan original?

Sacar energía de agujeros negros es una idea que se le ocurrió al físico Roger Penrose en 1960, avalada por la relatividad general que permite robar energía a un agujero negro. Me parece una forma curiosa y poco conocida de obtener energía y le dediqué una novela.

¿Qué circunstancias tendrían que darse para lograrlo?

Primero necesitas tener un agujero negro a mano, que no es tan fácil, el más cercano que conocemos está a unos 7.000 años luz, y hay problemas tecnológicos que tendríamos que resolver y que aún no podríamos. Si cubriéramos las distancias para llegar a las inmediaciones de un agujero negro, éste debe estar en rotación, es decir, tiene que provenir del colapso de una estrella. Una estrella muere como supernova y a veces queda un agujero negro como cadáver, tendríamos que poder llegar, aquí no vale el laboratorio. El agujero negro va a estar ahí por los siglos de los siglos pero hay que conseguir llevar una nave que orbite alrededor.

¿Cómo sería ese proceso de extracción de energía?

El proceso es un truco que consiste en arrojar una lanzadera en una órbita rasante alrededor del agujero y en cierto momento tirarle basura dentro, lo que queramos, residuos nucleares y todo lo que sobre, mientras sea materia no importa lo que sea. Al agujero negro le das gato por liebre, cuando tiras la basura, pasa a formar parte del agujero negro y frena un poco la rotación del mismo, una pizca. Esa energía de rotación, por el principio de conservación de la energía de que ni se crea ni se destruye solo se transforma, pasa a la lanzadera, que se acelera de una manera abrumadora y vuelve a la estación espacial donde la podremos recoger con unos railes de inducción como los del tren magnético que levita, para convertir energía cinética de la lanzadera en electricidad.

¿Qué tipo de energía produce?

Si pudiéramos hacerlo, sería la fuente de energía más limpia, más eficiente y más duradera que podamos imaginar. Limpia porque, ¿qué hay más limpio que poder tirar residuos nucleares o lo que sea que no quieras ver más?, simplemente lo tiras al agujero negro y no vuelves a verlo nunca más, y a cambio te da energía eficiente. Si tiraras diez kilos de basura en un agujero negro decente, abastecería a toda la humanidad durante un día.

Lo que hoy es ciencia ficción, ¿podría hacerse realidad?

Sí, pero es algo que sería en un futuro muy lejano. Hay que solucionar muchos problemas, empezando por lograr llegar hasta un agujero negro. La cuestión es que es una manera que la naturaleza pone a nuestra disposición para captar energía, algo avalado por la relatividad general y por toda la física que conocemos. Además, valdría con encontrar uno y poder hacerlo porque se frena tan poco que podrían seguir tirando basura y generando energía por los siglos de los siglos, miles de millones de veces la edad del universo.

¿Cuáles son sus líneas de investigación en el Observatorio Astronómico Nacional?

Trabajo en nebulosas planetarias, que es la muerte de las estrellas de masa similar al sol. El sol, dentro de cinco mil o seis mil millones de años, acabará sus días como una nebulosa planetaria, expulsando su corteza externa en una especie de nube de gas muy bonita y dejando al descubierto solo un núcleo que se irá enfriando poco a poco. Yo trabajo en intentar comprender cómo se forma esa nebulosa, porque las hay de muchas clases y formas diferentes, con grados de simetría, que uno no se esperaría de algo que es redondo, de una estrella.

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