Noviembre de 1993 queda grabado a fuego en la memoria colectiva de las miles de personas que aceceptaron e hicieron suyo, sin complejo alguno, la exótica llamada de un festival que tenía por principios servir de amplificador a todas las culturas del mundo y a sus protagonistas. Era el abrazo al festival Womad, un evento impulsado por el músico británico Peter Gabriel en 1982 y que se ofrecía a la capital grancanaria convertirse en ciudad Womad. La invitación la trajo a la isla Dania Dévora, directora de DD & Company, y que con el tiempo sería la delegada del festival para España y Portugal.

El fin de semana del 26, 27 y 28 de noviembre de 1993, la Playa de Las Canteras acogía la primera edición de Womad con un público expectante, curioso y dispuesto a descubrir qué era aquello de las músicas del mundo que amplificaba el festival del león. Allí estaba como la gran voz del continente africano Salif Keita, el músico de Malí que representaba la conjunción de tradición y modernidad que pregonaba el festival, junto a una nómina de artistas como Jah Wobble, Inmaculate Fools, The Oyster Band, Gruppo Sportivo, Sheila Chandra, Alexis Murillo y los Nemus del Pacífico, junto a formaciones canarias como Los Coquillos y Los Gofiones.

Un triunfo mayúsculo, por lo artístico y por la complicidad de miles de personas que celebraron la llegada de Womad. "El festival nace porque todos los actores sociales estaban implicados, el Gobierno, Ayuntamiento, Cabildo, Universidad y las empresas privadas que se sumaron como patrocinadores", decía el pasado viernes Dania Dévora. Pero esa euforia inicial se vió quebrada al año siguiente. El dinero público no estaba del lado de Womad, y hasta 1996 no fue posible regresar a Las Canteras, en el que sería el último en este entorno, y con el que quizás fue el cartel más importante por calidad y diversidad. Al año siguiente, en esa brega económica inherente a la historia canaria del festival, se trasladó a Playa del Inglés en otra edición memorable, para buscar abrigo en el parque de Santa Catalina, donde Womad se hizo fuerte hasta 2010. Era el ocaso del festival, la crónica de una defunción que se hizo patente en 2011. El festival pasó de manejar más de 700.000 euros de dinero público a 125.000 euros aproximados, y reducido a un solo día.

"De repente, Womad se convertía en un proyecto incómodo, y ninguna parte política asumía que el festival pudiera adoptar otros formatos, con la posibilidad de celebrar conciertos de pago y otros gratuitos, y si quien ampara el festival deja de creer en él y además lo critica, malos compañeros de viaje llevamos", razona Dania Dévora, En 2012, noviembre se quedó huérfano de Womad, condición que se repite en este 2013.

"Sueño y deseo que el festival vuelva aquí", sostiene Dania Dévora, que tras dos años sin celebrarse reconoce que "queda una sensación extraña que ha costado bastrante tiempo asimiliar, porque piensas y valoras la oferta que se hizo durante 18 años, y la decisión podía haber sido otra, pero la postura fue respetar el proyecto, y después de 18 años ¿con qué más vas a convencer cuando era un evento emblemático de la sociedad grancanaria?".

La intermitencia

El contexto de crisis económica se llevó por delante a Womad y su significado. Las fórmulas propuestas desde el Ayuntamiento de la capital grancanaria, que durante el mandato socialista de Jerónimo Saavedra [en 1993 otro socialista, Emilio Mayoral era alcalde] entre 2007 y 2011 se convirtió en su principal valedor económico, lejos de propiciar un consenso de futuro con la organización, trajeron el efecto contrario.

"No somos una franquicia y cualquier ciudad no puede tener un Womad, ni tampoco estamos donde no se nos quiere", reitera Dania Dévora. "Y no es porque no existiera voluntad política, ya que en un contexto de crisis económica real se ofrecieron diferentes fórmulas, como el modelo de fiesta de un solo día, con la que no estábamos de acuerdo pero que asumimos porque nos parecía que el hecho de no estar, la intermitencia, siempre se iba a volver en contra del festival", sentencia Dévora.

Womad Las Palmas de Gran Canaria es historia a día de hoy. El festival mantiene en España las fechas en Cáceres, donde el empresariado local se ha ofrecido a costear parte de los conciertos.