El pasado 22 de marzo se consumaba el proceso de fusión por absorción de las fundaciones del Pérez Galdós con el Auditorio. ¿Es el final de un largo proceso marcado por el déficit del Galdós y la urgencia en sanear la tesorería y garantizar su supervivencia?

El proceso se culminó desde el punto de vista del patronato de las fundaciones, y ahora entra en la fase jurídica. Tenemos que presentar en el protectorado de fundaciones la propuesta de fusión para su aprobación, y que dé forma jurídica al proyecto. Ha sido un largo proceso, más largo de lo que la gente conoce, porque realmente se inicia hace ocho años. Cuando se reinaugura el Pérez Galdós hubo un planteamiento de constituir una nueva fundación y cuya gestión la asumiera la Fundación Auditorio. No pudo ser, por los motivos que decidieron los patronos, y el proceso se vuelve a retomar en la anterior legislatura y se plantea la posibilidad de afrontar la fusión. Cuando se propone, tanto por mi parte como por el entonces director del Pérez Galdós, Juan Cambreleng, vimos que era viable, pero con un coste que exigía tomar decisiones traumáticas. Finalmente se aprobó con el objetivo de buscar la mayor eficiencia económica y liberar fondos para, en la medida de lo posible, llevar a cabo los fines de la nueva fundación.

¿La situación económica del Pérez Galdós, con un déficit que en 2010 rondaba el millón y medio de euros, que se ha reducido hasta los 165.000 euros al cierre del ejercicio contable de 2012, ha precipitado la fusión?

Realmente el origen de la fusión no es la situación económica del Pérez Galdós, sino la situación económica del país. Lo que le pasó al Galdós es una consecuencia de esto. Hay que tener en cuenta que la gestión cultural acusa un problema estructural y después están temas coyunturales. Ese problema estructural es el modelo de gestión que ha imperado en España y en Europa, muy diferente al modelo cultural americano, otra cosa es que sea mejor y peor, y el caso es que el nuestro está muy vinculado a la dependencia del dinero público. La ventaja que ha tenido la Fundación Auditorio desde un principio es que ha tenido un perfil mucho más dinámico para la captación de recursos, en el sentido de financiarse en la actividad privada. Lo que se ha hecho es pasar, desde su creación hasta ahora, de un 10 por ciento de recursos privados y un 90 por ciento de fondos públicos a cambiar totalmente la composición. En 2011, el 90 por ciento son recursos que genera la Fundación, y el resto externos. Llevar este modelo al Pérez Galdós en estas proporciones es difícil, porque no reúne las condiciones como oferta congresual, se podrán hacer cosas desde luego, para que esta actividad comercial permita financiar la oferta cultural. Hemos pasado de una época de bonanza a una de estrecheces donde la cultura no es la primera prioridad. La idea es suplir ese déficit con la actividad comercial. El plan de negocio establece en ese sentido la congelación de la aportación pública y el incremento del capital privado.

¿La gestión del Galdós, en cuanto a los recursos que ha manejado y la oferta de espectáculos, ha sido el causante de este nuevo escenario?

No creo que en el Galdós haya habido un problema de mala gestión. Rafael Nebot, en sus inicios, y luego Juan Cambreleng, tenían un currículo reconocido al que yo no llego, y como programadores han dispuesto de un presupuesto boyante y podían hacer lo que se ha hecho. Tenían cierto éxito y podrían haber pinchado en algunas cosas. El problema es que el 2008, 2009 y 2010 se produce una situación de crisis que ese presupuesto de 8 millones de euros pasa a ser la mitad, cuando habían compromisos que se tenían que cumplirse, y trajo todo lo que conocemos. El Teatro tiene un equipo de grandes profesionales, incluidos los que hubo que despedir, nada agradable desde luego. Tengo que decir que hasta el 2008 y 2009, tanto en el Teatro como en el Auditorio, hubo una programación con figuras internacionales de cachés muy importantes, y ocupación por encima del 80 por ciento. Había una actividad congresual que lo permitía. Y en Galdós igualmente, porque habían recursos públicos que permitía una programación de altura. El Auditorio tuvo capacidad de reaccionar y no entrar en la dinámica a la que se vio obligado el Pérez Galdós.

Las dos instituciones acusaron en 2012 un descenso de espectadores, fruto además de un menor número de espectáculos. ¿El plan de negocio y ese quiebro económico permite hablar de optimismo y que no se repita el episodio del Galdós?

Somos optimistas en este sentido. El plan de negocio 2013-2016 tiene como principal objetivo controlar las situaciones de desfase presupuestario. Existe un marco normativo al que nos debemos para cumplir con el equilibrio presupuestario y los pagos a proveedores. En el caso de que haya un incumplimiento, se pone en peligro la continuidad de la institución. Es la fase en la que nos encontramos, y para eso estamos pagando todas las deudas que tenía el Pérez Galdós y poniéndonos al día. Se hizo una reestructuración de personal, de los servicios de mantenimiento, reduciendo nuestros márgenes para ser más competitivos, captar más negocio y liberar fondos para poder ofrecer una actividad cultural. Es cierto que se produjo una caída en el número de asistentes porque se redujo el número de eventos y una reducción de la demanda. El público es ahora más selectivo. Y a partir de octubre de 2012 ha habido un repunte en la afluencia de público que es una realidad, y responde a ciertos nichos de mercado como son los musicales. Es un producto que tiene una gran respuesta entre el público, y tenemos como ejemplo La bella y la bestia, con una ocupación superior al 90 por ciento, y que a nosotros nos ha permitido cubrir gastos. Auditorio y Teatro tienen que organizar eventos, invitar a otras organizaciones a hacerlo también, pero se tiene que pagar el mantenimiento de dos edificios, las nóminas, y de algún sitio tiene que salir ese dinero. Se nos critica cuando cobramos el alquiler de una sala para un evento cultural, pero alguien tiene que pagar ese gasto.

La nueva Fundación ha incrementado su dotación patrimonial en 875.516 euros para sanear las cuentas y salvar lo que la auditoría contable denominó como "fusión excesivamente ajustada, en cuanto a tesorería y solvencia a corto plazo".

El análisis de la situación financiera y patrimonial aconsejaba además acometer un plan de inversiones a tres años y una ampliación de capital, porque los fondos de la Fundación Auditorio consecuencia de la gestión en los últimos doce años, dejó un remanente de un millón y medio de euros, que curiosamente es la deuda que se tenía. No era cuestión de ponerlos sin más en el Teatro porque nos quedábamos a cero. Había además que pagar unas deudas e inversiones y se consideró que el capital mínimo y necesario para esta situación era ir a esta ampliación en la que el Ayuntamiento no dudó, y aportó lo que hacía falta.

¿Sin ese dinero no habría podido ponerse en marcha la nueva Fundación?

No podíamos hacerlo porque en un año tendríamos un gran problema. El éxito de esta fusión está en lo que pase en los próximos años. Lo que hemos hecho es controlar una situación delicada y marcar unos objetivos para que no vuelva a aparecer. ?Habrá que trabajar para captar público, que se pague por las entradas, porque el precio de la cultura ahora mismo es un precio político, no es un precio que incluya los costes de producción. Como Fundación no existe ánimo de lucro, no tenemos que ganar dinero, no quiere decir que no podamos, aunque la obligación es dedicarlo a la actividad.

En este contexto, ¿difícilmente se repetirá una programación con hitos como la de hace cinco años, por ejemplo?

¿Y es aconsejable? ¿Cómo encajaría la sociedad grancanaria que nos gastáramos un dineral en traer un artista de renombre? Esto no va ser como antes. Vamos a cumplir con lo que nos toca, pagar lo que se debe y racionalizar el gasto, captar nuevos fondos, y se libera dinero ya hablaremos de programación cultural propia. Si vemos que los cachés y costes de producción son compatibles con la situación económica y con lo que generen patrocinios e ingresos, lo haremos lógicamente.

¿La captación de patrocinios externos y la explotación del patrimonio son los pivotes en los que apoya el éxito del proyecto?

El patrocinio privado ha caído a todos los niveles, y si tengo decir que hay empresas y proveedores que siguen apostando, caso de Mapfre, La Caixa, Endesa, por ejemplo. Trabajaremos con un nuevo modelo de micro patrocinios, estamos negociando acuerdos con empresas que apuesten por una colaboración en servicios para reducir costes, y en el nuevo organigrama hay un responsable de marketing, comunicación e imagen y una empresa subcontratada para todo ello. Respecto al uso de los espacios, recordar que las dos fundaciones se crearon para ello, y ahora se suma un tercer objetivo que es el mantenimiento de los edificios. Hablamos de un gasto anual de unos 800.000 euros. Es criticable, pero tenemos que abrir lo máximo posible el uso de estos espacios. En absoluto estoy hablando de bodas, bautizos y comuniones, eso no se va a hacer. En Auditorio se ha hecho en un edificio anexo...

Pero el Galdós alquila los salones, salas de ensayos, incluso el hall, para celebraciones y banquetes, bailes y cenas.

Bodas no se van a hacer en el Galdós. Hablo de actos de empresa que genera negocio, que trae a gente de fuera, congresos, convenciones, y genera un negocio que no desvirtúa nada. Y no hay que olvidar que hace 50 años en el Galdós se celebraban los actos de sociedad, las fiestas de fin de año, cosa que no voy a hacer. No voy a ceder el Teatro para que hagan una convención de grafiteros y me pinten todas las paredes. Lo importante no es sólo lo que se programe sino ofrecer servicio a instituciones como la Orquesta Filarmónica, Amigos de la Ópera, y otros agentes culturales y que tengan un espacio para trabajar en condiciones.

En el caso de la Temporada de Ópera, es el Ayuntamiento quien sufraga el alquiler del Galdós

La Temporada de ACO es un lujo y una carga importante porque son casi cinco meses de ocupación del Teatro, y el problema no es que no se pague sino que no se puede vender. Se llegó a un acuerdo con el Ayuntamiento y estamos buscando otros acuerdos de patrocinio para financiar esa actividad a cambio del impacto en la Temporada. No hay nada cerrado.

¿Es susceptible que esos patrocinadores se conviertan en patronos de la Fundación?

Está contemplada la figura de socios protectores que sería el caso, para empresas o instituciones. Si consiguieron patrocinadores sería lo ideal. Ni el Auditorio ni el Galdós son el Banco de España. Creo que hemos sido creativos con las coproducciones porque no podemos pagar cachés como antes.

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