Este viernes y el sábado se representó el espectáculo Cambuyón, un viaje del ritmo en el Teatro Cuyás. Se trataba de un conjunto de danzas percusivas y urbanas, así que para describirlo, antes que narrar el argumento, mejor sería citar toda una antología de la onomatopeya: ¡tap, tap!, ¡plas, plas!, ¡zas!, ¡paf!, ¡chas!, ¡plaf!, ¡clonc! ¡toc, toc!, ¡tras, tras!, ¡zis, zas! ¡crag!, rataplán, tantarantán, sss sss sss. Y esto es precisamente el gran atractivo de Cambuyón y lo que lo hace merecedor del calificativo de espectáculo, la sorprendente capacidad que poseen estos bailarines de claqué, hip-hop y percusión corporal de realizar una cantidad innumerable de sonidos con sus zapatos, manos o dedos. Éstos, junto a los cantantes y músicos llevan al espectador al entusiasmo a través de diferentes ritmos, desde los más apacibles hasta los más endiablados, porque en ningún momento el ritmo obsesivo dejó indiferente al público.

La representación muestra a siete personajes que en un momento se mueven por un paisaje que reproduce en el escenario un muelle donde se encuentran personas de varias nacionalidades, y luego la bodega de un barco que realiza un viaje a través de los ritmos de Europa, Norteamérica, África y Cuba. Muchas veces varios de estos ritmos se encuentran y se fusionan, produciendo híbridos sorprendentes. El título del espectáculo es el más apropiado para este mestizaje, pues cambuyón era una actividad decimonónica, surgida por el comercio entre los barcos que fondeaban en las Islas Canarias, y los comerciantes locales. Este canarismo es una deformación del inglés "come and buy on", que al igual que ritmos como el claqué o el hip-hop han trascendido su origen para pasar a formar parte del patrimonio de otras culturas, siendo un ejemplo de la fusión y el mestizaje que propone este espectáculo.