La tijera y el lápiz de los censores del régimen franquista mutilaron notablemente las ediciones discográficas nacionales e internacionales que se licenciaron en España entre los años 1939 y 1977. Un secreto a voces parcialmente documentado que se cobró escandalosas mutilaciones en portadas, libretos y canciones en artistas del pop y rock, a los que sometía a un estudio detallado antes de autorizar su venta y/o radiofusión. Primero fue la radio y luego la copia privada, una vez que se popularizaron los tocadiscos y los funcionarios que dejaron huella en la extinta Dirección General de Cultura Popular y Dirección General de Radiodifusión y Televisión advertían que había que intermediar en el mercado para que no se distorsionaran entre la juventud los valores de la España de entonces.

La exposición Vibraciones prohibidas. Música pop, cambio social y censura fonográfrica, que ayer inauguró el Centro de Iniciativas de La Caja de Canarias (Cicca) y que permanecerá abierta al público en su sede de la Alameda de Colón hasta el 5 de julio, permite profundizar en los perversos efectos de una censura, que lejos de lo previsible, no respondía a criterios impuestos por el régimen franquista, sino que era el resultado de la actitud de quienes ejercían el rol de censor. Una muestra comisariada por Xavier Valiño y Héctor Fouce y producida por Caravan Proyectos de Cultura que sumerge y retrotrae al espectador a una época donde cualquier atisbo erótico, de crítica al poder o la religión era silenciado.

Una selección de 276 piezas entre carátulas de LP y singles, encartes, libretos de interior y contraportadas, revistas como Mundo Joven, Fonorama o Discóbolo, el documental Que vienen los Beatles, en el que se testimonia el "ninguneo" de las autoridades a la primera visita a España del cuarteto de Liverpool", en palabras de Silvia Oviaño, directora de Caravan, vertebran el discurso museístico de Vibraciones prohibidas.

´Good Vibrations´

Al margen del juego a que se presta el proyecto, que invita al visitante a buscar las diferencias entre ambas ediciones, son especialmente reveladores las actas de los censores en los que a su criterio se autorizaba el producto o se condenaba al ostracismo. En este sentido, cabe destacar la documentación referida a Good Vibrations, canción de The Beach Boys que abría la cara B del álbum Smiley Smile (1967). El tema no pasó la censura. El disco se enrocó en esta pieza, y el censor que dictó el informe con el destacado de "No debe autorizarse" el 22 de marzo de 1971, hacía constar en su alegato lo siguiente: "Esta letra pertenece a los ambientes de los grupos USA drogadictos del lumpen: los Hip cuya filosofía está basada en el sexo. La acción sexual según sus efectos determina la bondad o maldad de la acción. De ahí que esta subclase que está tratando de cambiar radicalmente la mentalidad USA se haya convertido en una amenaza social". Concluye el censor que "esta filosofía no es conocida por el público español pero aún y todo, si se tiene en cuenta que el disco es para la juventud y que está en un inglés en que se entiende demasiado fácil la letra y que psicológicamente las VIBRATIONS se asocian inmediatamente al orgasmo, creo que daría pie a muchísimos jóvenes a bailar por aparecer graciosos en forma procaz".

"Esto es solo una muestra de cómo trabajaba la censura en la música en aquellos años", explicaba ayer Xavier Valiño en la presentación de la exposición junto a Silvia Oviaño, y la directora de La Obra Social de La Caja de Canarias, Magaly Miranda. A Valiño le ha costado más de una década de trabajo de investigación y de recopilación de material para armar esta exposición que con anterioridad se exhibió en el Centro Galego de Arte Contemporáneo.

Stones y Roxy Music

Xavier Valiño, periodista musical en diferentes medios especializados, escritor y responsable de la web www.ultrasónica.info, entre otros méritos. Tomando como referencia discos mutilados cuya manipulación era notoria, caso de Sticky Fingers (1971), de Rolling Stones, cuyo primer plano de la bragueta de un vaquero, con cremallera incluida, se sustituyó por unos dedos que salían de una lata de sirope; y el cuarto álbum de Roxy Music Country Life (1974), donde las modelos que lucían ropa interior en portada se tunearon en favor de un primer plano de una de ellas borrando cualquier indicio de erotismo explícito.

A partir de ahí tuvo claro que "había un campo por investigar" que le llevó a hurgar con paciencia en los Archivos de la Administración en Alcalá de Henares, donde tras armarse de una paciencia infinita y revisar durante meses cajas llenas de expedientes, logro establecer que desde 1939 "se hizo censura por parte de una sola persona" con los respectivos listados de canciones no autorizadas, primero a mano y a partir de 1960 mecanografiados. En total, unas 4.343 canciones fueron vetadas como no radiables en 98 listas, si bien 400 de ellas fueron amnistiadas, corregida su calificación, entre 1966 y 1977.

Explica Valiño, que a partir de 1966 se ocupaban del asunto cuatro censores en horario de tarde, que por la mañana hacían lo propio con los libros. En 2003 logró localizar y entrevistar a uno de los censores y abundar aún más en todo ello. La investigación era parte de una tesis doctoral que acabó en el libro que publicó la editorial Milenio con el título de Veneno en dosis camufladas. La censura de los discos pop-rock en el franquismo.

El censor iba por libre. Como ejemplo, en Waiting for my man, del disco de debut de Velvet Underground (1967), no apreció el canto de Lou Reed a la espera por el camello con 26 dólares en la mano. Pero en cambio tildó de "disco homosexualista" Blonde on Blonde (1966), de Bob Dylan. Otros como Abraxas (1970), de Santana pasaron sin problema pese al desnudo de una mujer de color que la disquera atribuyó a una virgen.