Fernando Aramburu, escritor donostiarra, afincado en Alemania, siempre se ha sentido fascinado por el ser humano y su obra quiere comprender de qué pasta están hechos los individuos. Ahora ha reunido a 29 poetas en un convento durante tres días en 'Ávidas pretensiones', "una gamberrada" literaria y antropológica, plagada de humor, ironía y sarcasmo.

Y es que para Aramburu el humor es "una necesidad vital y el mejor método crítico en democracia o en los totalitarismo, mucho más eficaz que la indignación o la ira, porque el humor es más corrosivo y hace irrisorios a los adversarios y a sus postulados", explica a Efe el autor, al tiempo que añade que "a nadie le gusta ser o pasar a la historia como alguien ridículo".

"Ávidas pretensiones" es la novela con la que Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959) ganó el pasado febrero el prestigioso premio Biblioteca Breve que convoca la editorial Seix Barral, el sello que acaba de publicar esta semana la novela. Una obra en la que pone patas arriba el mundo de los poetas, con sus vanidades, mezquindades, pecados y con su parte "buena y poética".

En esta novela ese deseo de conocer la materia de que están hechos los seres humanos se centra en este gremio literario, a través de unas jornadas poéticas en Morilla del Pinar, unos días que se convierten en una oportunidad perfecta para que los participantes se dediquen "a la juerga, la diversión y la gloria literaria".

Unas jornadas en las que esta fauna poética, que se divide en "realitas" y los "metafas" y guiados por un narrador "sin piedad, irreverente con el idioma, tan pronto socarrón como desalmado", se dedica mucho al sexo y poco a la poesía.

"Toda la novela está escrita sin freno, con plena libertad, pero ojo-advierte el escritor- quiero decir que la libertad es la capacidad cotidiana de tomar decisiones delante del ordenador. De tomar decisiones estéticas. Equiparo la creación literaria con el ejercicio de la libertad", matiza.

Una novela con muchos nombres y apellidos de poetas y con una nota del autor en la que se dice que se trata de nombres y lugares ficticios. "Yo no escribo para ajustar cuentas, yo no voy a estar dos años escribiendo para ajustar cuentas. La literatura está por encima de estas miserias humanas, aunque se alimente temáticamente de ellas", subraya.

Pero el autor, en cuya primera novela 'Fuegos con limón' (1996) ya estaba de pleno el humor, una clave que comparte con otras novelas más serias y graves, asegura que desde el primer renglón escrito sabía que esta novela se podía interpretar, "como ya algunos la están interpretando", pero esa no era su intención.

"Bueno -continúa- quien pertenezca al gremio poético se pude buscar y encontrar, y como conozco la naturaleza humana, sé que quién se busque se puede encontrar, pero no lo he hecho de manera deliberada. La novela juega con la picardía de que algunos personajes pueden ser trasuntos de poetas españoles actuales".

Los poetas, que siempre están aquí en uno u otro bando, le han dado mucho juego al narrador y también poeta, pero dice que podría haber elegido cualquier otro gremio.

Por las páginas pasan broncas, risas y desencuentros en un panorama que Aramburu dice que siempre ha sido muy español. "España siempre desde siglos ha sido muy de bandos...", dice.

El autor de "Los peces de la amargura" o "Los ojos vacíos" vive en Alemania desde hace décadas y aunque no convive allí con escritores, recalca, sí que asegura que el mundo creativo es muy "distinto".

"En Alemania no hay esa desconfianza extendida contra el uso público de la palabra como aquí, en España. Aquí cuando alguien gana un premio se dice que ha habido trampa, porque no es posible que usando la palabra, algo que se aprende en el colegio a los cuatro años, se pueda tener reconocimiento. Si eres músico o futbolista, si se acepta el éxito. En Alemania, la profesión literaria se apoya plenamente y se fomenta", concluye.