La Camerata de Salzburgo, que dirige Ariel Zuckermann, es una formación atípica que marca distancias respecto de las orquestas más tradicionales. Su presencia en el 29º Festival de Música de Canarias, ayer tarde en el III Joven Festival, y esta noche también en el Auditorio Alfredo Kraus, en lo que será la clausura de la programación de 2013 en la capital grancanaria.

"La música clásica está viva y es patrimonio de todas las edades", dijo Zuckermann ayer por la mañana en la sala sinfónica mientras los técnicos montaban los diferentes instrumentos de percusión destinados al joven Martin Grubinger y otros tres percusionistas que integran esta formación de más de 50 músicos. Una aseveración compartida por Grubinger que replicó al maestro: "la música clásica sigue adelante con otras fórmulas".

En opinión del director, la Camerata "es una orquesta de primer nivel tanto en el repertorio clásico, como en el contemporáneo", precisó. El equilibrio entre clásicos del gran repertorio como Schubert y Mozart, grueso del programa de hoy miércoles, y compositores de la talla de Ives, Corigliano, Copland y Bernstein, cuyas piezas se interpretaron anoche en el III Joven Festival, es lo que otorga un plus de excepcionalidad a este proyecto.

Ayer y con un "programa para todos los públicos pero dirigido hacia los jóvenes", según Zuckermann, que incluía La pregunta sin respuesta, de Ives; el Concierto para percusión y orquesta, de Corigliano; Primavera Apalache, de Copland; y la suite de West Side Story, de Bernstein, con una adaptación para percusión realizada por el padre de Martin Grubinger, la Camerata puso en práctica lo que el propio percusionista había anunciado a mediodía mientras mostraba sus dotes con la marimba. "Existe un público acostumbrado a Mozart y a Mahler, pero la Camerata puede transmitir la misma pasión con estas músicas que cuando se interpreta a Copland o Bernstein o Ives, lo que los jóvenes quieren es entrar en una sala de conciertos, ser felices, y lo quiere también la gente mayor", sentenció Martin Grubinger. A su juicio, el futuro de la música y la incorporación de nuevos públicos exigen esta actitud. Como ejemplo, Grubinger se refirió a Leonard Bernstein, a quien consideró "ejemplo de esa transición, capaz de interpretar a Bruckner, Mahler o Beethoven, supo mezclar lo clásico con su música y dar a luz obras tan impresionantes".

Respecto a la Camerata, reiteró que la prioridad es "buscar la emoción y entregar al público todo lo que sentimos por la música, y romper con el distanciamiento que tradicionalmente se ha creado entre orquestas y público".