Un homenaje a las voces femeninas de la poesía canaria, las que encontraron en la escritura un vehículo artístico para significarse con la sociedad en la que vivieron y que por razones de peso han tenido un amplio eco en las generaciones posteriores, y otras menos rupturistas que las primeras, pero cuyo pulso literario ha caído en el olvido y que merecen traer de nuevo a la actualidad. Es El club de las poetas muertas, un proyecto coordinado por la poetisa Berbel, María del Pino Marrero, que anoche reunió en el Museo Poeta Domingo Rivero a un grupo de escritores y escritoras vinculados a la poesía.

"Es algo necesario", explicaba ayer la escritora, Premio de Poesía Ciudad de Las Palmas en 2005, para "hacer visibles a las voces de la poesía femenina en las Islas, porque en esta vida, lo que no se conoce, no existe". La convocatoria a la que dio abrigo el espacio museístico de la calle Torres, nº 10, en Triana, fue un recorrido por algunas de las figuras más destacadas del género literario en los últimos cinco siglos. Con una veintena de autores invitados, entre los que se encontraban la propia Berbel, Alicia Llarena, José Miguel Junco y Santiago Gil, que habían confirmado su asistencia, se leyeron textos de autoras como María Joaquina Viera y Clavijo, Ángela Mazzini, Victorina Bridoux, Agustina González Romero, Ignacia de Lara y Enrique, Cesarina Benítez, Chona Madera, Josefina Aldecoa, María Rosa Alonso, Josefina de la Torre, Flora Liria Barrera Alemán, María Dolores de la Fe, Josefina Zamora, Pino Betancor, Natalia Sosa, Ana María Facundo y Pino Ojeda.