Posee Ute Lemper uno de esos rostros trasparentes, casi evanescentes, que transmiten toda vibración del alma de sus propietarios, por mínima que sea. Nacida alemana (Münster, 1963), fue parisina en su desarrollo como artista y neoyorquina de adopción - "que no norteamericana; mantengo mi nacionalidad"-. Pero parece pasearse cómodamente por todo el mundo, que la recibe como lo que es, una artista multidisciplinar. Cumplidos los 50, se conserva felina y magnética en el escenario, pero cercana en la charla.

-¿Cómo pensó embarcarse en tan singular viaje sonoro?

-Amo la poesía de Neruda y respeto enormemente su legado. Ha sido uno de los pocos artistas que han marcado la diferencia: fue políticamente eficaz sin dejar de ser un creador excepcional. Un hombre honorable que eligió como una de sus misiones en la vida la lucha contra el fascismo. Creo que hay música en sus poemas de amor, los que elegí para este trabajo para hacerlos llegar al corazón de gentes de distintos países y lenguas con otro envoltorio; con elementos de la gran 'chanson', que me acompañan siempre.

-Son poemas de amor, para nada románticos.

-No al uso, aunque siempre quede un poso. No todo lo que tiene que ver con el amor es romántico. Muchos poemas llevan en su interior dolor y tristeza, inquietud y conflicto. Neruda era un hombre con un alma salvaje, siempre en el camino, en la lucha.

-¿Cree que alguna vez imaginó el escritor que sus poemas se convertirían en canciones?

-Él amaba la vida, la música, el amor, el arte. Disfrutaba de todo ello. Creo que sí, y quiero pensar que le habría encantado esta mezcla de elementos del alma europea y sudamericana funcionando juntos al mismo tiempo.

-¿Cree que hoy se tiene un concepto claro de lo que es el arte?

-No, pero vivimos momentos de gran confusión en todos los ámbitos. Para mí el arte es la vida manifestada desde un punto de vista, colocada bajo un foco que la hace visible. Es talento, sensibilidad y visión. Aunque hoy, para muchos, no es más que una pieza del engranaje comercial que maneja nuestro día a día.

-¿Y cuál es el lugar del artista, en estos momentos?

-Cada cual tiene su propio sitio y misión. Para mí, el artista no debe desaprovechar la oportunidad de contagiar integridad y divulgar los conceptos de libertad, justicia e igualdad.

-¿En cuál de las disciplinas considera que se expresa mejor?

-De corazón, soy cantante y compositora musical. Sufro si no tengo música alrededor. Al hacerme mayor me he retirado de la danza y he enfocado mi carrera en lo que más me satisface: escribir música e interpretarla. Pero en todas ellas he encontrado refugio y he podido expresarme y crecer como artista y como persona en algún momento de mi vida.

-¿No echa de menos la Vieja Europa?

-Echo de menos la cultura milenaria de Europa, en contraposición con la norteamericana, tan jovencita y orientada a lo comercial. Echo de menos Berlín, tan maltratada, pero que hoy es un vibrante centro cultural europeo. Si no tuviera a mi familia asentada en Estados Unidos, tendría al menos un pie en Europa.

-¿Se ha sentido despreciada por los suyos, por manifestarse crítica con ellos, como le ocurrió a Marlene Dietrich?

-He tenido mis momentos difíciles con Alemania. Hablo con mucho respeto, pero también con sinceridad sobre los asuntos alemanes. El holocausto es una herencia extraordinariamente difícil de asumir. Es muy doloroso y pesa como una losa. A Dietrich le ocurrió algo similar cuando criticó duramente el régimen nazi desde Hollywood.

¿Es consciente de la antipatía que ese carácter alemán, al que el Gobierno de Merkel pone rostro, levanta en la sociedad de otros estados con sus imposiciones económicas?

Por supuesto. No hace mucho, en un concierto en Grecia, me di cuenta perfectamente de ello, pero los alemanes no se dan por enterados. Ellos creen que lo han hecho todo perfecto, a diferencia de los demás.

-¿Cree en el sistema capitalista?

-Creo que fomenta la adicción a poseer. La gente quiere más y más y olvida las cosas sencillas y el placer que producen, tan grande o más que el tener. Además, da a los más ricos el poder sobre las estructuras de gobierno y la educación, incluso. Pero, claro, es un sistema de libre mercado, mucho mejor que cualquiera de sesgo comunista o fascista.

-Ha celebrado sus primeros 50 años. ¿Se atreve a pronosticar qué le depara el futuro?